Contexto
En el pórtico este del Capitolio, el ex gobernador de Nueva York se administró el juramento de su cargo por el Presidente del Tribunal Supremo Morrison Waite. Un demócrata cuya popularidad, en parte, fue el resultado de que no era parte de la clase política de Washington, el Sr. Cleveland cabalgó hasta el Capitolio con el presidente Arthur, que había tomado posesión del cargo en el asesinato del presidente Garfield. Después de la ceremonia, un espectáculo de fuegos artificiales en la Casa Blanca y una pelota en el Edificio de Pensiones en la Plaza de la Judicatura se llevaron a cabo para el público.
Conciudadanos:
En presencia de este vasto conjunto de mis compatriotas que estoy a punto de completar y sellar el juramento que me tomaré la manifestación de la voluntad de un gran pueblo libre. En el ejercicio de su poder y el derecho de autogobierno que se han comprometido a una de sus conciudadanos una confianza suprema y sagrada, y que aquí se consagra a su servicio.
Esta impresionante ceremonia añade poco a la solemne sentido de la responsabilidad con la que contemplo el deber que le debo a todo el pueblo de la tierra. Nada me puede aliviar la ansiedad no sea que por cualquier acto mío sus intereses pueden sufrir, y nada es necesario para fortalecer mi resolución a participar todas las facultades y el esfuerzo en la promoción de su bienestar.
En medio del fragor de la lucha partidista se realizó la elección del pueblo, pero sus circunstancias concomitantes han demostrado de nuevo la fuerza y la seguridad de un gobierno por el pueblo. En cada año sucesivo aparece más claramente que nuestro principio democrático necesita ninguna disculpa, y que en su aplicación valiente y fiel se encuentra la garantía más segura de un buen gobierno.
Pero los mejores resultados en la operación de un gobierno en el que cada ciudadano tiene una participación dependen en gran medida de una limitación adecuada de celo puramente partidista y esfuerzo y una correcta apreciación del momento en que el calor de la partidista debe fundirse en el patriotismo de los ciudadanos .
Hoy en día el poder ejecutivo del Gobierno se transfiere a la nueva contabilidad. Pero esto sigue siendo el Gobierno de todo el pueblo, y debe ser, no obstante, un objeto de su afectuosa solicitud. A esta hora las animosidades de los conflictos políticos, la amargura de la derrota parcial, y la exaltación del triunfo partidista deben ser suplantados por un allanamiento ungrudging en la voluntad popular y una preocupación de conciencia sobria para el bien general. Por otra parte, si a partir de esta hora con buen ánimo y con honestidad abandonamos todo prejuicio sección y la desconfianza, y determinar, con la confianza de hombres en el otro, para trabajar armoniosamente los logros de nuestro destino nacional, vamos a merecer a darse cuenta de todos los beneficios que nuestra forma feliz de gobierno puede otorgar.
En esta auspiciosa ocasión bien podemos renovar el compromiso de nuestra devoción a la Constitución, que, puesto en marcha por los fundadores de la República y consagrado por sus oraciones y devoción patriótica, desde hace casi un siglo transmitidas por las esperanzas y las aspiraciones de un gran pueblo a través de la prosperidad y la paz y por el impacto de los conflictos extranjeros y los peligros de la contienda interna y vicisitudes.
Por el Padre de la Patria nuestra Constitución fue elogiado por la adopción como "el resultado de un espíritu de amistad y de concesión mutua." En ese mismo espíritu que se debe administrar, con el fin de promover el bienestar duradero del país y para garantizar la plena medida de sus beneficios inestimables para nosotros y para los que van a tener éxito con las bendiciones de nuestra vida nacional. La gran variedad de intereses diversos y en competencia sujeta a control federal, persistentemente buscan el reconocimiento de sus créditos, necesita darnos ningún temor de que "el mayor bien para el mayor número" no podrá llevarse a cabo si en los pasillos de la legislación nacional de ese espíritu de amistad y concesiones mutuas prevalecerán en la que la Constitución tuvo su nacimiento. Si se trata de la rendición o el aplazamiento de los intereses privados y el abandono de las ventajas locales, la indemnización se encuentra en la seguridad de que el interés común se subserved y del bienestar general avanzó.
En el cumplimiento de mi deber oficial me esforzaré en ser guiado por una construcción justo y no deformada de la Constitución, una cuidadosa observancia de la distinción entre los poderes otorgados al Gobierno Federal y las reservadas a los Estados o al pueblo, y por una apreciación prudente de las funciones que la Constitución y las leyes han sido especialmente asignados a la rama ejecutiva del Gobierno.
