viernes, 15 de agosto de 2014

Carta aceptando el puesto de la Presidencia de John Tyler, del 06 de abril de 1841 / Address Accepting the Office of the Presidency (April 6, 1841)

(revisando)


Al pueblo de los Estados Unidos:

Antes de mi llegada a la sede del Gobierno se hizo la comunicación dolorosa a usted por los oficiales que presiden los varios departamentos de la muerte profundamente arrepentido de William Henry Harrison, fallecido presidente de los Estados Unidos. Sobre él le había conferido sus sufragios para la primera oficina en su regalo, y había seleccionado su como su instrumento elegido para corregir y reformar todos esos errores y abusos que se habían manifestado de vez en cuando en el funcionamiento práctico del Gobierno. Estando de pie en el umbral de este gran trabajo que tiene por la dispensación de un omnisciente Providencia ha eliminado de entre nosotros, y por las disposiciones de la Constitución de los esfuerzos que se dirigen a la que Realiza esta tarea de vital importancia han recaído sobre mí mismo . Este mismo suceso ha sometido la sabiduría y suficiencia de nuestras instituciones para una nueva prueba. Por primera vez en nuestra historia la persona elegida para la Vice-Presidencia de los Estados Unidos, por la ocurrencia de una contingencia prevista en la Constitución, se había recaído en él la oficina presidencial. El espíritu de facción, que es directamente opuesta al espíritu de un elevado patriotismo, puede encontrar en esta ocasión para ataques a mi administración; y en las sucesivas, en circunstancias tan repentinas e inesperadas y responsabilidades a tan grandemente aumentada, a la administración de los asuntos públicos pondré en la inteligencia y patriotismo del pueblo sólo mi Reliance seguro. Mi ferviente oración será constantemente dirigida al omnisapiente y todopoderoso Ser que me hizo, y por cuya dispensación me llaman para el alto cargo de Presidente de esta Confederación, con entendimiento para llevar a cabo los principios de esa Constitución, que tengo jurado "para proteger, preservar y defender."

La oportunidad es habitual que se proporcionó a un magistrado jefe sobre su inducción a la oficina de presentar a sus compatriotas una exposición de la política que guiaría su administración en forma de un discurso inaugural, no teniendo, en las circunstancias peculiares que me han traído a el desempeño de las altas funciones de Presidente de los Estados Unidos, se dio a mí, una breve exposición de los principios que me van a regir en el curso general de mi administración de los asuntos públicos parece ser debido también a mí mismo como a ti .

En lo que se refiere a las naciones extranjeras, las bases de mi política será la justicia en nuestra parte para todos, sometiéndose a la injusticia de nada. Mientras voy a cultivar asiduamente las relaciones de paz y amistad con todos y cada uno, será mi deber más imperioso para ver que el honor del país sustentará sin mancha. Con miras a ello, las condiciones de nuestras defensas militares se convertirá en una cuestión de ansiosa solicitud. El Ejército, que tiene en otros días sí cubren con renombre, y la Marina, no denominan inapropiadamente el brazo derecho de la defensa pública, que se ha extendido a la luz de la gloria en el estándar americano en todas las aguas de la tierra, deben ser prestados repleta de eficiencia.

