Conciudadanos del Senado y de la Cámara de Representantes:
Ser llamado repentinamente en medio de la última sesión del Congreso por una dispensa dolorosa de la Divina Providencia a la estación responsable que ahora tengo, me contenté con dicha comunicación a la Asamblea Legislativa como la exigencia del momento parecía requerir. El país se vio envuelto en luto por la pérdida de su venerable magistrado jefe y todos los corazones se penetró por la pena. Ni el tiempo ni la ocasión parecía exigir o para justificar por mi parte cualquier expresión general de opiniones políticas o de cualquier anuncio de los principios que me habrían de regir en el desempeño de los deberes respecto a la actuación de la que había sido llamado de manera tan inesperada. Confío, por tanto, que no puede ser considerado inapropiado si me valgo de esta oportunidad de la recomposición del Congreso para dar a conocer mis sentimientos de manera general en lo que respecta a la política que debe ser aplicada por el Gobierno tanto en su relación sexual con las naciones extranjeras y su gestión y administración de los asuntos internos.
Las naciones, como los individuos en un estado de naturaleza, son iguales e independientes, que poseen ciertos derechos y ciertas obligaciones debido a la otra, derivada de sus relaciones necesarias e inevitables; que los derechos y deberes no hay ninguna autoridad humana común de proteger y hacer cumplir. Aún así, son los derechos y deberes, de unión en la moral, en la conciencia, y en honor, aunque no hay un tribunal al que una parte perjudicada puede apelar pero el juicio desinteresado de la humanidad, y en última instancia al arbitrio de la espada.
Entre los derechos reconocidos de las naciones es la que cada uno posee de establecer la forma de gobierno que estime más conducentes a la felicidad y la prosperidad de sus ciudadanos, de forma que el cambio de las circunstancias lo requieran, y de la gestión de sus asuntos internos de acuerdo con su propia voluntad. El pueblo de los Estados Unidos reclaman este derecho para sí mismos, y fácilmente reconocen a los demás. Por lo tanto, se convierte en un deber imperativo de no interferir en el gobierno o la política interna de otras naciones; y aunque podemos simpatizar con el desafortunado o los oprimidos de todo el mundo en sus luchas por la libertad, nuestros principios nos prohiben tomar parte en este tipo de concursos extranjeros. No hacemos guerras para promover o para prevenir las sucesiones de tronos, para mantener cualquier teoría de un equilibrio de poder, o para suprimir el gobierno real que cualquier país decide establecer por sí mismos. Nos instigamos no hay revoluciones, ni sufrimos ningún expediciones militares hostiles a ser habilitadas en los Estados Unidos para invadir el territorio o provincias de una nación amiga. La gran ley de la moralidad debe tener una una aplicación personal e individual nacional, así como. Debemos actuar hacia otras naciones como deseamos que actúen para con nosotros, y la justicia y la conciencia debe formar la regla de conducta entre los gobiernos, en lugar de mero poder, interés propio, o el deseo de engrandecimiento. Para mantener una estricta neutralidad en las guerras extranjeras, para cultivar relaciones de amistad, de corresponder a cada acto noble y generoso, y para llevar a cabo puntualmente y escrupulosamente todas las obligaciones de tratados - estos son los deberes que debemos a otros estados, y por el desempeño de las cuales que mejor da derecho a nosotros mismos como el tratamiento de los mismos; o, en caso de que, en cualquier caso, se denegará, podemos hacer valer nuestros derechos con la justicia y la conciencia tranquila.
En nuestra política interna de la Constitución será mi guía, y en cuestiones de duda voy a buscar a su interpretación de las decisiones judiciales de ese tribunal que se estableció para exponer y para el uso del Gobierno, sancionada por la aquiescencia del país . Considero que todas sus disposiciones como igualmente obligatoria. En todas sus partes, es la voluntad del pueblo expresada en la forma más solemne, y las autoridades constituidas no son sino agentes para llevar a esa voluntad en vigor. Todo poder que le haya concedido se ha de ejercer para el bien público; pero ninguna pretensión de utilidad, sin convicción honesta, incluso, de lo que podría ser conveniente, puede justificar la asunción de cualquier poder que no se concedió. Las competencias que le atribuye el Gobierno y su distribución a los diversos departamentos están tan claramente expresadas en dicho instrumento sagrado como la imperfección del lenguaje humano permitirá, y yo lo consideren mi primer deber no cuestionar su sabiduría, añadir a sus disposiciones, eludir su requisitos, o anulan sus comandos.
Sobre vosotros, conciudadanos, como los representantes de los Estados y de las personas, se delega sabiamente el poder legislativo. Voy a cumplir con mi deber en la colocación antes de tiempo en tiempo la información calculada para que pueda cumplir su confianza alta y responsable en beneficio de nuestros constituyentes comunes.
Mis opiniones se expresaron con franqueza sobre los temas principales de la legislación; y si - que no anticipo - cualquier acto debe pasar las dos Cámaras del Congreso que deben aparecer a mí inconstitucional, o un ataque a los poderes legítimos de otros departamentos, o con las disposiciones adoptadas apresuradamente y susceptibles de producir consecuencias perjudiciales y imprevisto, que no debería rehuir el deber de devolver a usted, con mis razones, para su ulterior examen. Más allá de la correcta ejecución de estas obligaciones constitucionales, tanto mi respeto por la Legislatura y mi sentido de la decencia se me abstenerse de cualquier intento de controlar o influir en sus actuaciones. Con usted es el poder, el honor y la responsabilidad de la legislación del país.
El Gobierno de los Estados Unidos es un gobierno limitado. Se limita al ejercicio de las competencias conferidas expresamente y aquellas otras que sean necesarias para llevar a esos poderes en efecto; y es en todo momento un servicio especial para evitar cualquier violación de los derechos sólo de los Estados. A través de los objetos y sujetos confiados al Congreso su autoridad legislativa es supremo. Pero aquí esa autoridad cesa, y todos los ciudadanos que verdaderamente ama a la Constitución y desea la continuación de su existencia y sus bendiciones con decisión y firmeza resistir cualquier interferencia en los asuntos internos que la Constitución tiene un alto precio y de forma inequívoca que dispone la autoridad exclusiva de los Estados . Y cada uno de esos ciudadanos también despreciar irritación inútil entre los varios miembros de la Unión y todos los reproches y criminación que tienden a alienar a una parte del país de otro. La belleza de nuestro sistema de gobierno consiste, y su seguridad y durabilidad debe consistir en evitar las colisiones mutuas y usurpaciones y en la acción separada regular de todos, mientras que cada uno está girando en su propia órbita distinta.
La Constitución ha hecho el deber del Presidente que tener cuidado de que las leyes se ejecuten fielmente. En un gobierno como el nuestro, en el que todas las leyes son aprobadas por mayoría de los representantes del pueblo, y estos representantes son elegidos por períodos tan cortos que cualquier ley perjudicial o desagradable muy pronto puede ser derogada, parece poco probable que un gran números deben encontrarse listo para resistir la ejecución de las leyes. Pero hay que tener en cuenta que el país es muy amplia; que puede haber intereses locales o prejuicios que prestan una ley odiosa en una parte que no es así en el otro, y que el irreflexivo y desconsiderado, engañado por sus pasiones o su imaginación, se puede inducir con locura para resistir las leyes que desaprueban. Tales personas deben recordar que sin ley no hay libertad práctica real; que cuando la ley es pisoteada bajo las reglas de la tiranía del pie, si aparece en la forma de un despotismo militar o de la violencia popular. La ley es la única protección segura de los débiles y el único freno eficaz a los fuertes. Cuando se administra de manera imparcial y fielmente, ninguno está por debajo de su protección y ninguno por encima de su control. Usted, señores, y el país puede estar seguro de que al máximo de mi capacidad y en la medida del poder que me lo haré en todo momento y en todo lugar se encargan de que las leyes se ejecuten fielmente. En el cumplimiento de este deber, con solemnidad impuesta sobre mí por la Constitución y por mi juramento del cargo, voy a rehuir ninguna responsabilidad, y trataré de cumplir con los eventos que puedan surgir con firmeza, así como con la prudencia y la discreción.
El poder que se nombra es uno de los más delicados con los que el Ejecutivo se invierte. Me considero como un deber sagrado, que se realizará con el único fin de promover la prosperidad y la felicidad de las personas. Será mi esfuerzo para elevar el nivel de empleo oficial mediante la selección de los lugares de importancia individuos dotados para los puestos a los que están asignados por su integridad conocida, talentos y virtudes. En tan extenso un país, con una población tan grande, y donde pocas personas designadas para cargos pueden ser conocidos por el poder de nombramiento, los errores a veces inevitablemente sucederá y citas desafortunadas se hizo a pesar de la mayor atención. En tales casos, el poder de eliminación puede ser ejercido adecuadamente; y el descuido del deber o prevaricato no será más tolerado en individuos nombrados por mí mismo que en los designados por los demás. Estoy feliz de poder decir que ningún cambio desfavorable en nuestras relaciones exteriores ha tenido lugar desde el mensaje en la apertura de la última sesión del Congreso. Estamos en paz con todas las naciones y que disfrutamos en un grado eminente las bendiciones de que la paz en un comercio próspero y en crecimiento y en todas las formas de relaciones sexuales nacional amistosa. El crecimiento sin precedentes del país, la cantidad presente de su población, y sus amplios medios de autoprotección para garantizar que el respeto de todas las naciones, al tiempo que se confía en que su carácter por la justicia y una relación con los derechos de otros Estados miembros pondrán causa que el respeto sea pagado fácilmente y con alegría.
Un convenio fue negociado entre Estados Unidos y Gran Bretaña en abril pasado para facilitar y proteger la construcción de un canal de navegación entre los océanos Atlántico y Pacífico y para otros fines. El instrumento ha sido ratificado ya por las partes contratantes, el intercambio de ratificaciones se ha efectuado, y la proclamación de los mismos ha sido debidamente presentada.
Además de las estipulaciones contenidas en el presente convenio, otros dos objetos aún no se han logrado entre los poderes adjudicadores: Primero. La designación y el establecimiento de un puerto libre en cada extremo del canal.
Segundo. Un acuerdo de fijación de la distancia de la costa dentro de la cual las operaciones marítimas beligerantes no sean efectuadas. Sobre estos puntos no hay duda de que los dos gobiernos lleguen a un entendimiento.
