Conciudadanos:
Bajo la Providencia me han llamado una segunda vez para actuar como Ejecutivo en esta gran nación. Ha sido un esfuerzo en el pasado para mantener todas las leyes, y, en lo que los laicos en mi poder, para actuar en el mejor interés de todo el pueblo. Se les dará Mis mejores esfuerzos en la misma dirección en el futuro, con la ayuda, confío, por mis cuatro años de experiencia en la oficina.
Cuando comenzó mi primer mandato de la oficina del Jefe del Ejecutivo, el país no se había recuperado de los efectos de una gran revolución interna, y tres de los antiguos Estados de la Unión no había sido restaurado a sus relaciones federales.
Me pareció prudente que no hay nuevas preguntas deben ser planteadas en tanto que estado de cosas existente. Por lo tanto los últimos cuatro años, por lo que yo podía controlar los acontecimientos, se han consumido en el esfuerzo por restaurar la armonía, el crédito público, el comercio y todas las artes de la paz y el progreso. Tengo la firme convicción de que el mundo civilizado está tendiendo hacia el republicanismo, o el gobierno del pueblo a través de sus representantes elegidos, y que nuestra propia gran República está destinada a ser la estrella que guía a todos los demás.
Bajo nuestra República apoyamos un ejército menor que la de cualquier potencia europea de cualquier pie y una marina de guerra menor que la de cualquiera de al menos cinco de ellos. No podría haber una extensión de territorio en el continente que exigiría un aumento de esta fuerza, sino más bien podría dicha extensión nos permite disminuirla.
La teoría del gobierno cambia con el progreso general. Ahora que el telégrafo se pone a disposición para comunicar el pensamiento, junto con tránsito rápido por el vapor, todas las partes de un continente se hacen contigua para todos los propósitos del gobierno, y la comunicación entre los límites extremos del país hacen más fácil de lo que era en todo el viejo trece Unidos al comienzo de nuestra existencia nacional.
Los efectos de la tarde los conflictos civiles han sido para liberar a los esclavos y hacer de él un ciudadano. Sin embargo, no está en posesión de los derechos civiles que la ciudadanía debe llevar con él. Esto está mal, y debe ser corregido. Para esta corrección estoy comprometida, por lo que la influencia Ejecutivo puede hacer uso.
La igualdad social no es un tema para ser legislado sobre, ni me pregunte que nada puede hacer para mejorar la condición social del hombre de color, excepto para darle una oportunidad justa para desarrollar lo que hay de bueno en él, darle acceso a la escuelas, y cuando viaja lo dejó sentir la seguridad de que su conducta va a regular el tratamiento y la tarifa que va a recibir.
Los Estados últimamente en guerra con el Gobierno General están ahora felizmente rehabilitado, y sin control ejecutivo es ejercido en cualquiera de ellos que no se ejerce en cualquier otro Estado en circunstancias similares.
En el primer año de la pasada administración la propuesta surgió para la admisión de Santo Domingo como un territorio de la Unión. No era una cuestión de mi búsqueda, pero era una propuesta de la gente de Santo Domingo, y que me entretenía. Creo que ahora, como entonces, que era para el mejor interés de este país, para el pueblo de Santo Domingo, y todos los interesados que la proposición debe ser recibida favorablemente. Fue, sin embargo, rechazó la Constitución, y por lo tanto el tema nunca fue llevado de nuevo por mí.
En el futuro, mientras que yo sostengo mi actual cargo, el tema de la adquisición de territorio debe contar con el apoyo de la gente antes de que yo se lo recomiendo a cualquier propuesta que mira a dicha adquisición. Que digo aquí, sin embargo, que no comparto en la aprehensión celebrada por muchos como el peligro de convertirse en gobiernos debilitado y destruido por razón de su extensión de territorio. Comercio, la educación, y de tránsito rápido de pensamiento y la materia por el telégrafo y el vapor han cambiado todo esto. Más bien lo hago yo creo que nuestro Gran Hacedor está preparando al mundo, a su debido tiempo, para convertirse en una nación, hablando un idioma, y cuando ya no será necesario ejércitos y armadas.
