Contexto
Una tormenta de nieve la noche anterior hizo que las ceremonias que se trasladaron a la Cámara del Senado en el Capitolio. El juramento fue administrado por sexta vez por el juez Melville Fuller. El nuevo presidente tomó su juramento en el Tribunal Supremo de la Biblia, que utilizó de nuevo en 1921 para tomar juramento como Presidente del Tribunal Supremo de la Corte Suprema. Un baile inaugural de la noche se celebró en el edificio de Pensiones.
Cualquiera que haya tomado el juramento que acabo tomado debe sentir un gran peso de la responsabilidad. Si no, él no tiene ningún concepto de los poderes y deberes de la oficina en la que él está a punto de entrar, o que carece de un sentido adecuado de la obligación que impone el juramento.
La oficina de un discurso inaugural es dar un esquema resumen de las principales políticas de la nueva administración, la medida en que se pueden anticipar. He tenido el honor de ser uno de los asesores de mi distinguido predecesor, y, como tal, para sostener sus manos en las reformas que ha iniciado. Yo debería ser infiel a mí mismo, a mis promesas, y las declaraciones de la plataforma del partido sobre el que fui elegido para el cargo, si no me hago el mantenimiento y la aplicación de esas reformas una característica más importante de mi administración. Estaban dirigidas a la supresión de la anarquía y los abusos de poder de las grandes combinaciones de capital invertido en los ferrocarriles y en las empresas industriales que ejercen el comercio interestatal. Los pasos que mi predecesor tomó y la legislación aprobada en su recomendación han logrado mucho, han causado un alto general en las políticas viciosas que crearon alarma popular, y han provocado en el negocio afectado a un mucho más alto respeto por la ley vigente.
Para hacer que las reformas no obstante que duran, y asegurar al mismo tiempo la libertad de alarma por parte de los estudiantes que siguen los métodos comerciales adecuadas y progresistas, son necesarias nuevas medidas legislativas y ejecutivas. Alivio de los ferrocarriles de ciertas restricciones de la ley antimonopolio han instado por mi predecesor y se instó a por mí. Por otro lado, la administración se comprometió a la legislación en busca de una supervisión federal adecuada y restricción para prevenir problemas excesivos de bonos y acciones por sociedades propietarias y operan los ferrocarriles de comercio interestatal.
Entonces, también, una reorganización del Departamento de Justicia, de la Oficina de la empresa en el Departamento de Comercio y Trabajo, y de la Comisión de Comercio Interestatal, mirando a la cooperación efectiva de estas agencias, que se necesita para garantizar una aplicación más rápida y cierta de las leyes que afectan a los ferrocarriles interestatales y combinaciones industriales.
Espero ser capaz de presentar en el primer período ordinario de sesiones del Congreso entrante, en diciembre próximos, sugerencias concretas en relación con las modificaciones necesarias para la defensa de la competencia y la ley de comercio interestatal y los cambios necesarios en los departamentos ejecutivos interesados en su aplicación.
Se cree que los negocios estadounidenses con los cambios que se recomiendan pueden estar seguros de que la medida de la estabilidad y la seguridad en el respeto a las cosas que se pueden hacer y las que están prohibidas, que es esencial para la vida y el crecimiento de todos los negocios. Dicho plan debe incluir el derecho de las personas a hacer uso de esos métodos de combinar el capital y los esfuerzos necesarios para alcanzar el más alto grado de eficiencia económica, al mismo tiempo, la diferenciación entre las combinaciones basadas en razones económicas legítimas y aquellas formadas con la intención de la creación de monopolios y controlar artificialmente los precios.
El trabajo de la formulación en forma práctica tales cambios es la palabra creativa de primer orden, y requiere toda la deliberación posible en el intervalo. Creo que las enmiendas que se proponen son tan necesarios en la protección de los negocios legítimos como en el remachado de las reformas que llevan correctamente el nombre de mi predecesor.
Una cuestión de la mayor importancia acuciante es la revisión de la tarifa. De acuerdo con las promesas de la plataforma sobre la cual fui elegido, voy a llamar al Congreso a sesiones extraordinarias para atender a los 15 días del mes de marzo, con el fin de que el examen puede ser a la vez la posibilidad de un proyecto de ley la revisión de la Ley Dingley. Esto debería asegurar un ingreso adecuado y ajuste de los derechos de una manera tal como para permitirse el lujo de la mano de obra y para todas las industrias en el país, ya sea de la granja, mina o una fábrica, la protección arancelaria por igual a la diferencia entre el costo de producción en el extranjero y el costo de producción de aquí, y tiene una disposición que le pondrán en vigor, después de la determinación ejecutiva de ciertos hechos, una tarifa más alta o máxima contra aquellos países cuyas políticas comerciales hacia nosotros de manera equitativa requiere ese tipo de discriminación. Se cree que se ha producido un cambio en las condiciones desde la promulgación de la Ley Dingley, redactado en un principio similar de protección, que la medida de la tarifa arriba indicada permitirá la reducción de las tasas en determinados horarios y requerirá el avance de la pocos, si alguno.
La propuesta de revisión de la tarifa hecho de una forma tan autoritaria como para llevar a la comunidad de negocios para contar sobre ella se detiene necesariamente todas aquellas ramas de negocios directamente afectados; y ya que estos son los más importantes, que perturba todo el negocio del país. Es imperiosamente necesario, por tanto, que un proyecto de ley arancelaria se elaborará de buena fe, de acuerdo con las promesas hechas antes de las elecciones por el partido en el poder, y tan pronto como pasó la debida consideración lo permita. No es que la tarifa es más importante en el largo plazo que el perfeccionamiento de las reformas en materia de legislación sobre defensa de la competencia y la regulación del comercio interestatal, pero la necesidad de una acción cuando la revisión de la tarifa se ha determinado después es más inmediata para evitar la vergüenza de los negocios. Para asegurar la velocidad necesaria en la aprobación de la ley arancelaria, parecería prudente intentar ninguna otra legislación en la sesión extra. Me atrevo esto como sólo una sugerencia, para el curso que deberá adoptar el Congreso, por convocatoria del Poder Ejecutivo, es enteramente bajo su discreción.
En el envío de un proyecto de ley arancelaria el motivo principal es la fiscalidad y la obtención de ese modo de un ingreso. Debido en gran parte a la depresión económica que siguió al pánico financiero de 1907, los ingresos de las aduanas y otras fuentes se ha reducido a tal punto que los gastos para el año fiscal en curso serán superiores a sus ingresos por $ 100 millones. Es imperativo que tal déficit no será duradero, y los redactores de la ley de tarifas debe, por supuesto, tener en cuenta los ingresos totales que se pueda producir por ella y así organizar las tareas de asegurar un ingreso adecuado. Si fuera imposible hacerlo por los derechos de importación, los nuevos tipos impositivos deben adoptarse, y entre ellos me recomiendan un impuesto a la herencia se graduó como correcta en principio y por cierto y fácil de colección.