La compañía de los ciudadanos de los Estados Unidos que han adquirido desde el Estado de Nicaragua el privilegio de construir un canal de navegación entre los dos océanos a través del territorio de ese Estado han avanzado en sus arreglos preliminares. El tratado entre los Estados Unidos y Gran Bretaña de 19 de abril último, se hace referencia más arriba, estando ya en funcionamiento, es de esperar que las garantías que éste ofrece será suficiente para asegurar la finalización de la obra con toda la expedición practicable . Es obvio que este resultado sería pospuesta indefinidamente si cualquier otro de medidas pacíficas con el propósito de armonizar las demandas en conflicto al territorio en ese trimestre deben aprobarse. En consecuencia será mi empeño para hacer que toda nueva negociación por parte de este Gobierno, que puede ser necesaria para este fin que se lo llevó a cabo a fin de ponerlas a un cierre rápido y exitoso.
Se ha producido algún retraso inevitable, derivada de la distancia y la dificultad de las relaciones entre este Gobierno y el de Nicaragua, pero a medida que la inteligencia sólo se ha recibido la designación de un enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de ese Gobierno a residir en Washington, cuya llegada podrá antes de esperar, se espera que no habrá más obstáculos serán experimentados en la transacción inmediata de los negocios entre los dos Gobiernos.
Los ciudadanos de los Estados Unidos han llevado a cabo la conexión de los dos océanos por medio de un ferrocarril a través del Istmo de Tehuantepec, en virtud de subvenciones del Gobierno de México a un ciudadano de esta República. Se entiende que un control exhaustivo de la evolución de la comunicación está en preparación, y hay muchas razones para esperar que será perseguida con energía característica, sobre todo cuando ese Gobierno haya dado su consentimiento a tales estipulaciones con el Gobierno de los Estados Unidos que sean necesarias para impartir una sensación de seguridad a los que puedan emprender su propiedad en la empresa. Las negociaciones están pendientes para la realización de ese objeto, y una esperanza se entretuvieron con confianza que cuando el Gobierno de México se convertirá debidamente sensible de las ventajas que ese país no puede dejar de derivar de la obra, y saber que el Gobierno de los Estados Unidos desea que el derecho a la soberanía de México en el Istmo permanecerá intacta, las estipulaciones mencionadas será acordado con presteza.
Por los últimos consejos de México al parecer, sin embargo, que ese Gobierno entretiene fuertes objeciones a algunas de las estipulaciones que las partes interesadas en el proyecto del ferrocarril estimen necesarias para su protección y seguridad. Continuación del examen, es de esperar, o alguna modificación de las condiciones, sin embargo, puede conciliar las diferencias existentes entre los dos Gobiernos en este sentido.
Nuevas instrucciones se han dado recientemente al ministro de los Estados Unidos en México, que está procesando el asunto con prontitud y capacidad.
Aunque las negociaciones con Portugal para el pago de las reclamaciones de los ciudadanos de los Estados Unidos contra ese gobierno aún no se han traducido en un tratado formal, sin embargo, una propuesta, presentada por el Gobierno de Portugal para el ajuste final y el pago de esas reclamaciones, recientemente ha sido aceptado por parte de los Estados Unidos. Es para mí un placer decir que el señor Clay, a quien la negociación por parte de los Estados Unidos había sido confiado, descargó los deberes de su cita con habilidad y discreción, actuando siempre dentro de las instrucciones de su Gobierno.
Se espera que una convención regular se negociará de inmediato para llevar el acuerdo entre los dos Gobiernos en vigor. El comisionado designado bajo la ley del Congreso para llevar a efecto la convención con el Brasil de 27 de enero de 1849, ha entrado en el ejercicio de las funciones que le impone ese acto. Se espera que esos derechos pueden ser completados dentro del plazo que se le receta. Aún no se han recibido los documentos, sin embargo, que el Gobierno Imperial, por el artículo tercero de la convención, estipula que proporcionará al Gobierno de los Estados Unidos. Como se presume que esos documentos serán esenciales para la correcta disposición de las reclamaciones, puede que sea necesario para que el Congreso extienda el período limitado por la duración de la comisión. La suma estipulada por el artículo cuarto de la convención que se pagará a ha recibido este Gobierno.
La colección en los puertos de los Estados Unidos de derechos discriminatorios sobre los vasos de Chile y sus cargas se ha suspendido, de conformidad con las disposiciones de la ley del Congreso del 24 de mayo de 1828 Es de esperar que esta medida impartir un nuevo impulso al comercio entre los dos países, que en los últimos tiempos, y especialmente a partir de la adquisición de California, ha, en beneficio recíproco de las partes, sido muy aumentada.
Guano peruano ha llegado a ser tan deseable un artículo al interés agrícola de los Estados Unidos que es el deber del Gobierno de emplear todos los medios adecuadamente en su poder con el fin de provocar que el artículo a ser importados en el país a un precio razonable . Nada se omitirá por mi parte hacia el logro de este fin deseable. Estoy convencido de que en la eliminación de las restricciones a este tráfico el Gobierno peruano promover sus propios intereses, al tiempo que se presta una prueba de una disposición amistosa hacia este país, que será debidamente apreciado.
Va, se cree que el tratado entre los Estados Unidos y Su Majestad el Rey de las islas de Hawai, que recientemente se ha hecho público, tienen un efecto beneficioso sobre las relaciones entre los dos países.
Las relaciones entre las partes de la isla de Santo Domingo que fueron anteriormente colonias de España y Francia, respectivamente, se encuentran todavía en una condición inestable. La proximidad de la isla a los Estados Unidos y las delicadas cuestiones involucradas en la controversia existente no la hacen deseable que se debe ajustar de manera permanente y rápida. Los intereses de la humanidad y de comercio en general también exigir esto; y como indicios de la misma opinión se han recibido de otros gobiernos, se espera que un plan pueda pronto ser ideó para efectuar el objeto de forma que puedan dar satisfacción general. El Gobierno de los Estados Unidos no va a fallar, por el ejercicio de todas las oficinas de amistad adecuados, para hacer todo lo posible para poner fin a la guerra destructiva que ha causado estragos entre las diferentes partes de la isla y para asegurar a los dos la beneficios de la paz y el comercio.
Le remito el informe de la Secretaría de Hacienda para una exposición detallada de las finanzas.
Los ingresos totales en el Tesoro para el 30 de final de año en junio pasado fueron de $ 47,421,748.90. Los gastos totales durante el mismo período fueron de $ 43,002,168.90. La deuda pública se ha reducido desde el último informe anual del Departamento del Tesoro de $ 495,276.79.
Por la sección decimonovena de la Ley del 28 de enero de 1847, las ganancias de la venta de las tierras públicas se comprometieron para el interés y el principal de la deuda pública. Va, se cree que la gran cantidad de esas tierras posteriormente otorgada por el Congreso de recompensas militares, estuvo a punto de suministro de la demanda del público durante varios años por venir, y aunque poca confianza puede, por lo tanto, se colocará en que hasta ahora fructífera fuente de ingresos. Aparte de los gastos anuales permanentes, que han aumentado en gran medida necesariamente, una parte de la deuda pública, que asciende a $ 8,075,986.59, se deberán presentar en el plazo de los próximos dos años fiscales. Es muy de desear que estas demandas resultantes deben cumplirse sin recurrir a nuevos préstamos.
Toda la experiencia ha demostrado la sabiduría y la política de subida de una gran parte de los ingresos para el sostenimiento del Gobierno de tasas en mercancías importadas. El poder para poner estos deberes es incuestionable, y su objeto principal, por supuesto, es para reponer el Tesoro. Pero si al hacer esto una ventaja incidental puede ser beneficioso fomentar la industria de nuestros propios ciudadanos, es nuestro deber valernos de esa ventaja.
Un derecho establecido sobre un artículo que no puede ser producido en este país, como el té o el café, se añade al coste del artículo, y es principalmente o totalmente pagado por el consumidor. Sin embargo, un derecho establecido en un artículo que se puede producir aquí estimula la habilidad y la industria de nuestro país para fabricar el mismo artículo, que se pone en el mercado en competencia con el artículo extranjera, y el importador es, pues, obligado a reducir su precio a aquel en que el artículo doméstica puede ser vendido, arrojando con ello una parte de los derechos sobre el productor del artículo extranjera. La continuación de este proceso crea la habilidad y la invita a la capital, que finalmente nos permite producir el artículo mucho más barato de lo que podría haber sido obtenida en el extranjero, beneficiando así tanto el productor y el consumidor en casa. La consecuencia de esto es que el artesano y el agricultor se reunió, cada uno ofrece un mercado para los productos de la otra, todo el país se convierte en próspera, y la capacidad de producir cada necesaria de la vida nos vuelve independiente en la guerra, así como en paz.
Una tarifa alta no puede ser permanente. Esto causará insatisfacción, y será cambiado. Se excluye la competencia, y por lo tanto invita a la inversión de capital en fabrica a tal exceso que cuando cambió trae angustia, la quiebra y la ruina a todos los que han sido engañados por su protección sin fe. Lo que el fabricante quiere es la uniformidad y permanencia, para que pueda sentir la confianza de que él no está para ser arruinado por los intercambios bruscos. Pero para hacer un uniforme de tarifas y permanente no sólo es necesario que las leyes no deben ser alterados, pero que el deber no debe fluctuar. Para efectuar esta todos los derechos deben ser específicos siempre que sea la naturaleza del trabajo es tal que admite ella. Los derechos ad valorem fluctúan con el precio y ofrecen fuertes tentaciones de fraude y perjurio. Las tareas específicas, por el contrario, son iguales y uniformes en todos los puertos y en todo momento, y ofrecen un fuerte incentivo para el importador para traer lo mejor artículo, ya que no paga más impuestos sobre eso que en uno de calidad inferior. Por tanto, recomiendo encarecidamente una modificación de la tarifa actual, que ha postrado algunos de nuestro más importante y necesario fabrica, y que los derechos específicos se impondrán suficiente para elevar los ingresos necesarios, por lo que este tipo de discriminaciones en favor de las actividades industriales de nuestro país como para fomentar la producción nacional, sin excluir la competencia extranjera. También es importante que una desafortunada disposición en la tarifa actual, que impone un deber muy superior a la materia prima que entra en nuestra fabrica que del artículo manufacturado, debe ser remediado.
Los documentos que acompañan al informe del Secretario del Tesoro divulgarán fraudes trataron sobre los ingresos, en la variedad y la cantidad tan grande como para justificar la conclusión de que es imposible bajo cualquier sistema de derechos ad valorem aplicados en el momento el costo extranjera o el valor de la artículo para asegurar una observancia honesto y una administración eficaz de las leyes. Los dispositivos fraudulentos para evadir la ley que han sido detectados por la vigilancia de los tasadores no dejan lugar a duda de que las imposiciones similares no descubiertos, a una gran cantidad, se han practicado con éxito desde la promulgación de la ley actualmente en vigor. Este estado de cosas ha tenido ya una influencia perjudicial sobre los que participan en el comercio exterior. Tiene una tendencia a conducir el comerciante honesto desde el negocio de la importación y de tirar esa rama importante de empleo en las manos de hombres inescrupulosos y deshonestos, que son iguales independientemente de la ley y las obligaciones de un juramento. Por estos medios, las intenciones de civil del Congreso, tal como se expresa en la ley, están todos los días vencidos. Cada motivo de la política y el deber, por lo tanto, me impulsa a pedir a la seria atención del Congreso sobre este tema. Si el Congreso debería considera poco prudente intentar cualquier cambio importante en el sistema de percepción de derechos en la presente sesión, se convertirá en indispensable para la protección de los ingresos que los recursos como en el juicio del Congreso pueden mitigar los males denunciados deben ser a la vez aplicada.
Como antes se ha dicho, los derechos específicos serían, en mi opinión, dar el remedio más perfecto para este mal; pero si usted no debe estar de acuerdo en este punto de vista, entonces, como un remedio parcial, me permito respetuosamente recomendar que en lugar de tomar la factura del artículo en el extranjero como un medio para determinar su valor aquí, lo correcto de que la factura está en muchos casos imposibles de verificar, la ley se lo cambiaron como para requerir una valuación o tasación, debe regularse de tal manera que para dar, en la medida de lo posible, la uniformidad en los varios puertos.
No habiendo menta en California, me ha informado de que los obreros de las minas están obligados a disponer de su polvo de oro con un gran descuento. Esto me parece ser un fuerte impuesto e injusto en el trabajo de las personas empleadas en la extracción de este metal precioso, y yo no dudo que serán desechados en el período más temprano posible para aliviarlos de ella por el establecimiento de una casa de moneda. Mientras tanto, como la oficina de un ensayador se estableció allí, yo respetuosamente sometemos a su consideración la conveniencia de autorizar lingotes de oro que ha sido ensayado y sellado para ser recibidos en pago de las cuotas del Gobierno. No puedo concebir que el Tesoro sufriría ninguna pérdida por una disposición de este tipo, que a la vez recaudar lingotes a su valor nominal, y de ese modo salvar (si estoy bien informado) muchos millones de dólares para los trabajadores que en la actualidad se pagan en la intermediación para convertir este metal precioso en los fondos disponibles. Este descuento sobre sus ingresos duros es un impuesto pesado, y cada esfuerzo debe ser hecho por el Gobierno para aliviarlos de tanta carga.
Más de las tres cuartas partes de la población se dedican a la labranza de la tierra. Los, fabricación, y los intereses comerciales que navegan son en gran medida dependientes de la agricultura. Por lo tanto, es el interés más importante de la nación, y tiene un reclamo justo al cuidado y fomento de la protección del Gobierno la medida en que se pueden extender de manera compatible con las disposiciones de la Constitución. Como esto no se puede hacer por los modos ordinarios de la legislación, respetuosamente recomiendo el establecimiento de una oficina agrícola, al ser acusado de la obligación de dar a esta rama principal de la industria americana del aliento que tan bien se merece. En vista de los inmensos recursos minerales de nuestro país, también es conveniente establecer para el empleo de un mineralogista y químico competente, que debe exigir, bajo la dirección del jefe de la oficina, para recoger muestras de los distintos minerales de nuestra país e identificar mediante el análisis cuidadoso de sus respectivos elementos y propiedades y su adaptación a fines útiles. También deberían estar obligados a examinar e informar sobre las cualidades de los diferentes suelos y los abonos mejor calculada para mejorar su productividad. Mediante la publicación de los resultados de tales experimentos, con explicaciones adecuadas, y por la recogida y distribución de semillas y plantas raras, con instrucciones sobre el mejor sistema de cultivo, mucho se puede hacer para promover este gran interés nacional.
En cumplimiento de la ley del Congreso aprobada el 23 de mayo de 1850, que proporciona, entre otras cosas, por tomarse el VII Censo, un superintendente fue nombrado y todas las demás medidas adoptadas que se consideren necesarias para asegurar la ejecución pronta y fieles de esa deber. La apropiación ya hizo será, según se cree, sea suficiente para sufragar el gasto total de la obra, pero aún más la legislación puede ser necesaria en lo que respecta a la compensación de algunos de los mariscales de los territorios. También será adecuado para adoptar disposiciones de derecho a un día antes de la publicación de tales resúmenes de los rendimientos como los intereses públicos puedan requerir.
El crecimiento sin precedentes de nuestros territorios en el Pacífico, en la riqueza y la población y el consiguiente aumento de sus relaciones sociales y comerciales con los Estados del Atlántico parece hacerla el deber del Gobierno de utilizar todo su poder constitucional para mejorar los medios de las relaciones sexuales con ellos . La importancia de abrir "una línea de comunicación, el mejor y más rápido de lo que la naturaleza del país va a admitir," entre el valle del Mississippi y el Pacífico fue traído a su atención por mi predecesor en su mensaje anual; y como persistencia de las razones que presentó a favor de la medida en toda su fuerza, pido permiso para llamar la atención sobre ellos y repetir las recomendaciones hechas entonces por él.
La incertidumbre que existe en cuanto a la validez de los títulos de propiedad en California es un tema que exige su consideración temprana. Las grandes masas de tierra en este Estado son reclamados en virtud de concesiones que habrían sido realizados por la autoridad de los gobiernos de España y México. Muchos de ellos no han sido perfeccionados, otros han sido revocadas, y algunos se cree que es fraudulento. Pero hasta que hayan sido investigados judicialmente van a seguir para retardar el asentamiento y la mejora del país. Por tanto, recomiendo respetuosamente que se prevea la ley para el nombramiento de los comisionados para examinar todas las reclamaciones con miras a su puesta a punto final.
También me permito llamar su atención sobre la conveniencia de ampliar en un día de principios de nuestro sistema de leyes de tierras, con las modificaciones que sean necesarias, en el Estado de California y los territorios de Utah y Nuevo México. Las tierras minerales de California, por supuesto, forman una excepción a cualquier sistema general que podrán ser adoptadas. Varios métodos de eliminación de ellos se han sugerido. Al principio no estaba inclinado a favorecer el sistema de leasing, ya que parecía prometer el ingreso más grande para el Gobierno y para permitir la mejor seguridad contra los monopolios; pero una reflexión más profunda y nuestra experiencia en el arrendamiento de las minas de plomo y venta de tierras sobre el crédito han traído a mi mente a la conclusión de que no habría gran dificultad en la recogida de los alquileres, y que la relación de deudores y acreedores entre los ciudadanos y el Gobierno habría asistido con muchas consecuencias dañosas. Por tanto, recomiendo que en vez de retener las tierras minerales bajo el control permanente del Gobierno se pueden dividir en pequeñas parcelas y vendidas, bajo tales restricciones en cuanto a cantidad y tiempo que asegurará el mejor precio y proteger más eficazmente contra las combinaciones de los capitalistas para obtener monopolios.
La anexión de Texas y la adquisición de California y Nuevo México han dado una mayor importancia a las relaciones de la India. Las diversas tribus traídas bajo nuestra jurisdicción por estas ampliaciones de nuestras fronteras se estiman para abrazar una población de 124.000. Texas y Nuevo México están rodeados de poderosas tribus de indios, que son una fuente de constante terror y molestia a los habitantes. Separar en pequeñas bandas de depredadores, y montado siempre, que invaden el país, devastando las granjas, destruyendo cultivos, la conducción fuera rebaños enteros de ganado, y de vez en cuando el asesinato de los habitantes o llevándolos al cautiverio. Las grandes carreteras que conducen al país están infestadas con ellos, por lo que viajar se vuelve extremadamente peligroso y la inmigración es detenido casi por completo. La frontera mexicana, que por el undécimo artículo del tratado de Guadalupe Hidalgo que estamos obligados a proteger contra los indios en nuestra frontera, está expuesto a estas incursiones por igual con la nuestra. La fuerza militar destinado en ese país, a pesar de la formación de una gran parte del Ejército, se representa como totalmente inadecuado para nuestra propia protección y el cumplimiento de nuestras disposiciones de los tratados con México. La principal deficiencia está en la caballería, y recomiendo que el Congreso debería, lo antes un período de lo posible, prever la elevación de uno o más regimientos de hombres a caballo.
Para más sugerencias sobre este tema y otros relacionados con nuestros intereses nacionales y la defensa de nuestra frontera, le remito a los informes del Secretario del Interior y de la Secretaría de Guerra.
Felicito también a su consideración favorable la sugerencia contenida en el último informe mencionado y en la carta del General en Jefe en relación con el establecimiento de un asilo para el alivio de los soldados discapacitados e indigentes. Este tema atrae con tanta fuerza que sus simpatías que sería superfluo en mí decir nada más que apenas para expresar mi cordial aprobación del objeto propuesto.
La Armada sigue dando protección a nuestro comercio y otros intereses nacionales en las diferentes partes del globo, y, con la excepción de un único barco de vapor en los lagos del Norte, los buques en comisión se distribuyen en seis escuadrones diferentes.
El informe del jefe de Departamento que exhibirá los servicios de estos escuadrones y de los varios barcos empleados en cada uno durante el año pasado. Es una fuente de gratificación que, si bien se han preparado constantemente para cualquier emergencia hostil, que en todas partes se han reunido con el respeto y la cortesía debida también a la dignidad como a las disposiciones pacíficas y sólo los fines de la nación.
Los dos bergantines aceptadas por el Gobierno de un ciudadano generoso de Nueva York y colocados bajo el mando de un oficial de la Marina para proceder a los mares del Ártico en busca del comandante británico Sir John Franklin y sus compañeros, de conformidad con el acto de el Congreso aprobó en mayo pasado, cuando tuvo noticias de última penetrado en una alta latitud norte; pero el éxito de esta empresa noble y humana es todavía incierto.