En vista del hecho, así ensalzado por la historia, que la tendencia de todas las instituciones humanas es concentrar el poder en manos de un solo hombre, y que su caída final ha procedido por esta causa, considero que es de la importancia más fundamental que una separación completa debería tener lugar entre la espada y la bolsa. No importa dónde o cómo se depositarán los fondos públicos, siempre que el Presidente puede ejercer el poder de nombrar y remover a su antojo los agentes seleccionados para su custodia al Comandante en Jefe del Ejército y la Marina es de hecho el tesorero. Por tanto, un cambio permanente y radical debe ser decretada. El incidente patrocinio a la oficina presidencial, ya grande, está en constante aumento. Dicho incremento está destinado a seguir el ritmo del crecimiento de la población, hasta que, sin una forma de hablar, un ejército de cargos públicos podrá escalonarse en la tierra. El poder sin límites ejercida por un hombre egoísta ambicioso, bien para perpetuar su autoridad o para entregarlo a algún favorito como su sucesor puede conducir al empleo de todos los medios a su control para llevar a cabo su objeto. El derecho a retirar de su cargo, mientras se somete a ninguna restricción simplemente, está destinado inevitablemente a producir un espíritu de servilismo en cuclillas con el cuerpo oficial, que, con el fin de mantener la mano que les da de comer, daría lugar a la interferencia directa y activa en el elecciones, tanto estatales como federales, sometiendo así el curso de la legislación estatal para el dictado del director general y hacer la voluntad de aquel oficial absoluta y suprema. En un momento adecuado voy a invocar la acción del Congreso sobre este tema, y voy a consentir fácilmente en la adopción de todas las medidas adecuadas que se calculan para detener a estos males, tan lleno de peligro en su tendencia. Quitaré no corresponde del cargo que ha absuelto fiel y honestamente a sí mismo de los deberes de su cargo, salvo en los casos en que dicho funcionario ha sido culpable de un partidismo activo o mediante-el secreto menos varonil, y por lo tanto el más objectionable- ha dado su influencia oficial para los propósitos de partido, con lo que el patrocinio del Gobierno en conflicto con la libertad de las elecciones. Numerosos mudanzas pueden llegar a ser necesario bajo esta regla. Estos serán hechas por mí a través de ninguna aspereza de sentimiento-he tenido ningún motivo para apreciar o disfrutar malos sentimientos hacia cualquier-pero mi conducta se regirá por un profundo sentido de lo que se debe al país y sus instituciones; ni voy a descuidar a aplicar la misma regla inflexible a los de mi propio nombramiento. La libertad de opinión será tolerada; el pleno ejercicio del derecho de sufragio se mantendrá como el derecho de todo ciudadano americano; pero yo digo enfáticamente al cuerpo oficial, "Hasta el momento y no más allá." Me he detenido más tiempo sobre este tema, porque el traslado de la oficina son a menudo propensos a surgir, y yo tendría mis compatriotas para entender el principio de la acción ejecutiva.

En todos los gastos públicos en la economía más rígida se debe recurrir a, y, como uno de sus resultados, una deuda pública en tiempos de paz puede evitar diligentemente. Una consistencia sabio y patriótico nunca se opondrá a la imposición de cargas necesarios para fines útiles, y la verdadera sabiduría dicta el recurso a tales medios, a fin de suministrar las deficiencias en los ingresos, en lugar de a aquellos expedientes dudosos que, ultimating en una deuda pública, servir para avergonzar a los recursos del país y disminuir su capacidad para cumplir con cualquier gran emergencia que pueda surgir. Todas las prebendas deberían abolirse. Los créditos deben ser directa y explícita, a fin de dejar como limitada, una cuota de discrecionalidad a los agentes pagadores que pueda ser considerada compatible con el servicio público. Una responsabilidad estricta por parte de todos los agentes del Gobierno debe mantenerse y peculado o desfalco visitó con la expulsión inmediata de su cargo y el castigo más condigno.

El interés público exige también que si cualquier guerra ha existido entre el Gobierno y la moneda se le pondrá fin. Medidas de carácter financiero que ya cuenta con la sanción de la promulgación legal se harán cumplir fielmente hasta que sean derogadas por la autoridad legislativa. Pero me debo a mí mismo para declarar que considero promulgaciones existentes como imprudente y poco político y en un alto grado de opresión. Daré mi sanción prontitud a cualquier medida constitucional que, originando en el Congreso, tendrá por objeto la restauración de un sonido medio circulante, tan esencialmente necesario para dar confianza en todas las transacciones de la vida, para asegurar a la industria su justa y adecuada recompensas, y restablecer la prosperidad pública. Al decidir sobre la adaptación de dicha medida para el fin propuesto, así como su conformidad con la Constitución, voy a recurrir a los padres de la gran escuela republicana para el consejo y la instrucción, que se desprende de sus opiniones sabias de nuestro sistema de gobierno y la luz de su siempre glorioso ejemplo.