La obligación por parte de los responsables de los gastos realizados para llevar al Gobierno, para ser lo más económico posible, y para hacer que la carga de los impuestos lo más ligero posible, es evidente, y debe afirmarse en cada declaración de la política del gobierno . Esto es especialmente cierto cuando estamos cara a cara con un déficit pesado. Pero cuando el deseo de ganar la aprobación popular conduce a la amputación de los gastos realmente necesarios para hacer que el Gobierno efectivo y permita a él para cumplir sus objetos propios, el resultado es lo más que denunciar el despilfarro de los fondos públicos en gastos innecesarios . El alcance de un gobierno moderno en lo que puede y debe lograr para su pueblo se ha ampliado mucho más allá de los principios establecidos por el antiguo "laissez faire" escuela de escritores políticos, y esta ampliación se ha reunido la aprobación popular.
En el Departamento de Agricultura de la utilización de experimentos científicos a gran escala y la difusión de la información derivada de las mismas para la mejora de la agricultura en general debe continuar.
La importancia de la supervisión de la gestión de los grandes ferrocarriles y combinaciones industriales y la investigación y el procesamiento necesario de los métodos comerciales ilegales son un impuesto más necesaria que Gobierno que no existían hace medio siglo.
La puesta en vigor de leyes que deberán garantizar la conservación de nuestros recursos, hasta el momento, ya que pueden estar dentro de la jurisdicción del Gobierno Federal, incluyendo la obra más importante del ahorro y la restauración de nuestros bosques y la gran mejora de las vías fluviales, son todos correcto funciones del gobierno que debe implicar grandes gastos si se realiza correctamente. Mientras que algunos de ellos, como el rescate de las tierras áridas, se hacen para pagar por sí mismos, otros son de tal beneficio indirecto que esto no se puede esperar de ellos. Una mejora permanente, como el Canal de Panamá, se debe tratar como una empresa distinta, y debe ser pagado por el producto de los bonos, la cuestión de qué va a distribuir su costo entre las generaciones presentes y futuras, de acuerdo con los beneficios derivados. Bien puede ser sometida a la consideración seria del Congreso si la profundización y el control del canal de un gran sistema de ríos, como el de la Ohio o del Mississippi, cuando los planes definidos y prácticas para la empresa se han aprobado y determinado después, no debe ser contemplada en la misma forma.
Entonces, también, hay gastos de Gobierno absolutamente necesario si nuestro país es mantener su lugar entre las naciones del mundo, y es ejercer su influencia adecuada en defensa de sus propios intereses comerciales en el mantenimiento de la política americana tradicional contra la la colonización de las monarquías europeas en este hemisferio, y en la promoción de la paz y de la moralidad internacional. Me refiero al costo de mantener un ejército propio, una armada adecuada y fortificaciones adecuadas a la parte continental de los Estados Unidos y en sus dependencias.
Deberíamos tener un ejército tan organizado y tan oficialidad que sea capaz en situaciones excepcionales, en cooperación con la milicia nacional y en las disposiciones de una ley nacional de voluntarios adecuada, rápidamente se expanda en una fuerza suficiente para resistir toda invasión probables en el extranjero y para proporcionar una fuerza expedicionaria respetable si es necesario en el mantenimiento de nuestra política tradicional estadounidense que lleva el nombre del presidente Monroe.
Nuestros fortificaciones todavía están en un estado de integridad sólo parcial, y el número de hombres para el hombre que es insuficiente. En pocos años, sin embargo, los créditos anuales habituales para nuestras defensas costeras, tanto en el continente y en las dependencias, los hará suficiente para resistir todo ataque directo, y para entonces podemos esperar que los hombres para el hombre que se proporcionarán como un complemento necesario. La distancia de nuestras costas de Europa y Asia, por supuesto, reduce la necesidad de mantener las armas de un gran ejército, pero no quitar el requisito de mera prudencia - que deberíamos tener un ejército lo suficientemente grande y lo constituye como para formar una núcleo de la cual una fuerza adecuada puede crecer rápidamente.
Lo que se ha dicho del ejército puede afirmarse en incluso una manera más enfática de la marina. Una armada moderna no se puede improvisar. Debe ser construido y en la existencia cuando surge la emergencia que requiere su uso y funcionamiento. Mi distinguido predecesor tiene en muchos discursos y mensajes establecidos con gran fuerza y lenguaje sorprendente la necesidad de mantener una fuerte armada en consonancia con la línea de la costa, los recursos gubernamentales, y el comercio exterior de nuestra nación; y quiero reiterar todas las razones que ha presentado a favor de la política de mantener una fuerte armada como el mejor conservador de nuestra paz con otras naciones, y el mejor medio de garantizar el respeto de la afirmación de nuestros derechos, la defensa de nuestros intereses y el ejercicio de nuestra influencia en asuntos internacionales.
Nuestra política internacional está siempre a favor de la paz. Vamos a entrar en una guerra con una plena conciencia de las terribles consecuencias que siempre conlleva, con o sin éxito, y nosotros, por supuesto, haremos todo lo posible en consonancia con el honor nacional y el más alto interés nacional para evitar un recurso a las armas. Estamos a favor de cada instrumento, como la del Tribunal de La Haya y los tratados de arbitraje realizadas con vistas a su uso en todas las controversias internacionales, con el fin de mantener la paz y evitar la guerra. Pero debemos ser ciegos a las condiciones existentes y debemos permitirnos llegar a ser idealistas tontos si no nos damos cuenta de que, con todas las naciones del mundo armados y preparados para la guerra, debemos ser nosotros mismos en una situación similar, con el fin de evitar que otra naciones se aprovechen de nosotros y de nuestra incapacidad para defender nuestros intereses y afirman nuestros derechos con una mano fuerte.
En las controversias internacionales que puedan surgir en el Orient crecen fuera de la cuestión de la puerta abierta y otros temas que Estados Unidos puede mantener sus intereses intactos y puede garantizar el respeto de su justas demandas. Ella no va a ser capaz de hacerlo, sin embargo, si se entiende que ella nunca tiene la intención de respaldar su afirmación del derecho y la defensa de su interés por nada, pero la mera protesta verbal y la nota diplomática. Por estas razones, los gastos del ejército y la marina y de las defensas costeras se deben considerar siempre como algo que el Gobierno tiene que pagar, y no se debe cortar a través de la mera consideración de la economía. Nuestro Gobierno es capaz de pagar un ejército adecuado y una armada adecuada. Se puede mantener sin el menor peligro para la República o la causa de las instituciones libres, y el miedo de los impuestos adicionales no deberían cambiar una política adecuada en este sentido.
La política de Estados Unidos en la guerra española y ya ha dado una posición de influencia entre las naciones que nunca tuvo antes, y debe ser constantemente ejercida para asegurar a los ciudadanos de buena fe, ya sea nativo o naturalizado, el respeto por ellos como como en el extranjero. Debemos hacer todo lo posible para evitar la prohibición humillantes y degradantes contra cualquiera de nuestros ciudadanos que deseen temporal para residir en el extranjero por motivos de raza o religión.
La admisión de los inmigrantes asiáticos que no pueden ser amalgamado con nuestra población se ha hecho el tema, ya sea de las cláusulas prohibitivas en nuestros tratados y estatutos o del reglamento administrativo estricto garantizado por la negociación diplomática. Sinceramente espero que podamos seguir para minimizar los males que pueden surgir a partir de esa inmigración sin fricciones innecesarias y por concesiones mutuas entre los gobiernos que se precie. Mientras tanto tenemos que tomar todas las precauciones para prevenir, o en su defecto, para castigar a los arrebatos de sentimiento carrera entre nuestro pueblo contra los extranjeros de cualquier nacionalidad que tengan por nuestra reconocen un derecho tratado para perseguir negocio legal aquí y ser protegidos contra asalto o lesión sin ley.
Esto me lleva a señalar un defecto grave en el presente jurisdicción federal, que ha de poner remedio a la vez. Habiendo asegurado a otros países por tratado la protección de nuestras leyes para tales de sus súbditos o ciudadanos como permitimos que venir dentro de nuestra jurisdicción, que ahora deja a un estado o una ciudad, no están bajo el control del Gobierno Federal, el deber de realizar nuestras obligaciones internacionales a este respecto. Por una legislación adecuada que puede, y debe, poner en manos del Ejecutivo Federal los medios de tutela de los derechos convencionales de esos extranjeros en los tribunales del Gobierno Federal. Se pone a nuestro Gobierno en una posición pusilánime de hacer compromisos concretos para proteger a los extranjeros y luego para excusar el incumplimiento de los compromisos de una explicación que el deber de mantenerlos es en los Estados o ciudades, no dentro de nuestro control. Si queremos prometer que debemos ponernos en una posición para llevar a cabo nuestra promesa. No podemos permitir que el posible fracaso de la justicia, debido a los prejuicios de cualquier Estado o gobierno municipal, al exponernos al riesgo de una guerra que podría evitarse si la jurisdicción federal se afirmó por la legislación adecuada por el Congreso y llevado a cabo por los procedimientos apropiados instituidos por el Ejecutivo en los tribunales del Gobierno Nacional.
Una de las reformas que se llevarán a cabo durante la administración entrante es un cambio de nuestras leyes monetarias y bancarias, a fin de asegurar una mayor elasticidad en las formas de la moneda para el comercio y para evitar las limitaciones del derecho de operar para aumentar la vergüenza de un pánico financiero. La comisión monetaria, últimamente nombrado, está dando plena consideración a las condiciones existentes y para todas las soluciones propuestas, y, sin duda, sugerir uno que cumpla con los requisitos de negocio y de interés público.
Podemos esperar que el informe encarnará ni el rocío estrecha de los que creen que el único objetivo del nuevo sistema debe ser garantizar un gran rendimiento del capital bancario o de los que tendrían una mayor expansión de la moneda con poco respeto a las provisiones por su redención inmediata o máxima seguridad. No hay ningún tema de debate económico tan complicado y tan propensos a evocar distintas opiniones y afirmaciones dogmáticas como éste. La comisión, en el estudio de la influencia general de la moneda en las empresas y de los negocios en la moneda, se han extendido sabiamente sus investigaciones en la banca europea y métodos monetarios. La información que se han derivado de los expertos que han encontrado en el extranjero, sin duda, puede encontrar ayuda en la solución del difícil problema que tienen en la mano.
El Congreso entrante debería cumplir sin demora a la promesa de la plataforma republicana y aprobar un proyecto de ley de cajas de ahorros postales adecuada. No será el paternalismo imprudente o excesiva. La promesa de pagar por el Gobierno proporcionará un incentivo para los depósitos de ahorro que la empresa privada no puede suministrar ya una tasa de interés tan bajo como para no retirar la costumbre de los bancos existentes. Se aumentará sustancialmente los fondos disponibles para la inversión como capital en empresas útiles. Se proporcionará la seguridad absoluta que hace que el esquema propuesto de garantía gubernamental de los depósitos de manera seductora, y sin sus resultados perniciosos.
Sinceramente espero que el Congreso entrante será viva, como debe ser, a la importancia de nuestro comercio exterior y de favorecer el desarrollo de todas las maneras factibles. La posibilidad de incrementar este comercio en el Oriente, en las Filipinas, y en América del Sur son conocidos por todos los que han recibido la atención asunto. El efecto directo de libre comercio entre este país y Filipinas se marcará en nuestras ventas de prendas de algodón, maquinaria agrícola, y otras manufacturas. La necesidad de la creación de líneas directas de vapores entre el Norte y América del Sur se ha puesto en conocimiento del Congreso por mi predecesor y por Mr. Root antes y después de su visita de destacar a ese continente, y espero sinceramente que el Congreso puede ser inducida para ver la sabiduría de un esfuerzo tentativo para establecer dichas líneas por el uso de las subvenciones de correo.
La importancia del papel que los Departamentos de Agricultura y de Comercio y Trabajo pueden jugar en librar los mercados de Europa de prohibiciones y discriminaciones contra la importación de nuestros productos se entiende completamente, y se espera que el uso de los valores máximo y mínimo de características de nuestra ley arancelaria a ser pronto superado será eficaz para eliminar muchas de esas restricciones.
El Canal de Panamá tendrá una influencia más importante sobre el comercio entre las secciones occidentales del este y lejano de nuestro país, y aumentará en gran medida las instalaciones para el transporte entre el este y la costa occidental, y, posiblemente, puede revolucionar las tasas transcontinentales con respecto a voluminosos mercancía. También tendrá un efecto más beneficioso para aumentar el comercio entre la costa este de los Estados Unidos y la costa occidental de América del Sur, y, de hecho, con algunos de los puertos importantes de la costa este de América del Sur alcanzados por el carril de la costa oeste.
El trabajo en el canal está avanzando más satisfactoria. El tipo del canal como un canal de esclusas fue fijado por el Congreso después de un examen completo de los informes contradictorios de la mayoría y minoría de la junta consultora, y después de la recomendación de la Secretaría de Guerra y el Ejecutivo sobre esos informes. Sugerencia reciente de que algo había ocurrido en el Istmo para hacer el tipo de bloqueo del canal menos factible de lo que se supone que es cuando se hicieron los informes y la política determina el llevado a una visita al istmo de una junta de ingenieros competentes examinar la presa de Gatún y cerraduras, que son la clave del tipo de cerradura. El informe de esa junta no muestra nada ha ocurrido en la naturaleza de la evidencia recientemente revelada que debe cambiar los puntos de vista, una vez formados en la discusión original. La construcción continuará bajo una organización más eficaz controlado por el coronel Goethals y sus ingenieros militares compañeros asociados con él, y sin duda será completado a principios de la próxima administración, si no antes.