Invito a su atención al punto de vista de nuestro establecimiento y recursos naval ponencia presentada en el informe del Secretario de la Marina, y las sugerencias en el mismo hice para su mejora, junto con la política naval recomendado para la seguridad de nuestra costa del Pacífico y la protección y la extensión de nuestro comercio con el este de Asia. Nuestras instalaciones para una mayor participación en el comercio de Oriente, a través de nuestros acuerdos recientes sobre las costas del Pacífico, son demasiado evidentes para ser pasado por alto o ignorado.
Las preguntas en relación con el grado en el ejército y la marina de guerra y la posición relativa entre los oficiales de las dos ramas del servicio, presentado al Ejecutivo por ciertas resoluciones de la Cámara de Representantes en la última sesión del Congreso, se han sometido a un consejo de oficiales en cada rama del servicio, y su informe se puede esperar en un día temprano.
También recomiendo encarecidamente la promulgación de una ley que autoriza a los oficiales del Ejército y la Marina que se retiró del servicio cuando incompetente para sus tareas vigorosas y activas, teniendo cuidado de las disposiciones del caso para aquellos que fielmente han servido a su país y la concesión de distinciones reteniendo en los comandos apropiados a los que han sido particularmente notable por su valentía y buena conducta. Si bien la obligación del país de mantener y honrar a los que, a la exclusión de otras actividades, se han dedicado a su servicio arduo es reconocido, esta obligación no se debe permitir a interferir con la eficacia del propio servicio.
Me complace en ser capaz de afirmar que las estimaciones de los gastos para la Armada en el año siguiente son menos por más de 1.000.000 dólares de los de la presente, a excepción de la apropiación que puedan ser necesarios para la construcción de un muelle en la costa del Pacífico, proposiciones para que ahora se están considerando y en el que se puede esperar de un informe especial al principio de su actual período de sesiones.
Hay una justeza evidente en la sugerencia del mismo informe que los créditos para el servicio naval adecuada deben ser separados de los de los objetos fijos y permanentes, tales como la construcción de muelles y astilleros de la Armada y los accesorios conectados y de los objetos extraordinarios bajo el cuidado del Departamento que, sin embargo importantes, no son esencialmente naval.
Una revisión del código para el gobierno de la Armada parece requerir la consideración inmediata del Congreso. Su sistema de crímenes y castigos había sufrido ningún cambio desde hace medio siglo hasta que el último período de sesiones, a pesar de sus defectos han sido a menudo y hábilmente señalado; y la abolición de una especie particular de los castigos corporales, los cuales se llevaron a cabo, sin proporcionar ningún sustituto, ha dejado el servicio en un estado de imperfección que requiere una corrección rápida. Por tanto, recomiendo que todo el tema se revisará sin demora y tal sistema establecido para la aplicación de la disciplina que se ajusten a la vez humana y eficaz.
El informe de acompañamiento del Director General de Correos presenta una visión satisfactoria de las operaciones y la condición de que el Departamento. Al cierre del último año fiscal de la longitud de las vías navegables interiores de correo en los Estados Unidos (no abrazar el servicio en Oregon y California) era 178.672 millas, el transporte anual al respecto 46541423 millas, y el costo anual de dicho transporte 2.724.426 dólares. El aumento del transporte anual sobre la del año anterior fue 3.997.354 millas y el aumento en el costo era $ 342.440. El número de oficinas de correo en los Estados Unidos en la primera jornada de julio pasado fue de 18.417, siendo un aumento de 1.670 durante el año anterior.
Los ingresos brutos del Departamento para el año fiscal que termina en junio 30 de 1850, ascendieron a $ 5,552,971.48, que incluye la asignación anual de 200.000 dólares para el asunto franked de los Departamentos y excluyendo los franqueos extrañas recogidas para y por pagar al Gobierno británico.
Los gastos para el mismo período fueron de US $ 5,212,953.43, dejando un saldo de los ingresos sobre los gastos de $ 340,018.05.
Estoy feliz de ver que la condición fiscal del Departamento es tal como para justificar el Director General de Correos en recomendar la reducción de nuestro franqueo documentario nacional a 3 centavos la sola carta cuando prepago y 5 centavos de dólar cuando no pagados. También recomienda que la tasa de prepago se reducirá a 2 centavos cada vez que los ingresos del Departamento, después de la reducción, deberán superar sus gastos en más del 5 por ciento durante dos años consecutivos; que los gastos de envío a California y otras cartas enviadas por nuestros vapores del océano se ha reducido mucho, y que las tasas de franqueo en periódicos, folletos, revistas, y otros materiales impresos deberán ser modificados y cierta reducción formuladas al respecto.
No cabe duda de que las reducciones propuestas para el presente disminuir los ingresos del Departamento. Se cree que la deficiencia, después de que el excedente ya acumulada se agotará, puede ser casi totalmente reunió ya sea mediante la abolición de los privilegios actuales de envío libre de materia a través de los correos electrónicos o mediante el pago de la Tesorería de la Oficina de Correos del Departamento una suma equivalente para el franqueo de los cuales se le priva de tales privilegios. El último se supone que es el modo preferible, y tendrá, si no del todo, por lo que la deficiencia de suministrar casi como para hacer cualquier apropiación, además, que puedan ser necesarias tan despreciable como para formar ningún obstáculo para las reducciones propuestas.
Me entretengo hay duda de la autoridad del Congreso para hacer las asignaciones que lleva objetos de esa clase de obras públicas que comprenden lo que generalmente se llama obras de mejora interna. Esta autoridad supongo que se derivan principalmente de la potestad de regular el comercio con las naciones extranjeras y entre los Estados y el poder de imponer y cobrar tributos. Cuando el comercio se va a realizar en impostas y recogido debe haber puertos y puertos, así como muelles y aduanas. Si los barcos cargados de valiosos cargamentos se acercan a la costa o la vela a lo largo de la costa, casas de luz son necesarias en los puntos adecuados para la protección de vidas y bienes. Otras facilidades y garantías para el comercio y la navegación son apenas menos importante; y las cláusulas de la Constitución, por lo tanto, a la que me he referido han recibido desde el origen del Gobierno una construcción liberal y beneficiosa. No sólo han-faros, boyas, balizas y han establecido y luces flotantes mantienen, pero los puertos se han limpiado y mejorado, embarcaderos construidos, e incluso los espigones para la seguridad de las paredes de envío y del mar para proteger los puertos se llene y inutilizados por la acción del mar, se han erigido a muy alto costo. Y esta construcción de la Constitución aparece la más razonable de la consideración de que si estas obras, de tal importancia y utilidad evidente, no se van a cabo por el Congreso que no se puede lograr nada. Con la adopción de la Constitución de los diferentes Estados separó voluntariamente con el poder de la percepción de los derechos de impostas en sus propios puertos, y no es de esperar que deberían recaudar dinero a través de impuestos internos, directa o indirecta, para el beneficio de que el comercio los ingresos derivados de los que no lo hacen, ya sea en su totalidad o en parte, entran en sus propias arcas. Tampoco percibo ninguna diferencia entre el poder del Congreso para que los créditos para este tipo de objetos en el océano y el poder de tomar créditos para objetos similares en los lagos y ríos, donde quiera que estén lo suficientemente grandes como para influir en sus aguas una extensa tráfico. El magnífico Mississippi y sus tributarios y los grandes lagos del norte y noroeste me parece que forman parte del ejercicio del poder como con justicia y con tanta claridad como el océano y el Golfo de México. Es un error considerar que los gastos hechos con criterio de estos objetos como los gastos para fines locales. La posición o la vista de la obra es necesariamente local, pero su utilidad es general. Un canal de navegación alrededor de las Cataratas de Santa María de menos de un kilómetro de longitud, aunque local en su construcción, sin embargo, sería nacional en su propósito y sus beneficios, ya que eliminaría el único obstáculo para una navegación de más de 1.000 millas , que afecta a varios Estados, así como nuestras relaciones comerciales con Canadá. Así, también, el rompeolas en la desembocadura del Delaware se erige, no para el beneficio exclusivo de los Estados ribereños de la bahía y el río de ese nombre, sino por el de toda la navegación de cabotaje de los Estados Unidos y, a una considerable medida, también del comercio exterior. Si se pierde un barco en el bar a la entrada de un puerto del Sur por falta de suficiente profundidad de agua, es muy probable que sea un barco del Norte; y si un barco de vapor se hundió en cualquier parte de la Mississippi a causa de su canal de no haber sido adecuadamente limpiado de obstrucciones, puede ser un barco perteneciente a cualquiera de ocho o diez Unidos. Puedo añadir, como algo extraordinario, que entre todos los treinta y un Estados que no hay quien no es, en mayor o menor medida limitada en el océano, o el Golfo de México, o uno de los Grandes Lagos, o algún río navegable .
En el cumplimiento de nuestros deberes constitucionales, conciudadanos, sobre este tema, como en llevar a efecto todas las demás que le confieran la Constitución, debemos considerarnos como deliberar y actuar para un mismo país, y tener siempre en cuenta que nuestra relación y nuestro deber es debido no a una parte en particular solamente, sino a la totalidad.
Por tanto, recomiendo que los créditos pueden hacer para completar obras como ya se han iniciado y para el inicio de aquellas otras que pueden parecer a la sabiduría del Congreso de importancia pública y general.
La dificultades y retrasos inherentes a la liquidación de las reclamaciones privadas por importe de congresos, en muchos casos a una denegación de justicia. Hay razones para detener a que muchos acreedores desafortunadas del Gobierno de ese modo se han arruinado irremediablemente. El Congreso tiene tantos negocios de carácter público de que es imposible que debe prestar mucha atención a las meras reclamaciones privadas, y su acumulación es ahora tan grande que muchos reclamantes debe desesperar de poder obtener una audiencia. Bien puede ponerse en duda si el Congreso, por la naturaleza de su organización, está debidamente constituido para decidir sobre tales casos. Es imposible que cada miembro debe examinar los méritos de cada reclamación en la que se ve obligado a votar, y es absurdo pedir a un juez para decidir un caso que nunca ha oído hablar. Tales decisiones pueden, y frecuentemente deben, hacer injusticia ni a la demandante o el Gobierno, y percibo hay mejor remedio para este mal cada vez mayor que el establecimiento de algún tribunal para pronunciarse sobre dichas reclamaciones. Me permito, por lo tanto, muy respetuosamente para recomendar que se prevea la ley para el nombramiento de una comisión para resolver todas las reclamaciones de particulares contra los Estados Unidos; y como una audiencia ex parte debe en todos los casos impugnados ser muy satisfactorio, también recomiendo el nombramiento de un abogado, cuyo deber será el de representar al Gobierno antes de que tal comisión y protegerlo contra todas las reclamaciones ilegales, fraudulentas o injustas que pueden se presentará para su adjudicación. Este distrito, que no tiene ni voz ni voto en sus deliberaciones, ve a usted para la protección y la ayuda, y felicito a todos sus deseos para su consideración favorable, con una confianza plena de que se encontrará con ellos, no sólo con la justicia, pero con la liberalidad. Hay que tener en cuenta que en esta ciudad, diseñada por Washington y consagrada por su nombre, se encuentra el Capitolio de nuestra nación, el emblema de nuestra Unión y el símbolo de nuestra grandeza. Aquí también se encuentran todos los edificios públicos necesarios para el uso del Gobierno, y todos ellos están exentos de impuestos. Debe ser el orgullo de los estadounidenses para hacer de este lugar atractivo para la gente de toda la República y conveniente y seguro para la operación de la empresa pública y la preservación de los registros públicos. Por tanto, el Gobierno debe asumir una proporción generosa de las cargas de todas las mejoras necesarias y útiles. Y como nada podría contribuir más a la salud, la comodidad y la seguridad de la ciudad y la seguridad de los edificios públicos y los registros que un suministro abundante de agua pura, respetuosamente recomiendo que todas las disposiciones para la obtención de la misma que en su sabiduría es posible que crea conveniente.
El acto, aprobado en su última sesión, por lo que ciertas proposiciones a Texas para la solución de la disputa fronteriza entre dicho Estado y el Territorio de Nuevo México fue, inmediatamente al aprobarse, transmitida por expreso al gobernador de Texas, que se determinen por él antes de la asamblea general para su acuerdo al mismo. Su recepción fue debidamente reconocido, pero no hay información oficial todavía no se ha recibido de la acción de la Asamblea General al respecto. Puede, sin embargo, ser muy pronto espera, ya que, por los términos de las proposiciones presentadas debían haberse utilizado en o antes del primer día del presente mes.
Fue apenas a haberse esperado que el conjunto de medidas aprobadas en la última sesión con la opinión de la curación de las diferencias seccionales que habían surgido de las preguntas de la esclavitud y territoriales a la vez debe haberse dado cuenta de su propósito benéfico. Toda concesión mutua en la naturaleza de un compromiso debe ser necesariamente desagradable a los hombres de opiniones extremas. Y aunque sin esas concesiones no se podría haber formado nuestra Constitución, y no puede ser sostenida de forma permanente, sin embargo, hemos visto los hicieron objeto de agria polémica en ambas secciones de la República. Se requiere de muchos meses de discusión y deliberación para asegurar la aprobación de la mayoría del Congreso a su favor. Sería extraño si hubieran sido recibidas con aprobación inmediata por parte de los pueblos y Estados de prejuicios y calentados por los emocionantes controversias de sus representantes. Creo que esas medidas que se han visto obligados por las circunstancias y la situación del país. Creo que eran necesarias para disipar asperezas y animosidades que se alienantes rápidamente una sección del país de otro y destruir los sentimientos fraternales que son los soportes más fuertes de la Constitución. Fueron adoptadas en el espíritu de conciliación y para el propósito de la conciliación. Creo que una gran mayoría de nuestros conciudadanos simpatizan con ese espíritu y ese propósito, y en el principal apruebo y se preparan en todos los aspectos para mantener estos decretos. No puedo dudar de que el pueblo estadounidense, unidos por la sangre y las tradiciones comunes afines, todavía atesoran una primordial atención a la Unión de sus padres, y que están listos para reprender a cualquier intento de violar su integridad, para molestar a los compromisos sobre los que que se basa, o para resistir las leyes que han sido promulgadas bajo su autoridad.
La serie de medidas a las que he aludido son considerados por mí como un acuerdo en principio y sustancia - un arreglo definitivo de los sujetos peligrosos y emocionantes que se abrazaron. La mayoría de estos temas, de hecho, están fuera de su alcance, como la legislación que dispone de ellos estaba en su carácter definitivo e irrevocable. Se puede presumir de la oposición que todos ellos encontraron que ninguna de esas medidas era libre de imperfecciones, pero en su dependencia mutua y la conexión que forma un sistema de compromiso el más conciliador y mejor para todo el país que se podría obtener a partir de la sección conflictiva intereses y opiniones.
Por esta razón, recomiendo su adhesión al ajuste establecido por dichas medidas hasta que el tiempo y la experiencia demostrará la necesidad de una nueva legislación para proteger contra la evasión o abuso.
Por ese ajuste se nos ha rescatado de la agitación amplia e ilimitada que nos rodeaba, y tienen una empresa, distinta, y fundamento jurídico a descansar sobre. Y la ocasión, confío, me va a justificar al exhortar a mis compatriotas para reunir y mantener en ese terreno como los mejores, si no el único, medio de restaurar la paz y la tranquilidad al país y mantener intacta la integridad de la Unión.
Y ahora, conciudadanos, no puedo llevar esta comunicación a su fin sin invocar que se unan a mí en agradecimiento humildes y devotos a la Gran Gobernante de Naciones por las bendiciones multiplicadas que Él ha concedido graciosamente sobre nosotros. Su mano, por lo que a menudo visible en nuestra preservación, se ha mantenido la pestilencia, nos salvó de guerras en el extranjero y disturbios internos, y dispersos abundancia en la tierra.
Nuestras libertades, religiones y civiles, se han mantenido, las fuentes del conocimiento han sido mantenido abierto, y los medios de la felicidad ampliamente extendido y generalmente disfrutado mayor que han caído en suerte a cualquier otra nación. Y aunque profundamente penetrado de gratitud por el pasado, esperemos que su providencia omnisciente será así guiar nuestros consejos como que han de dar lugar a dar satisfacción a nuestros electores, garantizar la paz del país, y la adición de nuevas fuerzas a los Estados Gobierno bajo el cual vivimos.
Original
Being suddenly called in the midst of the last session of Congress by a painful dispensation of Divine Providence to the responsible station which I now hold, I contented myself with such communications to the Legislature as the exigency of the moment seemed to require. The country was shrouded in mourning for the loss of its venerable Chief Magistrate and all hearts were penetrated with grief. Neither the time nor the occasion appeared to require or to justify on my part any general expression of political opinions or any announcement of the principles which would govern me in the discharge of the duties to the performance of which I had been so unexpectedly called. I trust, therefore, that it may not be deemed inappropriate if I avail myself of this opportunity of the reassembling of Congress to make known my sentiments in a general manner in regard to the policy which ought to be pursued by the Government both in its intercourse with foreign nations and its management and administration of internal affairs.
Nations, like individuals in a state of nature, are equal and independent, possessing certain rights and owing certain duties to each other, arising from their necessary and unavoidable relations; which rights and duties there is no common human authority to protect and enforce. Still, they are rights and duties, binding in morals, in conscience, and in honor, although there is no tribunal to which an injured party can appeal but the disinterested judgment of mankind, and ultimately the arbitrament of the sword.
Among the acknowledged rights of nations is that which each possesses of establishing that form of government which it may deem most conducive to the happiness and prosperity of its own citizens, of changing that form as circumstances may require, and of managing its internal affairs according to its own will. The people of the United States claim this right for themselves, and they readily concede it to others. Hence it becomes an imperative duty not to interfere in the government or internal policy of other nations; and although we may sympathize with the unfortunate or the oppressed everywhere in their struggles for freedom, our principles forbid us from taking any part in such foreign contests. We make no wars to promote or to prevent successions to thrones, to maintain any theory of a balance of power, or to suppress the actual government which any country chooses to establish for itself. We instigate no revolutions, nor suffer any hostile military expeditions to be fitted out in the United States to invade the territory or provinces of a friendly nation. The great law of morality ought to have a national as well as a personal and individual application. We should act toward other nations as we wish them to act toward us, and justice and conscience should form the rule of conduct between governments, instead of mere power, self interest, or the desire of aggrandizement. To maintain a strict neutrality in foreign wars, to cultivate friendly relations, to reciprocate every noble and generous act, and to perform punctually and scrupulously every treaty obligation--these are the duties which we owe to other states, and by the performance of which we best entitle ourselves to like treatment from them; or, if that, in any case, be refused, we can enforce our own rights with justice and a clear conscience.
In our domestic policy the Constitution will be my guide, and in questions of doubt I shall look for its interpretation to the judicial decisions of that tribunal which was established to expound it and to the usage of the Government, sanctioned by the acquiescence of the country. I regard all its provisions as equally binding. In all its parts it is the will of the people expressed in the most solemn form, and the constituted authorities are but agents to carry that will into effect. Every power which it has granted is to be exercised for the public good; but no pretense of utility, no honest conviction, even, of what might be expedient, can justify the assumption of any power not granted. The powers conferred upon the Government and their distribution to the several departments are as clearly expressed in that sacred instrument as the imperfection of human language will allow, and I deem it my first duty not to question its wisdom, add to its provisions, evade its requirements, or nullify its commands.
Upon you, fellow-citizens, as the representatives of the States and the people, is wisely devolved the legislative power. I shall comply with my duty in laying before you from time to time any information calculated to enable you to discharge your high and responsible trust for the benefit of our common constituents.
My opinions will be frankly expressed upon the leading subjects of legislation; and if--which I do not anticipate--any act should pass the two Houses of Congress which should appear to me unconstitutional, or an encroachment on the just powers of other departments, or with provisions hastily adopted and likely to produce consequences injurious and unforeseen, I should not shrink from the duty of returning it to you, with my reasons, for your further consideration. Beyond the due performance of these constitutional obligations, both my respect for the Legislature and my sense of propriety will restrain me from any attempt to control or influence your proceedings. With you is the power, the honor, and the responsibility of the legislation of the country.