Pero el que toma el juramento hoy para preservar, proteger y defender la Constitución de los Estados Unidos sólo asume la obligación solemne que todo ciudadano patriótico - en la granja, en el taller, en los marts ocupados del comercio, y everywhere-- debe compartir con él. La Constitución, que prescribe su juramento, mis compatriotas, es tuyo; el Gobierno le ha elegido para administrar durante un tiempo es tuyo; el sufragio que ejecuta la voluntad de los hombres libres es suya; las leyes y todo el esquema de nuestro gobierno civil, a partir de la reunión de la ciudad a las capitales de los estados y la capital del país, es la suya. Su cada elector, con tanta seguridad como su principal magistrado, bajo la misma sanción de alta, aunque en una esfera diferente, ejerce un fideicomiso público. Esto no es todo. Todo ciudadano debe al país un reloj vigilante y estrecha vigilancia de sus servidores públicos y una estimación justa y razonable de su fidelidad y utilidad. Así es la gente de se impresas en todo el marco de nuestra política civil - municipal, estatal y federal; y este es el precio de nuestra libertad y la inspiración de nuestra fe en la República.
Es deber de los que sirven a la gente en lugar público para limitar el gasto público de cerca a las necesidades reales del Gobierno administrados económicamente, porque esto limita el derecho del Gobierno a exigir tributos de las ganancias del trabajo o de la propiedad de los ciudadanos, y debido a la extravagancia pública engendra la extravagancia en el pueblo. Nunca debemos avergonzarnos de la sencillez y economías prudenciales que mejor se adapten a la operación de una forma republicana de gobierno y más compatible con la misión del pueblo estadounidense. Los seleccionados por un tiempo limitado para gestionar los asuntos públicos son todavía de la gente, y puede hacer mucho por su ejemplo para alentar, de manera compatible con la dignidad de sus funciones oficiales, de esa manera normal de vida que entre sus conciudadanos integridad ayudas y promueve el ahorro y la prosperidad.
El genio de nuestras instituciones, las necesidades de nuestra gente en su vida familiar, y la atención que se exigían para el asentamiento y desarrollo de los recursos de nuestro vasto territorio dictar evitar escrupulosamente cualquier desviación de que la política exterior de elogio por la historia, las tradiciones y la prosperidad de nuestra República. Es la política de la independencia, favorecido por nuestra posición y defendida por nuestro conocido amor por la justicia y por nuestro poder. Es la política de la paz adecuada a nuestros intereses. Es la política de neutralidad, rechazando toda participación en disensiones y las ambiciones extranjeras en otros continentes y repeler su intrusión aquí. Es la política de Monroe y de Washington y Jefferson - "La paz, el comercio y amistad honesta con todas las naciones;. Enredo alianza con ninguno"
A debidamente en cuenta los intereses y la prosperidad de todo el pueblo exige que nuestras finanzas se establecerán a partir de tal una base sólida y sensata como deberá garantizar la seguridad y la confianza de los intereses de las empresas y hacer que el salario del trabajo seguro y estable, y que nuestro sistema de los ingresos deberá ajustarse de modo a aliviar a la gente de los impuestos innecesarios, tener una debida atención a los intereses del capital invertido y los obreros empleados en las industrias estadounidenses, y la prevención de la acumulación de un excedente en el Tesoro para tentar a la extravagancia y el desperdicio.
El cuidado de la propiedad de la nación y de las necesidades de los colonos futuros requiere que el dominio público debe ser protegido de esquemas de hurto y la ocupación ilegal.
La conciencia del pueblo exige que los indígenas dentro de nuestros límites serán tratados justa y honestamente como pupilos en el Gobierno y su educación y civilización promovidas con vistas a su último ciudadanía, y que la poligamia en los Territorios, destructiva de la relación familiar y ofensivo para el sentido moral del mundo civilizado, se reprime.
Las leyes deben ser aplicadas de manera rígida, que prohíben la inmigración de una clase servil de competir con la mano de obra estadounidense, sin la intención de adquirir la ciudadanía, y trayendo con ellos y retener a los hábitos y costumbres repugnantes de nuestra civilización.
El pueblo exige la reforma de la administración de la Generalitat y la aplicación de los principios de negocio de los asuntos públicos. Como un medio para tal fin, la reforma de la función pública debe ser de buena fe forzada. Nuestros ciudadanos tienen el derecho a la protección de la incompetencia de los empleados públicos que ocupan sus lugares únicamente como la recompensa de servicio partidista, y de la influencia corruptora de los que prometen y los métodos viciosos de los que esperan que este tipo de recompensas; y aquellos que dignamente buscan empleo público tienen derecho a insistir en que el mérito y la competencia se reconocerán en lugar de subordinación partido o la rendición de creencia política honesta.