Mis esfuerzos en el futuro serán dirigidos a la restauración de la buena sensación entre las diferentes secciones de nuestro país común; a la restauración de nuestra moneda en un valor fijo, en comparación con el estándar mundial de valores - oro - y, si es posible, a la par con él; a la construcción de rutas de vuelos de tránsito en toda la tierra, a fin de que los productos de todos pueden encontrar un mercado y dejar una remuneración de estar para el productor; para el mantenimiento de relaciones de amistad con todos nuestros vecinos y con países distantes; para el restablecimiento de nuestro comercio y participación en el comercio de transporte en el océano; para el fomento de este tipo de industrias manufactureras como puede ser perseguido económicamente en este país, a fin de que las exportaciones de productos para el hogar e industrias pueden pagar nuestras importaciones - el único método seguro de volver a mantener de forma permanente y una base especie; a la elevación de la mano de obra; y, por supuesto, un humano, para llevar a los aborígenes del país bajo las influencias benignas de la educación y de la civilización. Es esto o la guerra de exterminio: guerras de exterminio, dedicado a las personas que persiguen el comercio y todas las actividades industriales, son caros, incluso en contra de los más débiles, y son desmoralizador y malvado. Nuestra superioridad de fuerza y ventajas de la civilización debería hacernos indulgentes con el indio. El mal infligido a él se debe tener en cuenta y el saldo colocado en su haber. El punto de vista moral de la cuestión debe ser considerada y la cuestión preguntó: ¿No puede el indio se hizo un miembro útil y productivo de la sociedad, mediante la enseñanza y el tratamiento adecuado? Si el esfuerzo se hace de buena fe, vamos a estar mejor antes de las naciones civilizadas de la tierra y en nuestras propias conciencias por haber hecho.
Todas estas cosas no son para llevar a cabo por un individuo, sino que recibirán mi apoyo y las recomendaciones para el Congreso como la voluntad, a mi juicio el mejor servicio para llevar a la práctica. Pido su apoyo y aliento.
Ha sido, y es, mi sincero deseo de corregir los abusos que se han desarrollado en la administración pública del país. Para asegurar esto se establecieron reglas de reformación métodos de nombramiento y promociones que regulan y han sido juzgados. Mis esfuerzos para tal reforma se mantengan en vigor a lo mejor de mi juicio. Se mantendrá el espíritu de las normas adoptadas.
Reconozco ante esta asamblea, que representa, como lo hace, todos los sectores de nuestro país, la obligación estoy bajo a mis compatriotas por el gran honor que se han conferido a mí al regresar a la oficina más alta dentro de su regalo, y la obligación de seguir descansando en mí para hacer de ellos los mejores servicios dentro de mi poder. Esto te lo prometo, mirando hacia adelante con la mayor ansiedad el día en que seré liberado de las responsabilidades que a veces son casi abrumadora, y de la que apenas he tenido un respiro desde el lanzamiento lleno de acontecimientos en Fort Sumter, en abril de 1861, a el día de hoy. Mis servicios luego fueron presentados y aceptados en la primera convocatoria para las tropas que crecen fuera de ese evento.
Yo no pedí lugar o posición, y estaba totalmente sin la influencia o el conocido de las personas de influencia, pero estaba decidido a cumplir con mi parte en una lucha que amenaza la existencia misma de la nación. Realicé un deber de conciencia, sin pedir promoción o de comandos, y sin un sentimiento de venganza contra cualquier sección o individuo.
A pesar de esto, durante toda la guerra, y desde mi candidatura para mi actual cargo en 1868 hasta el cierre de la última campaña presidencial, he sido objeto de abusos y calumnias casi nunca igualado en la historia política, que a día siento que puede darse el lujo de no tener en cuenta a la vista de su veredicto, que Acepto con gratitud como mi vindicación.
Original
Under Providence I have been called a second time to act as Executive over this great nation. It has been my endeavor in the past to maintain all the laws, and, so far as lay in my power, to act for the best interests of the whole people. My best efforts will be given in the same direction in the future, aided, I trust, by my four years' experience in the office.
When my first term of the office of Chief Executive began, the country had not recovered from the effects of a great internal revolution, and three of the former States of the Union had not been restored to their Federal relations.
It seemed to me wise that no new questions should be raised so long as that condition of affairs existed. Therefore the past four years, so far as I could control events, have been consumed in the effort to restore harmony, public credit, commerce, and all the arts of peace and progress. It is my firm conviction that the civilized world is tending toward republicanism, or government by the people through their chosen representatives, and that our own great Republic is destined to be the guiding star to all others.
Under our Republic we support an army less than that of any European power of any standing and a navy less than that of either of at least five of them. There could be no extension of territory on the continent which would call for an increase of this force, but rather might such extension enable us to diminish it.