Algún tipo de canal de debe ser construido. El tipo de bloqueo ha sido seleccionado. Todos estamos a favor de que se construyó la mayor brevedad posible. Debemos ahora no, por lo tanto, mantener un fuego en la parte trasera de los agentes que hemos autorizados para hacer nuestro trabajo en el Istmo. Debemos sostener sus manos, y hablando en nombre de la administración entrante quiero decir que me propongo dedicar toda la energía posible y bajo mi control de empuje de este trabajo sobre los planes que se han adoptado, y de estar detrás de los hombres que están haciendo un trabajo fiel, duro para lograr la pronta terminación de esta, la mayor empresa constructiva de los tiempos modernos.
Los gobiernos de nuestras dependencias en Puerto Rico y las Filipinas están progresando tan favorable como se podría desear. La prosperidad de Puerto Rico continúa sin cesar. Las condiciones de los negocios en Filipinas no son todo lo que se puede desear que fueran, pero con la aprobación de la nueva ley de tarifas que permita el libre comercio entre los Estados Unidos y el archipiélago, con tales limitaciones en el azúcar y el tabaco, deberán evitar lesiones en el hogar intereses en aquellos productos, que pueden contar con una mejora en las condiciones de negocios en Filipinas y el desarrollo de un comercio mutuamente beneficiosa entre este país y las islas. Mientras tanto nuestro Gobierno en cada dependencia es la defensa de las tradiciones de la libertad civil y el aumento de control popular que podría esperarse bajo los auspicios de Estados Unidos. El trabajo que estamos haciendo no redunda en nuestro crédito como nación.
Espero con esperanza de aumentar la ya buena sensación entre el Sur y el resto de las secciones del país. Mi objetivo principal es no llevar a cabo un cambio en el voto electoral de los Estados del Sur. Esa es una consideración secundaria. Lo que espero es un aumento de la tolerancia de puntos de vista políticos de todo tipo y sus actividades de promoción en todo el Sur, y la existencia de una oposición política respetable en cada Estado; incluso más que eso, para una mayor sensación de parte de todas las personas en el Sur que este Gobierno es su Gobierno, y que sus funcionarios en sus estados son sus oficiales.
El examen de esta cuestión no puede, sin embargo, ser completa y completa sin hacer referencia a la raza negra, su progreso y su condición actual. La enmienda decimotercera les aseguró la libertad; el debido proceso decimocuarta enmienda de la ley, la protección de la propiedad, y la búsqueda de la felicidad; y la enmienda XV intentó asegurar el negro contra toda privación del privilegio de votar porque era un negro. Las enmiendas XIII y XIV han sido generalmente forzada y han asegurado los objetos para los que están destinados. Aunque la enmienda XV no se ha observado en general en el pasado, debería ser observado, y la tendencia de la legislación del Sur hoy en día es hacia la promulgación de las cualificaciones electorales que deberá cuadrar con esa enmienda. Por supuesto, la mera adopción de una ley constitucional es sólo un paso en la dirección correcta. Debe hacerse cumplir de manera justa y con justicia también. Con el tiempo ambos vendrán. Por lo tanto es claro para todos que la dominación de un elemento irresponsable ignorante puede ser prevenida por las leyes constitucionales que excluirá de votar ambos negros y blancos no tienen la educación u otros títulos que se consideran necesarios para un electorado adecuada. Por lo tanto, ha pasado el peligro de que el control de un electorado ignorante. Con este cambio, el interés que muchos de los ciudadanos blancos del sur toman en el bienestar de los negros ha aumentado. Los hombres de color deben basar su esperanza en los resultados de su propia industria, el autocontrol, la frugalidad, y el éxito del negocio, así como sobre la ayuda y la comodidad y la simpatía que puedan recibir de sus vecinos blancos del Sur.
Hubo un momento en que los norteños que simpatizaban con el negro en su necesaria lucha por mejores condiciones buscaron darle el sufragio como una protección para imponer su ejercicio contra el sentimiento predominante del Sur. El movimiento resultó ser un fracaso. Lo que queda es la enmienda XV a la Constitución y el derecho a que los estatutos de los Estados que especifica los requisitos para los electores sometidos a la prueba del cumplimiento de esa enmienda. Esta es una gran protección para el negro. Nunca va a ser derogada, y nunca debe ser derogada. Si no hubiera pasado, podría ser difícil ahora para adoptarlo; pero con él en nuestra ley fundamental, la política de la legislación del Sur debe y tenderá a obedecerla, y siempre y cuando las leyes de los Estados cumplir con la prueba de esta enmienda y que no son otra cosa en conflicto con la Constitución y las leyes de los Estados Unidos, no es la disposición o dentro de la provincia del Gobierno Federal para interferir con la regulación por parte de los Estados del Sur de sus asuntos internos. Hay en el Sur un sentimiento más fuerte que nunca entre los pudientes-inteligente, y el elemento influyente en favor de la educación industrial del negro y el fomento de la carrera para hacerse miembros útiles de la comunidad. El progreso que el negro ha hecho en los últimos cincuenta años, de la esclavitud, cuando sus estadísticas son revisados, es maravillosa, y que proporciona todas las razones para esperar que en los próximos veinticinco años, una aún mayor mejoría en su condición productiva miembro de la sociedad, en la granja, y en la tienda, y en otras ocupaciones puede venir.
Los negros son ahora los estadounidenses. Sus antepasados vinieron aquí hace años en contra de su voluntad, y esta es su único país y su única bandera. Ellos se han mostrado ansiosos de vivir por ella y para morir por ella. El encuentro con la sensación carrera contra ellos, sometidos a veces a la injusticia cruel crece fuera de él, es muy posible que tenga nuestra profunda simpatía y ayuda en la lucha que están haciendo. Estamos encargados con el deber sagrado de hacer su camino lo más suave y fácil como sea posible. Cualquier reconocimiento de sus distinguidos hombres, cualquier ejercicio de funciones de entre ellos, se toma correctamente como un estímulo y un reconocimiento de su progreso, y esto sólo política debe llevarse a cabo cuando la ocasión adecuada ofrece.
Pero bien puede admitir la duda de si, en el caso de cualquier raza, una cita de uno de sus miembros a una oficina local en una comunidad en la que la sensación de la raza es tan generalizada y aguda como para interferir con la facilidad y la facilidad con que los asuntos del gobierno local de que se puede hacer por la persona designada es de suficiente beneficio a modo de estímulo para la carrera a pesar más que la recurrencia y aumento de la sensibilidad raza que lo que probablemente conducirá tal nombramiento. Por tanto, el Ejecutivo, en el reconocimiento de la raza negra por citas, debe ejercer una discreción cuidado de no así a hacer más daño que bien. Por otro lado, hay que tener cuidado de no fomentar la mera pretensión de sentimiento carrera fabricado en interés de la ambición política individual.
Personalmente, no tengo ni la más leve perjuicio raza o sentimiento, y el reconocimiento de su existencia sólo despierta en mi corazón una simpatía más profunda para los que tienen que soportar o sufrir de ella, y yo cuestiono la sabiduría de una política que es probable que aumente ella. Mientras tanto, si no se hace nada para evitarlo, una mejor sensación entre los negros y los blancos en el Sur seguirá creciendo, y cada vez más de la gente blanca se dará cuenta de que el futuro del Sur va a ser mucho más beneficiado por el progreso industrial e intelectual de los negros. El ejercicio de franquicias políticos por los de esta raza que son inteligentes y bien hacer será consentido, y el derecho a voto serán retenidos sólo desde el ignorante e irresponsable de las dos carreras.
Hay otra cuestión a la que me referiré. Se fue objeto de gran controversia durante las elecciones y pide que, al menos, una referencia que pasa ahora. Mi distinguido predecesor ha prestado mucha atención a la causa de los trabajadores, con cuya lucha por mejores cosas que ha mostrado la simpatía más sincera. En su caso el Congreso ha aprobado el proyecto de ley de fijación de la responsabilidad de los transportistas interestatales a sus empleados del perjuicio sufrido en el curso del empleo, la abolición de la regla de compañero de servidumbre y el imperio de la ley común en cuanto a la culpa concurrente, y sustituyéndola por la así llamada regla de "negligencia comparativa". También se ha aprobado una ley fijar la remuneración de los empleados públicos por las lesiones sufridas en el empleo del Gobierno a través de la negligencia de la superior. También se ha aprobado una ley de trabajo infantil modelo para el Distrito de Columbia. En administraciones anteriores se había aprobado una ley de arbitraje para los ferrocarriles de comercio interestatal y sus empleados, y leyes para la aplicación de los dispositivos de seguridad para salvar la vida y las extremidades de los empleados de ferrocarriles interestatales. Legislación adicional de este tipo fue aprobada por el Congreso saliente.
Quiero decir que en la medida en que puedo espero promover la promulgación de nuevas leyes de este personaje. Estoy firmemente convencido de que el Gobierno debería hacer como responsables a los empleados lesionados en su empleo como una corporación interestatal-tren se hace responsable por ley federal a sus empleados; y me alegraré, siempre que cualquier dispositivo de seguridad adicional razonable se puede inventar para reducir la pérdida de vidas y la integridad física de los empleados de los ferrocarriles, para instar al Congreso a exigir su adopción por los ferrocarriles interestatales.
Otra cuestión laboral ha surgido lo que ha despertado la discusión más emocionados. Eso es en lo que respecta a la facultad de los tribunales federales de emitir mandamientos judiciales en los conflictos colectivos. En cuanto a eso, mis convicciones son fijos. Quita de los tribunales, si pudiera ser quitado, la facultad de emitir mandamientos judiciales en los conflictos laborales, y crearía una clase privilegiada entre los obreros y salvar el sin ley entre ellos a partir de un remedio más necesaria a disposición de todos los hombres por el protección de su negocio contra la invasión sin ley.The proposition that business is not a property or pecuniary right which can be protected by equitable injunction is utterly without foundation in precedent or reason.The proposition is usually linked with one to make the secondary boycott lawful.Such a proposition is at variance with the American instinct, and will find no support, in my judgment, when submitted to the American people.The secondary boycott is an instrument of tyranny, and ought not to be made legitimate.
The issue of a temporary restraining order without notice has in several instances been abused by its inconsiderate exercise, and to remedy this the platform upon which I was elected recommends the formulation in a statute of the conditions under which such a temporary restraining order ought to issue. A statute can and ought to be framed to embody the best modern practice, and can bring the subject so closely to the attention of the court as to make abuses of the process unlikely in the future. The American people, if I understand them, insist that the authority of the courts shall be sustained, and are opposed to any change in the procedure by which the powers of a court may be weakened and the fearless and effective administration of justice be interfered with.
Having thus reviewed the questions likely to recur during my administration, and having expressed in a summary way the position which I expect to take in recommendations to Congress and in my conduct as an Executive, I invoke the considerate sympathy and support of my fellow-citizens and the aid of the Almighty God in the discharge of my responsible duties.
Original
A blizzard the night before caused the ceremonies to be moved into the Senate Chamber in the Capitol. The oath of office was administered for the sixth time by Chief Justice Melville Fuller. The new President took his oath on the Supreme Court Bible, which he used again in 1921 to take his oaths as the Chief Justice of the Supreme Court. An inaugural ball that evening was held at the Pension Building.
Anyone who has taken the oath I have just taken must feel a heavy weight of responsibility. If not, he has no conception of the powers and duties of the office upon which he is about to enter, or he is lacking in a proper sense of the obligation which the oath imposes.
The office of an inaugural address is to give a summary outline of the main policies of the new administration, so far as they can be anticipated. I have had the honor to be one of the advisers of my distinguished predecessor, and, as such, to hold up his hands in the reforms he has initiated. I should be untrue to myself, to my promises, and to the declarations of the party platform upon which I was elected to office, if I did not make the maintenance and enforcement of those reforms a most important feature of my administration. They were directed to the suppression of the lawlessness and abuses of power of the great combinations of capital invested in railroads and in industrial enterprises carrying on interstate commerce. The steps which my predecessor took and the legislation passed on his recommendation have accomplished much, have caused a general halt in the vicious policies which created popular alarm, and have brought about in the business affected a much higher regard for existing law.
To render the reforms lasting, however, and to secure at the same time freedom from alarm on the part of those pursuing proper and progressive business methods, further legislative and executive action are needed. Relief of the railroads from certain restrictions of the antitrust law have been urged by my predecessor and will be urged by me. On the other hand, the administration is pledged to legislation looking to a proper federal supervision and restriction to prevent excessive issues of bonds and stock by companies owning and operating interstate commerce railroads.
Then, too, a reorganization of the Department of Justice, of the Bureau of Corporations in the Department of Commerce and Labor, and of the Interstate Commerce Commission, looking to effective cooperation of these agencies, is needed to secure a more rapid and certain enforcement of the laws affecting interstate railroads and industrial combinations.
I hope to be able to submit at the first regular session of the incoming Congress, in December next, definite suggestions in respect to the needed amendments to the antitrust and the interstate commerce law and the changes required in the executive departments concerned in their enforcement.
It is believed that with the changes to be recommended American business can be assured of that measure of stability and certainty in respect to those things that may be done and those that are prohibited which is essential to the life and growth of all business. Such a plan must include the right of the people to avail themselves of those methods of combining capital and effort deemed necessary to reach the highest degree of economic efficiency, at the same time differentiating between combinations based upon legitimate economic reasons and those formed with the intent of creating monopolies and artificially controlling prices.