En la administración de un gobierno se comprometió a hacer justicia igual y exacta a todos los hombres no debería haber ningún pretexto para la ansiedad de tocar la protección de los libertos en sus derechos o su seguridad en el goce de sus privilegios en la Constitución y sus enmiendas. Toda discusión sobre su aptitud para el lugar que se les concede como ciudadanos estadounidenses está inactivo y no rentables con excepción de lo que sugiere la necesidad de su mejora. El hecho de que sean los ciudadanos les da derecho a todos los derechos de debido a esa relación y los acusa de todos sus deberes, obligaciones y responsabilidades.
Estos temas y las necesidades constantes y siempre cambiantes de la población activa y emprendedora, así pueden recibir la atención y el esfuerzo patriótico de todos los que hacen y ejecutar la ley Federal. Nuestros deberes son prácticas y exigen la aplicación laboriosa, una inteligente percepción de los reclamos de los cargos públicos, y, sobre todo, una firme determinación, por la acción conjunta, para asegurar que todo el pueblo de la tierra todos los beneficios de la mejor forma de gobierno nunca se dignó a hombre. Y no nos confiamos al esfuerzo humano, pero humildemente reconociendo el poder y la bondad de Dios Todopoderoso, que preside el destino de las naciones, y que en todo momento ha sido revelado en la historia de nuestro país, invoquemos Su ayuda y Sus bendiciones en nuestras labores.
Original
On the East Portico of the Capitol, the former Governor of New York was administered the oath of office by Chief Justice Morrison Waite. A Democrat whose popularity, in part, was the result that he was not part of the Washington political establishment, Mr. Cleveland rode to the Capitol with President Arthur, who had taken office upon the assassination of President Garfield. After the ceremony, a fireworks display at the White House and a ball at the Pension Building on Judiciary Square were held for the public.
Fellow-Citizens:
In the presence of this vast assemblage of my countrymen I am about to supplement and seal by the oath which I shall take the manifestation of the will of a great and free people. In the exercise of their power and right of self-government they have committed to one of their fellow-citizens a supreme and sacred trust, and he here consecrates himself to their service.
This impressive ceremony adds little to the solemn sense of responsibility with which I contemplate the duty I owe to all the people of the land. Nothing can relieve me from anxiety lest by any act of mine their interests may suffer, and nothing is needed to strengthen my resolution to engage every faculty and effort in the promotion of their welfare.
Amid the din of party strife the people's choice was made, but its attendant circumstances have demonstrated anew the strength and safety of a government by the people. In each succeeding year it more clearly appears that our democratic principle needs no apology, and that in its fearless and faithful application is to be found the surest guaranty of good government.
But the best results in the operation of a government wherein every citizen has a share largely depend upon a proper limitation of purely partisan zeal and effort and a correct appreciation of the time when the heat of the partisan should be merged in the patriotism of the citizen.
To-day the executive branch of the Government is transferred to new keeping. But this is still the Government of all the people, and it should be none the less an object of their affectionate solicitude. At this hour the animosities of political strife, the bitterness of partisan defeat, and the exultation of partisan triumph should be supplanted by an ungrudging acquiescence in the popular will and a sober, conscientious concern for the general weal. Moreover, if from this hour we cheerfully and honestly abandon all sectional prejudice and distrust, and determine, with manly confidence in one another, to work out harmoniously the achievements of our national destiny, we shall deserve to realize all the benefits which our happy form of government can bestow.
On this auspicious occasion we may well renew the pledge of our devotion to the Constitution, which, launched by the founders of the Republic and consecrated by their prayers and patriotic devotion, has for almost a century borne the hopes and the aspirations of a great people through prosperity and peace and through the shock of foreign conflicts and the perils of domestic strife and vicissitudes.
By the Father of his Country our Constitution was commended for adoption as "the result of a spirit of amity and mutual concession." In that same spirit it should be administered, in order to promote the lasting welfare of the country and to secure the full measure of its priceless benefits to us and to those who will succeed to the blessings of our national life. The large variety of diverse and competing interests subject to Federal control, persistently seeking the recognition of their claims, need give us no fear that "the greatest good to the greatest number" will fail to be accomplished if in the halls of national legislation that spirit of amity and mutual concession shall prevail in which the Constitution had its birth. If this involves the surrender or postponement of private interests and the abandonment of local advantages, compensation will be found in the assurance that the common interest is subserved and the general welfare advanced.