The Government of the United States is a limited Government. It is confined to the exercise of powers expressly granted and such others as may be necessary for carrying those powers into effect; and it is at all times an especial duty to guard against any infringement on the just rights of the States. Over the objects and subjects intrusted to Congress its legislative authority is supreme. But here that authority ceases, and every citizen who truly loves the Constitution and desires the continuance of its existence and its blessings will resolutely and firmly resist any interference in those domestic affairs which the Constitution has dearly and unequivocally left to the exclusive authority of the States. And every such citizen will also deprecate useless irritation among the several members of the Union and all reproach and crimination tending to alienate one portion of the country from another. The beauty of our system of government consists, and its safety and durability must consist, in avoiding mutual collisions and encroachments and in the regular separate action of all, while each is revolving in its own distinct orbit.
The Constitution has made it the duty of the President to take care that the laws be faithfully executed. In a government like ours, in which all laws are passed by a majority of the representatives of the people, and these representatives are chosen for such short periods that any injurious or obnoxious law can very soon be repealed, it would appear unlikely that any great numbers should be found ready to resist the execution of the laws. But it must be borne in mind that the country is extensive; that there may be local interests or prejudices rendering a law odious in one part which is not so in another, and that the thoughtless and inconsiderate, misled by their passions or their imaginations, may be induced madly to resist such laws as they disapprove. Such persons should recollect that without law there can be no real practical liberty; that when law is trampled under foot tyranny rules, whether it appears in the form of a military despotism or of popular violence. The law is the only sure protection of the weak and the only efficient restraint upon the strong. When impartially and faithfully administered, none is beneath its protection and none above its control. You, gentlemen, and the country may be assured that to the utmost of my ability and to the extent of the power vested in me I shall at all times and in all places take care that the laws be faithfully executed. In the discharge of this duty, solemnly imposed upon me by the Constitution and by my oath of office, I shall shrink from no responsibility, and shall endeavor to meet events as they may arise with firmness, as well as with prudence and discretion.
The appointing power is one of the most delicate with which the Executive is invested. I regard it as a sacred trust, to be exercised with the sole view of advancing the prosperity and happiness of the people. It shall be my effort to elevate the standard of official employment by selecting for places of importance individuals fitted for the posts to which they are assigned by their known integrity, talents, and virtues. In so extensive a country, with so great a population, and where few persons appointed to office can be known to the appointing power, mistakes will sometimes unavoidably happen and unfortunate appointments be made notwithstanding the greatest care. In such cases the power of removal may be properly exercised; and neglect of duty or malfeasance in office will be no more tolerated in individuals appointed by myself than in those appointed by others. I am happy in being able to say that no unfavorable change in our foreign relations has taken place since the message at the opening of the last session of Congress. We are at peace with all nations and we enjoy in an eminent degree the blessings of that peace in a prosperous and growing commerce and in all the forms of amicable national intercourse. The unexampled growth of the country, the present amount of its population, and its ample means of self-protection assure for it the respect of all nations, while it is trusted that its character for justice and a regard to the rights of other States will cause that respect to be readily and cheerfully paid.
A convention was negotiated between the United States and Great Britain in April last for facilitating and protecting the construction of a ship canal between the Atlantic and Pacific oceans and for other purposes. The instrument has since been ratified by the contracting parties, the exchange of ratifications has been effected, and proclamation thereof has been duly made.
In addition to the stipulations contained in this convention, two other objects remain to be accomplished between the contracting powers: First. The designation and establishment of a free port at each end of the canal.
Second. An agreement fixing the distance from the shore within which belligerent maritime operations shall not be carried on. On these points there is little doubt that the two Governments will come to an understanding.
The company of citizens of the United States who have acquired from the State of Nicaragua the privilege of constructing a ship canal between the two oceans through the territory of that State have made progress in their preliminary arrangements. The treaty between the United States and Great Britain of the 19th of April last, above referred to, being now in operation, it is to be hoped that the guaranties which it offers will be sufficient to secure the completion of the work with all practicable expedition. It is obvious that this result would be indefinitely postponed if any other than peaceful measures for the purpose of harmonizing conflicting claims to territory in that quarter should be adopted. It will consequently be my endeavor to cause any further negotiations on the part of this Government which may be requisite for this purpose to be so conducted as to bring them to a speedy and successful close.
Some unavoidable delay has occurred, arising from distance and the difficulty of intercourse between this Government and that of Nicaragua, but as intelligence has just been received of the appointment of an envoy extraordinary and minister plenipotentiary of that Government to reside at Washington, whose arrival may soon be expected, it is hoped that no further impediments will be experienced in the prompt transaction of business between the two Governments.
Citizens of the United States have undertaken the connection of the two oceans by means of a railroad across the Isthmus of Tehuantepec, under grants of the Mexican Government to a citizen of that Republic. It is understood that a thorough survey of the course of the communication is in preparation, and there is every reason to expect that it will be prosecuted with characteristic energy, especially when that Government shall have consented to such stipulations with the Government of the United States as may be necessary to impart a feeling of security to those who may embark their property in the enterprise. Negotiations are pending for the accomplishment of that object, and a hope is confidently entertained that when the Government of Mexico shall become duly sensible of the advantages which that country can not fail to derive from the work, and learn that the Government of the United States desires that the right of sovereignty of Mexico in the Isthmus shall remain unimpaired, the stipulations referred to will be agreed to with alacrity.
By the last advices from Mexico it would appear, however, that that Government entertains strong objections to some of the stipulations which the parties concerned in the project of the railroad deem necessary for their protection and security. Further consideration, it is to be hoped, or some modification of terms, may yet reconcile the differences existing between the two Governments in this respect.
Fresh instructions have recently been given to the minister of the United States in Mexico, who is prosecuting the subject with promptitude and ability.
Although the negotiations with Portugal for the payment of claims of citizens of the United States against that Government have not yet resulted in a formal treaty, yet a proposition, made by the Government of Portugal for the final adjustment and payment of those claims, has recently been accepted on the part of the United States. It gives me pleasure to say that Mr. Clay, to whom the negotiation on the part of the United States had been intrusted, discharged the duties of his appointment with ability and discretion, acting always within the instructions of his Government.
It is expected that a regular convention will be immediately negotiated for carrying the agreement between the two Governments into effect. The commissioner appointed under the act of Congress for carrying into effect the convention with Brazil of the 27th of January, 1849, has entered upon the performance of the duties imposed upon him by that act. It is hoped that those duties may be completed within the time which it prescribes. The documents, however, which the Imperial Government, by the third article of the convention, stipulates to furnish to the Government of the United States have not yet been received. As it is presumed that those documents will be essential for the correct disposition of the claims, it may become necessary for Congress to extend the period limited for the duration of the commission. The sum stipulated by the fourth article of the convention to be paid to this Government has been received.
The collection in the ports of the United States of discriminating duties upon the vessels of Chili and their cargoes has been suspended, pursuant to the provisions of the act of Congress of the 24th of May, 1828. It is to be hoped that this measure will impart a fresh impulse to the commerce between the two countries, which of late, and especially since our acquisition of California, has, to the mutual advantage of the parties, been much augmented.
Peruvian guano has become so desirable an article to the agricultural interest of the United States that it is the duty of the Government to employ all the means properly in its power for the purpose of causing that article to be imported into the country at a reasonable price. Nothing will be omitted on my part toward accomplishing this desirable end. I am persuaded that in removing any restraints on this traffic the Peruvian Government will promote its own best interests, while it will afford a proof of a friendly disposition toward this country, which will be duly appreciated.
The treaty between the United States and His Majesty the King of the Hawaiian Islands, which has recently been made public, will, it is believed, have a beneficial effect upon the relations between the two countries.
The relations between those parts of the island of St. Domingo which were formerly colonies of Spain and France, respectively, are still in an unsettled condition. The proximity of that island to the United States and the delicate questions involved in the existing controversy there render it desirable that it should be permanently and speedily adjusted. The interests of humanity and of general commerce also demand this; and as intimations of the same sentiment have been received from other governments, it is hoped that some plan may soon be devised to effect the object in a manner likely to give general satisfaction. The Government of the United States will not fail, by the exercise of all proper friendly offices, to do all in its power to put an end to the destructive war which has raged between the different parts of the island and to secure to them both the benefits of peace and commerce.
I refer you to the report of the Secretary of the Treasury for a detailed statement of the finances.
The total receipts into the Treasury for the year ending 30th of June last were $47,421,748.90. The total expenditures during the same period were $43,002,168.90. The public debt has been reduced since the last annual report from the Treasury Department $495,276.79.
By the nineteenth section of the act of 28th January, 1847, the proceeds of the sales of the public lands were pledged for the interest and principal of the public debt. The great amount of those lands subsequently granted by Congress for military bounties will, it is believed, very nearly supply the public demand for several years to come, and but little reliance can, therefore, be placed on that hitherto fruitful source of revenue. Aside from the permanent annual expenditures, which have necessarily largely increased, a portion of the public debt, amounting to $8,075,986.59, must be provided for within the next two fiscal years. It is most desirable that these accruing demands should be met without resorting to new loans.
All experience has demonstrated the wisdom and policy of raising a large portion of revenue for the support of Government from duties on goods imported. The power to lay these duties is unquestionable, and its chief object, of course, is to replenish the Treasury. But if in doing this an incidental advantage may be gained by encouraging the industry of our own citizens, it is our duty to avail ourselves of that advantage.
A duty laid upon an article which can not be produced in this country, such as tea or coffee, adds to the cost of the article, and is chiefly or wholly paid by the consumer. But a duty laid upon an article which may be produced here stimulates the skill and industry of our own country to produce the same article, which is brought into the market in competition with the foreign article, and the importer is thus compelled to reduce his price to that at which the domestic article can be sold, thereby throwing a part of the duty upon the producer of the foreign article. The continuance of this process creates the skill and invites the capital which finally enable us to produce the article much cheaper than it could have been procured from abroad, thereby benefiting both the producer and the consumer at home. The consequence of this is that the artisan and the agriculturist are brought together, each affords a ready market for the produce of the other, the whole country becomes prosperous, and the ability to produce every necessary of life renders us independent in war as well as in peace.