The theory of government changes with general progress. Now that the telegraph is made available for communicating thought, together with rapid transit by steam, all parts of a continent are made contiguous for all purposes of government, and communication between the extreme limits of the country made easier than it was throughout the old thirteen States at the beginning of our national existence.
The effects of the late civil strife have been to free the slave and make him a citizen. Yet he is not possessed of the civil rights which citizenship should carry with it. This is wrong, and should be corrected. To this correction I stand committed, so far as Executive influence can avail.
Social equality is not a subject to be legislated upon, nor shall I ask that anything be done to advance the social status of the colored man, except to give him a fair chance to develop what there is good in him, give him access to the schools, and when he travels let him feel assured that his conduct will regulate the treatment and fare he will receive.
The States lately at war with the General Government are now happily rehabilitated, and no Executive control is exercised in any one of them that would not be exercised in any other State under like circumstances.
In the first year of the past Administration the proposition came up for the admission of Santo Domingo as a Territory of the Union. It was not a question of my seeking, but was a proposition from the people of Santo Domingo, and which I entertained. I believe now, as I did then, that it was for the best interest of this country, for the people of Santo Domingo, and all concerned that the proposition should be received favorably. It was, however, rejected constitutionally, and therefore the subject was never brought up again by me.
In future, while I hold my present office, the subject of acquisition of territory must have the support of the people before I will recommend any proposition looking to such acquisition. I say here, however, that I do not share in the apprehension held by many as to the danger of governments becoming weakened and destroyed by reason of their extension of territory. Commerce, education, and rapid transit of thought and matter by telegraph and steam have changed all this. Rather do I believe that our Great Maker is preparing the world, in His own good time, to become one nation, speaking one language, and when armies and navies will be no longer required.
My efforts in the future will be directed to the restoration of good feeling between the different sections of our common country; to the restoration of our currency to a fixed value as compared with the world's standard of values--gold--and, if possible, to a par with it; to the construction of cheap routes of transit throughout the land, to the end that the products of all may find a market and leave a living remuneration to the producer; to the maintenance of friendly relations with all our neighbors and with distant nations; to the reestablishment of our commerce and share in the carrying trade upon the ocean; to the encouragement of such manufacturing industries as can be economically pursued in this country, to the end that the exports of home products and industries may pay for our imports--the only sure method of returning to and permanently maintaining a specie basis; to the elevation of labor; and, by a humane course, to bring the aborigines of the country under the benign influences of education and civilization. It is either this or war of extermination: Wars of extermination, engaged in by people pursuing commerce and all industrial pursuits, are expensive even against the weakest people, and are demoralizing and wicked. Our superiority of strength and advantages of civilization should make us lenient toward the Indian. The wrong inflicted upon him should be taken into account and the balance placed to his credit. The moral view of the question should be considered and the question asked, Can not the Indian be made a useful and productive member of society by proper teaching and treatment? If the effort is made in good faith, we will stand better before the civilized nations of the earth and in our own consciences for having made it.
All these things are not to be accomplished by one individual, but they will receive my support and such recommendations to Congress as will in my judgment best serve to carry them into effect. I beg your support and encouragement.
It has been, and is, my earnest desire to correct abuses that have grown up in the civil service of the country. To secure this reformation rules regulating methods of appointment and promotions were established and have been tried. My efforts for such reformation shall be continued to the best of my judgment. The spirit of the rules adopted will be maintained.
I acknowledge before this assemblage, representing, as it does, every section of our country, the obligation I am under to my countrymen for the great honor they have conferred on me by returning me to the highest office within their gift, and the further obligation resting on me to render to them the best services within my power. This I promise, looking forward with the greatest anxiety to the day when I shall be released from responsibilities that at times are almost overwhelming, and from which I have scarcely had a respite since the eventful firing upon Fort Sumter, in April, 1861, to the present day. My services were then tendered and accepted under the first call for troops growing out of that event.
I did not ask for place or position, and was entirely without influence or the acquaintance of persons of influence, but was resolved to perform my part in a struggle threatening the very existence of the nation. I performed a conscientious duty, without asking promotion or command, and without a revengeful feeling toward any section or individual.
Notwithstanding this, throughout the war, and from my candidacy for my present office in 1868 to the close of the last Presidential campaign, I have been the subject of abuse and slander scarcely ever equaled in political history, which to-day I feel that I can afford to disregard in view of your verdict, which I gratefully accept as my vindication.
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