The work of formulating into practical shape such changes is creative word of the highest order, and requires all the deliberation possible in the interval. I believe that the amendments to be proposed are just as necessary in the protection of legitimate business as in the clinching of the reforms which properly bear the name of my predecessor.
A matter of most pressing importance is the revision of the tariff. In accordance with the promises of the platform upon which I was elected, I shall call Congress into extra session to meet on the 15th day of March, in order that consideration may be at once given to a bill revising the Dingley Act. This should secure an adequate revenue and adjust the duties in such a manner as to afford to labor and to all industries in this country, whether of the farm, mine or factory, protection by tariff equal to the difference between the cost of production abroad and the cost of production here, and have a provision which shall put into force, upon executive determination of certain facts, a higher or maximum tariff against those countries whose trade policy toward us equitably requires such discrimination. It is thought that there has been such a change in conditions since the enactment of the Dingley Act, drafted on a similarly protective principle, that the measure of the tariff above stated will permit the reduction of rates in certain schedules and will require the advancement of few, if any.
The proposal to revise the tariff made in such an authoritative way as to lead the business community to count upon it necessarily halts all those branches of business directly affected; and as these are most important, it disturbs the whole business of the country. It is imperatively necessary, therefore, that a tariff bill be drawn in good faith in accordance with promises made before the election by the party in power, and as promptly passed as due consideration will permit. It is not that the tariff is more important in the long run than the perfecting of the reforms in respect to antitrust legislation and interstate commerce regulation, but the need for action when the revision of the tariff has been determined upon is more immediate to avoid embarrassment of business. To secure the needed speed in the passage of the tariff bill, it would seem wise to attempt no other legislation at the extra session. I venture this as a suggestion only, for the course to be taken by Congress, upon the call of the Executive, is wholly within its discretion.
In the mailing of a tariff bill the prime motive is taxation and the securing thereby of a revenue. Due largely to the business depression which followed the financial panic of 1907, the revenue from customs and other sources has decreased to such an extent that the expenditures for the current fiscal year will exceed the receipts by $100,000,000. It is imperative that such a deficit shall not continue, and the framers of the tariff bill must, of course, have in mind the total revenues likely to be produced by it and so arrange the duties as to secure an adequate income. Should it be impossible to do so by import duties, new kinds of taxation must be adopted, and among these I recommend a graduated inheritance tax as correct in principle and as certain and easy of collection.
The obligation on the part of those responsible for the expenditures made to carry on the Government, to be as economical as possible, and to make the burden of taxation as light as possible, is plain, and should be affirmed in every declaration of government policy. This is especially true when we are face to face with a heavy deficit. But when the desire to win the popular approval leads to the cutting off of expenditures really needed to make the Government effective and to enable it to accomplish its proper objects, the result is as much to be condemned as the waste of government funds in unnecessary expenditure. The scope of a modern government in what it can and ought to accomplish for its people has been widened far beyond the principles laid down by the old "laissez faire" school of political writers, and this widening has met popular approval.
In the Department of Agriculture the use of scientific experiments on a large scale and the spread of information derived from them for the improvement of general agriculture must go on.
The importance of supervising business of great railways and industrial combinations and the necessary investigation and prosecution of unlawful business methods are another necessary tax upon Government which did not exist half a century ago.
The putting into force of laws which shall secure the conservation of our resources, so far as they may be within the jurisdiction of the Federal Government, including the most important work of saving and restoring our forests and the great improvement of waterways, are all proper government functions which must involve large expenditure if properly performed. While some of them, like the reclamation of arid lands, are made to pay for themselves, others are of such an indirect benefit that this cannot be expected of them. A permanent improvement, like the Panama Canal, should be treated as a distinct enterprise, and should be paid for by the proceeds of bonds, the issue of which will distribute its cost between the present and future generations in accordance with the benefits derived. It may well be submitted to the serious consideration of Congress whether the deepening and control of the channel of a great river system, like that of the Ohio or of the Mississippi, when definite and practical plans for the enterprise have been approved and determined upon, should not be provided for in the same way.
Then, too, there are expenditures of Government absolutely necessary if our country is to maintain its proper place among the nations of the world, and is to exercise its proper influence in defense of its own trade interests in the maintenance of traditional American policy against the colonization of European monarchies in this hemisphere, and in the promotion of peace and international morality. I refer to the cost of maintaining a proper army, a proper navy, and suitable fortifications upon the mainland of the United States and in its dependencies.
We should have an army so organized and so officered as to be capable in time of emergency, in cooperation with the national militia and under the provisions of a proper national volunteer law, rapidly to expand into a force sufficient to resist all probable invasion from abroad and to furnish a respectable expeditionary force if necessary in the maintenance of our traditional American policy which bears the name of President Monroe.
Our fortifications are yet in a state of only partial completeness, and the number of men to man them is insufficient. In a few years however, the usual annual appropriations for our coast defenses, both on the mainland and in the dependencies, will make them sufficient to resist all direct attack, and by that time we may hope that the men to man them will be provided as a necessary adjunct. The distance of our shores from Europe and Asia of course reduces the necessity for maintaining under arms a great army, but it does not take away the requirement of mere prudence--that we should have an army sufficiently large and so constituted as to form a nucleus out of which a suitable force can quickly grow.
What has been said of the army may be affirmed in even a more emphatic way of the navy. A modern navy can not be improvised. It must be built and in existence when the emergency arises which calls for its use and operation. My distinguished predecessor has in many speeches and messages set out with great force and striking language the necessity for maintaining a strong navy commensurate with the coast line, the governmental resources, and the foreign trade of our Nation; and I wish to reiterate all the reasons which he has presented in favor of the policy of maintaining a strong navy as the best conservator of our peace with other nations, and the best means of securing respect for the assertion of our rights, the defense of our interests, and the exercise of our influence in international matters.
Our international policy is always to promote peace. We shall enter into any war with a full consciousness of the awful consequences that it always entails, whether successful or not, and we, of course, shall make every effort consistent with national honor and the highest national interest to avoid a resort to arms. We favor every instrumentality, like that of the Hague Tribunal and arbitration treaties made with a view to its use in all international controversies, in order to maintain peace and to avoid war. But we should be blind to existing conditions and should allow ourselves to become foolish idealists if we did not realize that, with all the nations of the world armed and prepared for war, we must be ourselves in a similar condition, in order to prevent other nations from taking advantage of us and of our inability to defend our interests and assert our rights with a strong hand.