In the discharge of my official duty I shall endeavor to be guided by a just and unstrained construction of the Constitution, a careful observance of the distinction between the powers granted to the Federal Government and those reserved to the States or to the people, and by a cautious appreciation of those functions which by the Constitution and laws have been especially assigned to the executive branch of the Government.
But he who takes the oath today to preserve, protect, and defend the Constitution of the United States only assumes the solemn obligation which every patriotic citizen--on the farm, in the workshop, in the busy marts of trade, and everywhere--should share with him. The Constitution which prescribes his oath, my countrymen, is yours; the Government you have chosen him to administer for a time is yours; the suffrage which executes the will of freemen is yours; the laws and the entire scheme of our civil rule, from the town meeting to the State capitals and the national capital, is yours. Your every voter, as surely as your Chief Magistrate, under the same high sanction, though in a different sphere, exercises a public trust. Nor is this all. Every citizen owes to the country a vigilant watch and close scrutiny of its public servants and a fair and reasonable estimate of their fidelity and usefulness. Thus is the people's will impressed upon the whole framework of our civil polity--municipal, State, and Federal; and this is the price of our liberty and the inspiration of our faith in the Republic.
It is the duty of those serving the people in public place to closely limit public expenditures to the actual needs of the Government economically administered, because this bounds the right of the Government to exact tribute from the earnings of labor or the property of the citizen, and because public extravagance begets extravagance among the people. We should never be ashamed of the simplicity and prudential economies which are best suited to the operation of a republican form of government and most compatible with the mission of the American people. Those who are selected for a limited time to manage public affairs are still of the people, and may do much by their example to encourage, consistently with the dignity of their official functions, that plain way of life which among their fellow-citizens aids integrity and promotes thrift and prosperity.
The genius of our institutions, the needs of our people in their home life, and the attention which is demanded for the settlement and development of the resources of our vast territory dictate the scrupulous avoidance of any departure from that foreign policy commended by the history, the traditions, and the prosperity of our Republic. It is the policy of independence, favored by our position and defended by our known love of justice and by our power. It is the policy of peace suitable to our interests. It is the policy of neutrality, rejecting any share in foreign broils and ambitions upon other continents and repelling their intrusion here. It is the policy of Monroe and of Washington and Jefferson--"Peace, commerce, and honest friendship with all nations; entangling alliance with none."
A due regard for the interests and prosperity of all the people demands that our finances shall be established upon such a sound and sensible basis as shall secure the safety and confidence of business interests and make the wage of labor sure and steady, and that our system of revenue shall be so adjusted as to relieve the people of unnecessary taxation, having a due regard to the interests of capital invested and workingmen employed in American industries, and preventing the accumulation of a surplus in the Treasury to tempt extravagance and waste.
Care for the property of the nation and for the needs of future settlers requires that the public domain should be protected from purloining schemes and unlawful occupation.
The conscience of the people demands that the Indians within our boundaries shall be fairly and honestly treated as wards of the Government and their education and civilization promoted with a view to their ultimate citizenship, and that polygamy in the Territories, destructive of the family relation and offensive to the moral sense of the civilized world, shall be repressed.
The laws should be rigidly enforced which prohibit the immigration of a servile class to compete with American labor, with no intention of acquiring citizenship, and bringing with them and retaining habits and customs repugnant to our civilization.
The people demand reform in the administration of the Government and the application of business principles to public affairs. As a means to this end, civil-service reform should be in good faith enforced. Our citizens have the right to protection from the incompetency of public employees who hold their places solely as the reward of partisan service, and from the corrupting influence of those who promise and the vicious methods of those who expect such rewards; and those who worthily seek public employment have the right to insist that merit and competency shall be recognized instead of party subserviency or the surrender of honest political belief.
In the administration of a government pledged to do equal and exact justice to all men there should be no pretext for anxiety touching the protection of the freedmen in their rights or their security in the enjoyment of their privileges under the Constitution and its amendments. All discussion as to their fitness for the place accorded to them as American citizens is idle and unprofitable except as it suggests the necessity for their improvement. The fact that they are citizens entitles them to all the rights due to that relation and charges them with all its duties, obligations, and responsibilities.
These topics and the constant and ever-varying wants of an active and enterprising population may well receive the attention and the patriotic endeavor of all who make and execute the Federal law. Our duties are practical and call for industrious application, an intelligent perception of the claims of public office, and, above all, a firm determination, by united action, to secure to all the people of the land the full benefits of the best form of government ever vouchsafed to man. And let us not trust to human effort alone, but humbly acknowledging the power and goodness of Almighty God, who presides over the destiny of nations, and who has at all times been revealed in our country's history, let us invoke His aid and His blessings upon our labors.
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