Las instituciones en las que vivimos, mis compatriotas, asegurar que cada persona en el perfecto disfrute de todos sus derechos. El espectáculo se exhibe al mundo de un gobierno que deriva su poder del consentimiento de los gobernados y de haber impartido a sólo tanto poder como sea necesario para su buen funcionamiento. Los que están encargados de su administración deben abstenerse cuidadosamente de todos los intentos de ampliar la gama de competencias así concedidos a los diversos departamentos del Gobierno que no sean de un recurso de la gente de subvenciones adicionales, que de hacerlo alteran ese equilibrio que la patriotas y estadistas que enmarca la Constitución diseñada para establecer entre el Gobierno Federal y de los Estados que componen la Unión. La aplicación del presente reglamento, se impone sobre nosotros por ese sentimiento de reverencia y afecto que encuentra un lugar en el corazón de todo patriota para la preservación de la unión y las bendiciones de unión-por el bien de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos a través de incontables generaciones . Un curso opuesto no podía dejar de generar facciones intención sobre la gratificación de sus fines egoístas, para dar a luz a celos locales y seccionales, y al final, ya sea para romper en pedazos los lazos de unión o en la construcción de un sistema central que inevitablemente terminará en un cetro con sangre y una corona de hierro.

En conclusión te ruego que estar seguro de que voy a esforzarme para llevar a los principios anteriores a la práctica durante mi administración del Gobierno, y, confiando en el cuidado protector de una Providencia everwatchful y hacer caso omiso, que será mi primer y más alto deber de coto irreprochable las instituciones libres en las que vivimos y transmitirlas a los que me ha de tener éxito en su plena fuerza y vigor.



Original



To the People of the United States:

Before my arrival at the seat of Government the painful communication was made to you by officers presiding over the several Departments of the deeply regretted death of William Henry Harrison, late President of the United States. Upon him you had conferred your suffrages for the first office in your gift, and had selected his as your chosen instrument to correct and reform all such errors and abuses as had manifested themselves from time to time in the practical operation of the Government. While standing at the threshold of this great work he has by the dispensation of an all-wise Providence been removed from amongst us, and by the provisions of the Constitution the efforts to be directed to the accomplishing of this vitally important task have devolved upon myself. This same occurrence has subjected the wisdom and sufficiency of our institutions to a new test. For the first time in our history the person elected to the Vice-Presidency of the United States, by the happening of a contingency provided for in the Constitution, has had devolved upon him the Presidential office. The spirit of faction, which is directly opposed to the spirit of a lofty patriotism, may find in this occasion for assaults upon my Administration; and in succeeding, under circumstances so sudden and unexpected and to responsibilities so greatly augmented, to the administration of public affairs I shall place in the intelligence and patriotism of the people my only sure reliance. My earnest prayer shall be constantly addressed to the all-wise and all-powerful Being who made me, and by whose dispensation I am called to the high office of President of this Confederacy, understandingly to carry out the principles of that Constitution which I have sworn "to protect, preserve, and defend."

The usual opportunity which is afforded to a Chief Magistrate upon his induction to office of presenting to his countrymen an exposition of the policy which would guide his Administration in the form of an inaugural address, not having, under the peculiar circumstances which have brought me to the discharge of the high duties of President of the United States, been afforded to me, a brief exposition of the principles which will govern me in the general course of my administration of public affairs would seem to be due as well to myself as to you.

In regard to foreign nations, the groundwork of my policy will be justice in our part to all, submitting to injustice from none. While I shall sedulously cultivate the relations of peace and amity with one and all, it will be my most imperative duty to see that the honor of the country shall sustain no blemish. With a view to this, the condition of our military defenses will become a matter of anxious solicitude. The Army, which has in other days covered itself with renown, and the Navy, not inappropriately termed the right arm of the public defense, which has spread a light of glory over the American standard in all the waters of the earth, should be rendered replete with efficiency.