In the international controversies that are likely to arise in the Orient growing out of the question of the open door and other issues the United States can maintain her interests intact and can secure respect for her just demands. She will not be able to do so, however, if it is understood that she never intends to back up her assertion of right and her defense of her interest by anything but mere verbal protest and diplomatic note. For these reasons the expenses of the army and navy and of coast defenses should always be considered as something which the Government must pay for, and they should not be cut off through mere consideration of economy. Our Government is able to afford a suitable army and a suitable navy. It may maintain them without the slightest danger to the Republic or the cause of free institutions, and fear of additional taxation ought not to change a proper policy in this regard.
The policy of the United States in the Spanish war and since has given it a position of influence among the nations that it never had before, and should be constantly exerted to securing to its bona fide citizens, whether native or naturalized, respect for them as such in foreign countries. We should make every effort to prevent humiliating and degrading prohibition against any of our citizens wishing temporarily to sojourn in foreign countries because of race or religion.
The admission of Asiatic immigrants who cannot be amalgamated with our population has been made the subject either of prohibitory clauses in our treaties and statutes or of strict administrative regulation secured by diplomatic negotiation. I sincerely hope that we may continue to minimize the evils likely to arise from such immigration without unnecessary friction and by mutual concessions between self-respecting governments. Meantime we must take every precaution to prevent, or failing that, to punish outbursts of race feeling among our people against foreigners of whatever nationality who have by our grant a treaty right to pursue lawful business here and to be protected against lawless assault or injury.
This leads me to point out a serious defect in the present federal jurisdiction, which ought to be remedied at once. Having assured to other countries by treaty the protection of our laws for such of their subjects or citizens as we permit to come within our jurisdiction, we now leave to a state or a city, not under the control of the Federal Government, the duty of performing our international obligations in this respect. By proper legislation we may, and ought to, place in the hands of the Federal Executive the means of enforcing the treaty rights of such aliens in the courts of the Federal Government. It puts our Government in a pusillanimous position to make definite engagements to protect aliens and then to excuse the failure to perform those engagements by an explanation that the duty to keep them is in States or cities, not within our control. If we would promise we must put ourselves in a position to perform our promise. We cannot permit the possible failure of justice, due to local prejudice in any State or municipal government, to expose us to the risk of a war which might be avoided if federal jurisdiction was asserted by suitable legislation by Congress and carried out by proper proceedings instituted by the Executive in the courts of the National Government.
One of the reforms to be carried out during the incoming administration is a change of our monetary and banking laws, so as to secure greater elasticity in the forms of currency available for trade and to prevent the limitations of law from operating to increase the embarrassment of a financial panic. The monetary commission, lately appointed, is giving full consideration to existing conditions and to all proposed remedies, and will doubtless suggest one that will meet the requirements of business and of public interest.
We may hope that the report will embody neither the narrow dew of those who believe that the sole purpose of the new system should be to secure a large return on banking capital or of those who would have greater expansion of currency with little regard to provisions for its immediate redemption or ultimate security. There is no subject of economic discussion so intricate and so likely to evoke differing views and dogmatic statements as this one. The commission, in studying the general influence of currency on business and of business on currency, have wisely extended their investigations in European banking and monetary methods. The information that they have derived from such experts as they have found abroad will undoubtedly be found helpful in the solution of the difficult problem they have in hand.
The incoming Congress should promptly fulfill the promise of the Republican platform and pass a proper postal savings bank bill. It will not be unwise or excessive paternalism. The promise to repay by the Government will furnish an inducement to savings deposits which private enterprise can not supply and at such a low rate of interest as not to withdraw custom from existing banks. It will substantially increase the funds available for investment as capital in useful enterprises. It will furnish absolute security which makes the proposed scheme of government guaranty of deposits so alluring, without its pernicious results.
I sincerely hope that the incoming Congress will be alive, as it should be, to the importance of our foreign trade and of encouraging it in every way feasible. The possibility of increasing this trade in the Orient, in the Philippines, and in South America are known to everyone who has given the matter attention. The direct effect of free trade between this country and the Philippines will be marked upon our sales of cottons, agricultural machinery, and other manufactures. The necessity of the establishment of direct lines of steamers between North and South America has been brought to the attention of Congress by my predecessor and by Mr. Root before and after his noteworthy visit to that continent, and I sincerely hope that Congress may be induced to see the wisdom of a tentative effort to establish such lines by the use of mail subsidies.
The importance of the part which the Departments of Agriculture and of Commerce and Labor may play in ridding the markets of Europe of prohibitions and discriminations against the importation of our products is fully understood, and it is hoped that the use of the maximum and minimum feature of our tariff law to be soon passed will be effective to remove many of those restrictions.
The Panama Canal will have a most important bearing upon the trade between the eastern and far western sections of our country, and will greatly increase the facilities for transportation between the eastern and the western seaboard, and may possibly revolutionize the transcontinental rates with respect to bulky merchandise. It will also have a most beneficial effect to increase the trade between the eastern seaboard of the United States and the western coast of South America, and, indeed, with some of the important ports on the east coast of South America reached by rail from the west coast.
The work on the canal is making most satisfactory progress. The type of the canal as a lock canal was fixed by Congress after a full consideration of the conflicting reports of the majority and minority of the consulting board, and after the recommendation of the War Department and the Executive upon those reports. Recent suggestion that something had occurred on the Isthmus to make the lock type of the canal less feasible than it was supposed to be when the reports were made and the policy determined on led to a visit to the Isthmus of a board of competent engineers to examine the Gatun dam and locks, which are the key of the lock type. The report of that board shows nothing has occurred in the nature of newly revealed evidence which should change the views once formed in the original discussion. The construction will go on under a most effective organization controlled by Colonel Goethals and his fellow army engineers associated with him, and will certainly be completed early in the next administration, if not before.
Some type of canal must be constructed. The lock type has been selected. We are all in favor of having it built as promptly as possible. We must not now, therefore, keep up a fire in the rear of the agents whom we have authorized to do our work on the Isthmus. We must hold up their hands, and speaking for the incoming administration I wish to say that I propose to devote all the energy possible and under my control to pushing of this work on the plans which have been adopted, and to stand behind the men who are doing faithful, hard work to bring about the early completion of this, the greatest constructive enterprise of modern times.
The governments of our dependencies in Porto Rico and the Philippines are progressing as favorably as could be desired. The prosperity of Porto Rico continues unabated. The business conditions in the Philippines are not all that we could wish them to be, but with the passage of the new tariff bill permitting free trade between the United States and the archipelago, with such limitations on sugar and tobacco as shall prevent injury to domestic interests in those products, we can count on an improvement in business conditions in the Philippines and the development of a mutually profitable trade between this country and the islands. Meantime our Government in each dependency is upholding the traditions of civil liberty and increasing popular control which might be expected under American auspices. The work which we are doing there redounds to our credit as a nation.
I look forward with hope to increasing the already good feeling between the South and the other sections of the country. My chief purpose is not to effect a change in the electoral vote of the Southern States. That is a secondary consideration. What I look forward to is an increase in the tolerance of political views of all kinds and their advocacy throughout the South, and the existence of a respectable political opposition in every State; even more than this, to an increased feeling on the part of all the people in the South that this Government is their Government, and that its officers in their states are their officers.
The consideration of this question can not, however, be complete and full without reference to the negro race, its progress and its present condition. The thirteenth amendment secured them freedom; the fourteenth amendment due process of law, protection of property, and the pursuit of happiness; and the fifteenth amendment attempted to secure the negro against any deprivation of the privilege to vote because he was a negro. The thirteenth and fourteenth amendments have been generally enforced and have secured the objects for which they are intended. While the fifteenth amendment has not been generally observed in the past, it ought to be observed, and the tendency of Southern legislation today is toward the enactment of electoral qualifications which shall square with that amendment. Of course, the mere adoption of a constitutional law is only one step in the right direction. It must be fairly and justly enforced as well. In time both will come. Hence it is clear to all that the domination of an ignorant, irresponsible element can be prevented by constitutional laws which shall exclude from voting both negroes and whites not having education or other qualifications thought to be necessary for a proper electorate. The danger of the control of an ignorant electorate has therefore passed. With this change, the interest which many of the Southern white citizens take in the welfare of the negroes has increased. The colored men must base their hope on the results of their own industry, self-restraint, thrift, and business success, as well as upon the aid and comfort and sympathy which they may receive from their white neighbors of the South.
There was a time when Northerners who sympathized with the negro in his necessary struggle for better conditions sought to give him the suffrage as a protection to enforce its exercise against the prevailing sentiment of the South. The movement proved to be a failure. What remains is the fifteenth amendment to the Constitution and the right to have statutes of States specifying qualifications for electors subjected to the test of compliance with that amendment. This is a great protection to the negro. It never will be repealed, and it never ought to be repealed. If it had not passed, it might be difficult now to adopt it; but with it in our fundamental law, the policy of Southern legislation must and will tend to obey it, and so long as the statutes of the States meet the test of this amendment and are not otherwise in conflict with the Constitution and laws of the United States, it is not the disposition or within the province of the Federal Government to interfere with the regulation by Southern States of their domestic affairs. There is in the South a stronger feeling than ever among the intelligent well-to-do, and influential element in favor of the industrial education of the negro and the encouragement of the race to make themselves useful members of the community. The progress which the negro has made in the last fifty years, from slavery, when its statistics are reviewed, is marvelous, and it furnishes every reason to hope that in the next twenty-five years a still greater improvement in his condition as a productive member of society, on the farm, and in the shop, and in other occupations may come.
The negroes are now Americans. Their ancestors came here years ago against their will, and this is their only country and their only flag. They have shown themselves anxious to live for it and to die for it. Encountering the race feeling against them, subjected at times to cruel injustice growing out of it, they may well have our profound sympathy and aid in the struggle they are making. We are charged with the sacred duty of making their path as smooth and easy as we can. Any recognition of their distinguished men, any appointment to office from among their number, is properly taken as an encouragement and an appreciation of their progress, and this just policy should be pursued when suitable occasion offers.
But it may well admit of doubt whether, in the case of any race, an appointment of one of their number to a local office in a community in which the race feeling is so widespread and acute as to interfere with the ease and facility with which the local government business can be done by the appointee is of sufficient benefit by way of encouragement to the race to outweigh the recurrence and increase of race feeling which such an appointment is likely to engender. Therefore the Executive, in recognizing the negro race by appointments, must exercise a careful discretion not thereby to do it more harm than good. On the other hand, we must be careful not to encourage the mere pretense of race feeling manufactured in the interest of individual political ambition.
Personally, I have not the slightest race prejudice or feeling, and recognition of its existence only awakens in my heart a deeper sympathy for those who have to bear it or suffer from it, and I question the wisdom of a policy which is likely to increase it. Meantime, if nothing is done to prevent it, a better feeling between the negroes and the whites in the South will continue to grow, and more and more of the white people will come to realize that the future of the South is to be much benefited by the industrial and intellectual progress of the negro. The exercise of political franchises by those of this race who are intelligent and well to do will be acquiesced in, and the right to vote will be withheld only from the ignorant and irresponsible of both races.
There is one other matter to which I shall refer. It was made the subject of great controversy during the election and calls for at least a passing reference now. My distinguished predecessor has given much attention to the cause of labor, with whose struggle for better things he has shown the sincerest sympathy. At his instance Congress has passed the bill fixing the liability of interstate carriers to their employees for injury sustained in the course of employment, abolishing the rule of fellow-servant and the common-law rule as to contributory negligence, and substituting therefor the so-called rule of "comparative negligence." It has also passed a law fixing the compensation of government employees for injuries sustained in the employ of the Government through the negligence of the superior. It has also passed a model child-labor law for the District of Columbia. In previous administrations an arbitration law for interstate commerce railroads and their employees, and laws for the application of safety devices to save the lives and limbs of employees of interstate railroads had been passed. Additional legislation of this kind was passed by the outgoing Congress.
I wish to say that insofar as I can I hope to promote the enactment of further legislation of this character. I am strongly convinced that the Government should make itself as responsible to employees injured in its employ as an interstate-railway corporation is made responsible by federal law to its employees; and I shall be glad, whenever any additional reasonable safety device can be invented to reduce the loss of life and limb among railway employees, to urge Congress to require its adoption by interstate railways.
Another labor question has arisen which has awakened the most excited discussion. That is in respect to the power of the federal courts to issue injunctions in industrial disputes. As to that, my convictions are fixed. Take away from the courts, if it could be taken away, the power to issue injunctions in labor disputes, and it would create a privileged class among the laborers and save the lawless among their number from a most needful remedy available to all men for the protection of their business against lawless invasion. The proposition that business is not a property or pecuniary right which can be protected by equitable injunction is utterly without foundation in precedent or reason. The proposition is usually linked with one to make the secondary boycott lawful. Such a proposition is at variance with the American instinct, and will find no support, in my judgment, when submitted to the American people. The secondary boycott is an instrument of tyranny, and ought not to be made legitimate.
The issue of a temporary restraining order without notice has in several instances been abused by its inconsiderate exercise, and to remedy this the platform upon which I was elected recommends the formulation in a statute of the conditions under which such a temporary restraining order ought to issue. A statute can and ought to be framed to embody the best modern practice, and can bring the subject so closely to the attention of the court as to make abuses of the process unlikely in the future. The American people, if I understand them, insist that the authority of the courts shall be sustained, and are opposed to any change in the procedure by which the powers of a court may be weakened and the fearless and effective administration of justice be interfered with.
Having thus reviewed the questions likely to recur during my administration, and having expressed in a summary way the position which I expect to take in recommendations to Congress and in my conduct as an Executive, I invoke the considerate sympathy and support of my fellow-citizens and the aid of the Almighty God in the discharge of my responsible duties.
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