A high tariff can never be permanent. It will cause dissatisfaction, and will be changed. It excludes competition, and thereby invites the investment of capital in manufactures to such excess that when changed it brings distress, bankruptcy, and ruin upon all who have been misled by its faithless protection. What the manufacturer wants is uniformity and permanency, that he may feel a confidence that he is not to be ruined by sudden exchanges. But to make a tariff uniform and permanent it is not only necessary that the laws should not be altered, but that the duty should not fluctuate. To effect this all duties should be specific wherever the nature of the article is such as to admit of it. Ad valorem duties fluctuate with the price and offer strong temptations to fraud and perjury. Specific duties, on the contrary, are equal and uniform in all ports and at all times, and offer a strong inducement to the importer to bring the best article, as he pays no more duty upon that than upon one of inferior quality. I therefore strongly recommend a modification of the present tariff, which has prostrated some of our most important and necessary manufactures, and that specific duties be imposed sufficient to raise the requisite revenue, making such discriminations in favor of the industrial pursuits of our own country as to encourage home production without excluding foreign competition. It is also important that an unfortunate provision in the present tariff, which imposes a much higher duty upon the raw material that enters into our manufactures than upon the manufactured article, should be remedied.
The papers accompanying the report of the Secretary of the Treasury will disclose frauds attempted upon the revenue, in variety and amount so great as to justify the conclusion that it is impossible under any system of ad valorem duties levied upon the foreign cost or value of the article to secure an honest observance and an effectual administration of the laws. The fraudulent devices to evade the law which have been detected by the vigilance of the appraisers leave no room to doubt that similar impositions not discovered, to a large amount, have been successfully practiced since the enactment of the law now in force. This state of things has already had a prejudicial influence upon those engaged in foreign commerce. It has a tendency to drive the honest trader from the business of importing and to throw that important branch of employment into the hands of unscrupulous and dishonest men, who are alike regardless of law and the obligations of an oath. By these means the plain intentions of Congress, as expressed in the law, are daily defeated. Every motive of policy and duty, therefore, impels me to ask the earnest attention of Congress to this subject. If Congress should deem it unwise to attempt any important changes in the system of levying duties at this session, it will become indispensable to the protection of the revenue that such remedies as in the judgment of Congress may mitigate the evils complained of should be at once applied.
As before stated, specific duties would, in my opinion, afford the most perfect remedy for this evil; but if you should not concur in this view, then, as a partial remedy, I beg leave respectfully to recommend that instead of taking the invoice of the article abroad as a means of determining its value here, the correctness of which invoice it is in many cases impossible to verify, the law be so changed as to require a home valuation or appraisal, to be regulated in such manner as to give, as far as practicable, uniformity in the several ports.
There being no mint in California, I am informed that the laborers in the mines are compelled to dispose of their gold dust at a large discount. This appears to me to be a heavy and unjust tax upon the labor of those employed in extracting this precious metal, and I doubt not you will be disposed at the earliest period possible to relieve them from it by the establishment of a mint. In the meantime, as an assayer's office is established there, I would respectfully submit for your consideration the propriety of authorizing gold bullion which has been assayed and stamped to be received in payment of Government dues. I can not conceive that the Treasury would suffer any loss by such a provision, which will at once raise bullion to its par value, and thereby save (if I am rightly informed) many millions of dollars to the laborers which are now paid in brokerage to convert this precious metal into available funds. This discount upon their hard earnings is a heavy tax, and every effort should be made by the Government to relieve them from so great a burden.
More than three-fourths of our population are engaged in the cultivation of the soil. The commercial, manufacturing, and navigating interests are all to a great extent dependent on the agricultural. It is therefore the most important interest of the nation, and has a just claim to the fostering care and protection of the Government so far as they can be extended consistently with the provisions of the Constitution. As this can not be done by the ordinary modes of legislation, I respectfully recommend the establishment of an agricultural bureau, to be charged with the duty of giving to this leading branch of American industry the encouragement which it so well deserves. In view of the immense mineral resources of our country, provision should also be made for the employment of a competent mineralogist and chemist, who should be required, under the direction of the head of the bureau, to collect specimens of the various minerals of our country and to ascertain by careful analysis their respective elements and properties and their adaptation to useful purposes. He should also be required to examine and report upon the qualities of different soils and the manures best calculated to improve their productiveness. By publishing the results of such experiments, with suitable explanations, and by the collection and distribution of rare seeds and plants, with instructions as to the best system of cultivation, much may be done to promote this great national interest.
In compliance with the act of Congress passed on the 23d of May, 1850, providing, among other things, for taking the Seventh Census, a superintendent was appointed and all other measures adopted which were deemed necessary to insure the prompt and faithful performance of that duty. The appropriation already made will, it is believed, be sufficient to defray the whole expense of the work, but further legislation may be necessary in regard to the compensation of some of the marshals of the Territories. It will also be proper to make provision by law at an early day for the publication of such abstracts of the returns as the public interests may require.
The unprecedented growth of our territories on the Pacific in wealth and population and the consequent increase of their social and commercial relations with the Atlantic States seem to render it the duty of the Government to use all its constitutional power to improve the means of intercourse with them. The importance of opening "a line of communication, the best and most expeditious of which the nature of the country will admit," between the Valley of the Mississippi and the Pacific was brought to your notice by my predecessor in his annual message; and as the reasons which he presented in favor of the measure still exist in full force, I beg leave to call your attention to them and to repeat the recommendations then made by him.
The uncertainty which exists in regard to the validity of land titles in California is a subject which demands your early consideration. Large bodies of land in that State are claimed under grants said to have been made by authority of the Spanish and Mexican Governments. Many of these have not been perfected, others have been revoked, and some are believed to be fraudulent. But until they shall have been judicially investigated they will continue to retard the settlement and improvement of the country. I therefore respectfully recommend that provision be made by law for the appointment of commissioners to examine all such claims with a view to their final adjustment.
I also beg leave to call your attention to the propriety of extending at an early day our system of land laws, with such modifications as may be necessary, over the State of California and the Territories of Utah and New Mexico. The mineral lands of California will, of course, form an exception to any general system which may be adopted. Various methods of disposing of them have been suggested. I was at first inclined to favor the system of leasing, as it seemed to promise the largest revenue to the Government and to afford the best security against monopolies; but further reflection and our experience in leasing the lead mines and selling lands upon credit have brought my mind to the conclusion that there would be great difficulty in collecting the rents, and that the relation of debtor and creditor between the citizens and the Government would be attended with many mischievous consequences. I therefore recommend that instead of retaining the mineral lands under the permanent control of the Government they be divided into small parcels and sold, under such restrictions as to quantity and time as will insure the best price and guard most effectually against combinations of capitalists to obtain monopolies.
The annexation of Texas and the acquisition of California and New Mexico have given increased importance to our Indian relations. The various tribes brought under our jurisdiction by these enlargements of our boundaries are estimated to embrace a population of 124,000. Texas and New Mexico are surrounded by powerful tribes of Indians, who are a source of constant terror and annoyance to the inhabitants. Separating into small predatory bands, and always mounted, they overrun the country, devastating farms, destroying crops, driving off whole herds of cattle, and occasionally murdering the inhabitants or carrying them into captivity. The great roads leading into the country are infested with them, whereby traveling is rendered extremely dangerous and immigration is almost entirely arrested. The Mexican frontier, which by the eleventh article of the treaty of Guadalupe Hidalgo we are bound to protect against the Indians within our border, is exposed to these incursions equally with our own. The military force stationed in that country, although forming a large proportion of the Army, is represented as entirely inadequate to our own protection and the fulfillment of our treaty stipulations with Mexico. The principal deficiency is in cavalry, and I recommend that Congress should, at as early a period as practicable, provide for the raising of one or more regiments of mounted men.
For further suggestions on this subject and others connected with our domestic interests and the defense of our frontier, I refer you to the reports of the Secretary of the Interior and of the Secretary of War.
I commend also to your favorable consideration the suggestion contained in the last-mentioned report and in the letter of the General in Chief relative to the establishment of an asylum for the relief of disabled and destitute soldiers. This subject appeals so strongly to your sympathies that it would be superfluous in me to say anything more than barely to express my cordial approbation of the proposed object.
The Navy continues to give protection to our commerce and other national interests in the different quarters of the globe, and, with the exception of a single steamer on the Northern lakes, the vessels in commission are distributed in six different squadrons.
The report of the head of that Department will exhibit the services of these squadrons and of the several vessels employed in each during the past year. It is a source of gratification that, while they have been constantly prepared for any hostile emergency, they have everywhere met with the respect and courtesy due as well to the dignity as to the peaceful dispositions and just purposes of the nation.
The two brigantines accepted by the Government from a generous citizen of New York and placed under the command of an officer of the Navy to proceed to the Arctic Seas in quest of the British commander Sir John Franklin and his companions, in compliance with the act of Congress approved in May last, had when last heard from penetrated into a high northern latitude; but the success of this noble and humane enterprise is yet uncertain.
I invite your attention to the view of our present naval establishment and resources presented in the report of the Secretary of the Navy, and the suggestions therein made for its improvement, together with the naval policy recommended for the security of our Pacific Coast and the protection and extension of our commerce with eastern Asia. Our facilities for a larger participation in the trade of the East, by means of our recent settlements on the shores of the Pacific, are too obvious to be overlooked or disregarded.
The questions in relation to rank in the Army and Navy and relative rank between officers of the two branches of the service, presented to the Executive by certain resolutions of the House of Representatives at the last session of Congress, have been submitted to a board of officers in each branch of the service, and their report may be expected at an early day.
I also earnestly recommend the enactment of a law authorizing officers of the Army and Navy to be retired from the service when incompetent for its vigorous and active duties, taking care to make suitable provision for those who have faithfully served their country and awarding distinctions by retaining in appropriate commands those who have been particularly conspicuous for gallantry and good conduct. While the obligation of the country to maintain and honor those who, to the exclusion of other pursuits, have devoted themselves to its arduous service is acknowledged, this obligation should not be permitted to interfere with the efficiency of the service itself.
I am gratified in being able to state that the estimates of expenditure for the Navy in the ensuing year are less by more than $1,000,000 than those of the present, excepting the appropriation which may become necessary for the construction of a dock on the coast of the Pacific, propositions for which are now being considered and on which a special report may be expected early in your present session.
There is an evident justness in the suggestion of the same report that appropriations for the naval service proper should be separated from those for fixed and permanent objects, such as building docks and navy yards and the fixtures attached, and from the extraordinary objects under the care of the Department which, however important, are not essentially naval.
A revision of the code for the government of the Navy seems to require the immediate consideration of Congress. Its system of crimes and punishments had undergone no change for half a century until the last session, though its defects have been often and ably pointed out; and the abolition of a particular species of corporal punishment, which then took place, without providing any substitute, has left the service in a state of defectiveness which calls for prompt correction. I therefore recommend that the whole subject be revised without delay and such a system established for the enforcement of discipline as shall be at once humane and effectual.
The accompanying report of the Postmaster-General presents a satisfactory view of the operations and condition of that Department. At the close of the last fiscal year the length of the inland mail routes in the United States (not embracing the service in Oregon and California) was 178,672 miles, the annual transportation thereon 46,541,423 miles, and the annual cost of such transportation $2,724,426. The increase of the annual transportation over that of the preceding year was 3,997,354 miles and the increase in cost was $342,440. The number of post-offices in the United States on the 1st day of July last was 18,417, being an increase of 1,670 during the preceding year.
The gross revenues of the Department for the fiscal year ending June 30, 1850, amounted to $5,552,971.48, including the annual appropriation of $200,000 for the franked matter of the Departments and excluding the foreign postages collected for and payable to the British Government.
The expenditures for the same period were $5,212,953.43, leaving a balance of revenue over expenditures of $340,018.05.
I am happy to find that the fiscal condition of the Department is such as to justify the Postmaster-General in recommending the reduction of our inland letter postage to 3 cents the single letter when prepaid and 5 cents when not prepaid. He also recommends that the prepaid rate shall be reduced to 2 cents whenever the revenues of the Department, after the reduction, shall exceed its expenditures by more than 5 per cent for two consecutive years; that the postage upon California and other letters sent by our ocean steamers shall be much reduced, and that the rates of postage on newspapers, pamphlets, periodicals, and other printed matter shall be modified and some reduction thereon made.
It can not be doubted that the proposed reductions will for the present diminish the revenues of the Department. It is believed that the deficiency, after the surplus already accumulated shall be exhausted, may be almost wholly met either by abolishing the existing privileges of sending free matter through the mails or by paying out of the Treasury to the Post-Office Department a sum equivalent to the postage of which it is deprived by such privileges. The last is supposed to be the preferable mode, and will, if not entirely, so nearly supply that deficiency as to make any further appropriation that may be found necessary so inconsiderable as to form no obstacle to the proposed reductions.
I entertain no doubt of the authority of Congress to make appropriations for leading objects in that class of public works comprising what are usually called works of internal improvement. This authority I suppose to be derived chiefly from the power of regulating commerce with foreign nations and among the States and the power of laying and collecting imposts. Where commerce is to be carried on and imposts collected there must be ports and harbors as well as wharves and custom-houses. If ships laden with valuable cargoes approach the shore or sail along the coast, light-houses are necessary at suitable points for the protection of life and property. Other facilities and securities for commerce and navigation are hardly less important; and those clauses of the Constitution, therefore, to which I have referred have received from the origin of the Government a liberal and beneficial construction. Not only have light-houses, buoys, and beacons been established and floating lights maintained, but harbors have been cleared and improved, piers constructed, and even breakwaters for the safety of shipping and sea walls to protect harbors from being filled up and rendered useless by the action of the ocean, have been erected at very great expense. And this construction of the Constitution appears the more reasonable from the consideration that if these works, of such evident importance and utility, are not to be accomplished by Congress they can not be accomplished at all. By the adoption of the Constitution the several States voluntarily parted with the power of collecting duties of imposts in their own ports, and it is not to be expected that they should raise money by internal taxation, direct or indirect, for the benefit of that commerce the revenues derived from which do not, either in whole or in part, go into their own treasuries. Nor do I perceive any difference between the power of Congress to make appropriations for objects of this kind on the ocean and the power to make appropriations for similar objects on lakes and rivers, wherever they are large enough to bear on their waters an extensive traffic. The magnificent Mississippi and its tributaries and the vast lakes of the North and Northwest appear to me to fall within the exercise of the power as justly and as clearly as the ocean and the Gulf of Mexico. It is a mistake to regard expenditures judiciously made for these objects as expenditures for local purposes. The position or sight of the work is necessarily local, but its utility is general. A ship canal around the Falls of St. Mary of less than a mile in length, though local in its construction, would yet be national in its purpose and its benefits, as it would remove the only obstruction to a navigation of more than 1,000 miles, affecting several States, as well as our commercial relations with Canada. So, too, the breakwater at the mouth of the Delaware is erected, not for the exclusive benefit of the States bordering on the bay and river of that name, but for that of the whole coastwise navigation of the United States and, to a considerable extent, also of foreign commerce. If a ship be lost on the bar at the entrance of a Southern port for want of sufficient depth of water, it is very likely to be a Northern ship; and if a steamboat be sunk in any part of the Mississippi on account of its channel not having been properly cleared of obstructions, it may be a boat belonging to either of eight or ten States. I may add, as somewhat remarkable, that among all the thirty-one States there is none that is not to a greater or less extent bounded on the ocean, or the Gulf of Mexico, or one of the Great Lakes, or some navigable river.
In fulfilling our constitutional duties, fellow-citizens, on this subject, as in carrying into effect all other powers conferred by the Constitution, we should consider ourselves as deliberating and acting for one and the same country, and bear constantly in mind that our regard and our duty are due not to a particular part only, but to the whole.
I therefore recommend that appropriations be made for completing such works as have been already begun and for commencing such others as may seem to the wisdom of Congress to be of public and general importance.
The difficulties and delays incident to the settlement of private claims by Congress amount in many cases to a denial of justice. There is reason to apprehend that many unfortunate creditors of the Government have thereby been unavoidably ruined. Congress has so much business of a public character that it is impossible it should give much attention to mere private claims, and their accumulation is now so great that many claimants must despair of ever being able to obtain a hearing. It may well be doubted whether Congress, from the nature of its organization, is properly constituted to decide upon such cases. It is impossible that each member should examine the merits of every claim on which he is compelled to vote, and it is preposterous to ask a judge to decide a case which he has never heard. Such decisions may, and frequently must, do injustice either to the claimant or the Government, and I perceive no better remedy for this growing evil than the establishment of some tribunal to adjudicate upon such claims. I beg leave, therefore, most respectfully to recommend that provision be made by law for the appointment of a commission to settle all private claims against the United States; and as an ex parte hearing must in all contested cases be very unsatisfactory, I also recommend the appointment of a solicitor, whose duty it shall be to represent the Government before such commission and protect it against all illegal, fraudulent, or unjust claims which may be presented for their adjudication. This District, which has neither voice nor vote in your deliberations, looks to you for protection and aid, and I commend all its wants to your favorable consideration, with a full confidence that you will meet them not only with justice, but with liberality. It should be borne in mind that in this city, laid out by Washington and consecrated by his name, is located the Capitol of our nation, the emblem of our Union and the symbol of our greatness. Here also are situated all the public buildings necessary for the use of the Government, and all these are exempt from taxation. It should be the pride of Americans to render this place attractive to the people of the whole Republic and convenient and safe for the transaction of the public business and the preservation of the public records. The Government should therefore bear a liberal proportion of the burdens of all necessary and useful improvements. And as nothing could contribute more to the health, comfort, and safety of the city and the security of the public buildings and records than an abundant supply of pure water, I respectfully recommend that you make such provisions for obtaining the same as in your wisdom you may deem proper.
The act, passed at your last session, making certain propositions to Texas for settling the disputed boundary between that State and the Territory of New Mexico was, immediately on its passage, transmitted by express to the governor of Texas, to be laid by him before the general assembly for its agreement thereto. Its receipt was duly acknowledged, but no official information has yet been received of the action of the general assembly thereon. It may, however, be very soon expected, as, by the terms of the propositions submitted they were to have been acted upon on or before the first day of the present month.
It was hardly to have been expected that the series of measures passed at your last session with the view of healing the sectional differences which had sprung from the slavery and territorial questions should at once have realized their beneficent purpose. All mutual concession in the nature of a compromise must necessarily be unwelcome to men of extreme opinions. And though without such concessions our Constitution could not have been formed, and can not be permanently sustained, yet we have seen them made the subject of bitter controversy in both sections of the Republic. It required many months of discussion and deliberation to secure the concurrence of a majority of Congress in their favor. It would be strange if they had been received with immediate approbation by people and States prejudiced and heated by the exciting controversies of their representatives. I believe those measures to have been required by the circumstances and condition of the country. I believe they were necessary to allay asperities and animosities that were rapidly alienating one section of the country from another and destroying those fraternal sentiments which are the strongest supports of the Constitution. They were adopted in the spirit of conciliation and for the purpose of conciliation. I believe that a great majority of our fellow citizens sympathize in that spirit and that purpose, and in the main approve and are prepared in all respects to sustain these enactments. I can not doubt that the American people, bound together by kindred blood and common traditions, still cherish a paramount regard for the Union of their fathers, and that they are ready to rebuke any attempt to violate its integrity, to disturb the compromises on which it is based, or to resist the laws which have been enacted under its authority.
The series of measures to which I have alluded are regarded by me as a settlement in principle and substance--a final settlement of the dangerous and exciting subjects which they embraced. Most of these subjects, indeed, are beyond your reach, as the legislation which disposed of them was in its character final and irrevocable. It may be presumed from the opposition which they all encountered that none of those measures was free from imperfections, but in their mutual dependence and connection they formed a system of compromise the most conciliatory and best for the entire country that could be obtained from conflicting sectional interests and opinions.
For this reason I recommend your adherence to the adjustment established by those measures until time and experience shall demonstrate the necessity of further legislation to guard against evasion or abuse.
By that adjustment we have been rescued from the wide and boundless agitation that surrounded us, and have a firm, distinct, and legal ground to rest upon. And the occasion, I trust, will justify me in exhorting my countrymen to rally upon and maintain that ground as the best, if not the only, means of restoring peace and quiet to the country and maintaining inviolate the integrity of the Union.
And now, fellow-citizens, I can not bring this communication to a close without invoking you to join me in humble and devout thanks to the Great Ruler of Nations for the multiplied blessings which He has graciously bestowed upon us. His hand, so often visible in our preservation, has stayed the pestilence, saved us from foreign wars and domestic disturbances, and scattered plenty throughout the land.
Our liberties, religions and civil, have been maintained, the fountains of knowledge have all been kept open, and means of happiness widely spread and generally enjoyed greater than have fallen to the lot of any other nation. And while deeply penetrated with gratitude for the past, let us hope that His all-wise providence will so guide our counsels as that they shall result in giving satisfaction to our constituents, securing the peace of the country, and adding new strength to the united Government under which we live.
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