In view of the fact, well avouched by history, that the tendency of all human institutions is to concentrate power in the hands of a single man, and that their ultimate downfall has proceeded from this cause, I deem it of the most essential importance that a complete separation should take place between the sword and the purse. No matter where or how the public moneys shall be deposited, so long as the President can exert the power of appointing and removing at his pleasure the agents selected for their custody the Commander in Chief of the Army and Navy is in fact the treasurer. A permanent and radical change should therefore be decreed. The patronage incident to the Presidential office, already great, is constantly increasing. Such increase is destined to keep pace with the growth of our population, until, without a figure of speech, an army of officeholders may be spread over the land. The unrestrained power exerted by a selfishly ambitious man in order either to perpetuate his authority or to hand it over to some favorite as his successor may lead to the employment of all the means within his control to accomplish his object. The right to remove from office, while subjected to no just restraint, is inevitably destined to produce a spirit of crouching servility with the official corps, which, in order to uphold the hand which feeds them, would lead to direct and active interference in the elections, both State and Federal, thereby subjecting the course of State legislation to the dictation of the chief executive officer and making the will of that officer absolute and supreme. I will at a proper time invoke the action of Congress upon this subject, and shall readily acquiesce in the adoption of all proper measures which are calculated to arrest these evils, so full of danger in their tendency. I will remove no incumbent from office who has faithfully and honestly acquitted himself of the duties of his office, except in such cases where such officer has been guilty of an active partisanship or by secret means-the less manly, and therefore the more objectionable-has given his official influence to the purposes of party, thereby bringing the patronage of the Government in conflict with the freedom of elections. Numerous removals may become necessary under this rule. These will be made by me through no acerbity of feeling-I have had no cause to cherish or indulge unkind feelings toward any-but my conduct will be regulated by a profound sense of what is due to the country and its institutions; nor shall I neglect to apply the same unbending rule to those of my own appointment. Freedom of opinion will be tolerated; the full enjoyment of the right of suffrage will be maintained as the birthright of every American citizen; but I say emphatically to the official corps, "Thus far and no farther." I have dwelt the longer upon this subject because removals from office are likely often to arise, and I would have my countrymen to understand the principle of the Executive action.

In all public expenditures the most rigid economy should be resorted to, and, as one of its results, a public debt in time of peace be sedulously avoided. A wise and patriotic consistency will never object to the imposition of necessary burdens for useful ends, and true wisdom dictates the resort to such means in order to supply deficiencies in the revenue, rather than to those doubtful expedients which, ultimating in a public debt, serve to embarrass the resources of the country and to lessen its ability to meet any great emergency which may arise. All sinecures should be abolished. The appropriations should be direct and explicit, so as to leave as limited, a share of discretion to the disbursing agents as may be found compatible with the public service. A strict responsibility on the part of all the agents of the Government should be maintained and peculation or defalcation visited with immediate expulsion from office and the most condign punishment.

The public interest also demands that if any war has existed between the Government and the currency it shall cease. Measures of a financial character now having the sanction of legal enactment shall be faithfully enforced until repealed by the legislative authority. But I owe it to myself to declare that I regard existing enactments as unwise and impolitic and in a high degree oppressive. I shall promptly give my sanction to any constitutional measure which, originating in Congress, shall have for its object the restoration of a sound circulating medium, so essentially necessary to give confidence in all the transactions of life, to secure to industry its just and adequate rewards, and it reestablish the public prosperity. In deciding upon the adaptation of any such measure to the end proposed, as well as its conformity to the Constitution, I shall resort to the fathers of the great republican school for advice and instruction, to be drawn from their sage views of our system of government and the light of their ever-glorious example.

The institutions under which we live, my countrymen, secure each person in the perfect enjoyment of all his rights. The spectacle is exhibited to the world of a government deriving its power from the consent of the governed and having imparted to it only so much power as is necessary for its successful operation. Those who are charged with its administration should carefully abstain from all attempts to enlarge the range of powers thus granted to the several departments of the Government other than by an appeal of the people for additional grants, lest by so doing they disturb that balance which the patriots and statesmen who framed the Constitution designed to establish between the Federal Government and the States composing the Union. The observance of these rules is enjoined upon us by that feeling of reverence and affection which finds a place in the heart of every patriot for the preservation of union and the blessings of union-for the good of our children and our children's children through countless generations. An opposite course could not fail to generate factions intent upon the gratification of their selfish ends, to give birth to local and sectional jealousies, and to ultimate either in breaking asunder the bonds of union or in building up a central system which would inevitably end in a bloody scepter and an iron crown.

In conclusion I beg you to be assured that I shall exert myself to carry the foregoing principles into practice during my administration of the Government, and, confiding in the protecting care of an everwatchful and overruling Providence, it shall be my first and highest duty to preserve unimpaired the free institutions under which we live and transmit them to those who shall succeed me in their full force and vigor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario