Confío en que no me engaño cuando me permito la
persuasión de que nunca nos hemos encontrado en cualquier período cuando más la
actualidad de la situación de nuestros asuntos públicos ha permitido una causa
justa para la enhorabuena mutua, y para invitar a que se unan a mí en profunda
gratitud al Autor de todo bien por las numerosas y extraordinarias bendiciones de
que disfrutamos.
La finalización de la larga, costosa y penosa guerra
en la que hemos participado con ciertos indios del noroeste de Ohio es ofrecida
como opción a los Estados Unidos por un tratado que el comandante de nuestro
ejército ha concluido provisionalmente con las tribus hostiles en esa región.
En el ajuste de los términos de la satisfacción de
los indios fue considerado digno no menos de la política que de la liberalidad
de los Estados Unidos como la base necesaria de tranquilidad duradera. El objetivo,
se cree, se ha alcanzado plenamente. Los artículos acordados serán
inmediatamente depositados ante el Senado para su consideración.
Los indios Creek y Cherokee, los únicos de las
tribus del sur que habían molestado nuestras fronteras, han confirmado
últimamente sus tratados preexistentes con nosotros, y estaban dando evidencia
de una disposición sincera para llevarlas a efecto mediante la repatriación de
los prisioneros y bienes que habían tomado. Pero tenemos que lamentar que la
perspectiva justa en este sector ha sido una vez más empañada por asesinatos
sin sentido, que se representan algunos a ciudadanos de Georgia que han
perpetrado recientemente en las partidas de caza de los Creeks, que han
sometido una vez más a la frontera en inquietudes y peligros, que será
productivo de mayor gasto, y puede ocasionar más derramamiento de sangre. Las
medidas se están llevando a cabo para prevenir o mitigar las consecuencias
habituales de este tipo de atropellos, y con la esperanza de su éxito, al
menos, para evitar la hostilidad general.
Una carta del emperador de Marruecos me anuncia su
reconocimiento de nuestro tratado hecho con su padre, el fallecido emperador, y
por lo tanto la continuidad de la paz con ese poder. Con singular satisfacción
agrego que se ha recibido información de un agente delegado por nuestra parte a
Argel informando de que los términos del tratado con el Día y la Regencia de
ese país habían sido ajustados de tal manera como para autorizar a la
expectativa de una pronta paz y la liberación de nuestros conciudadanos
desafortunados de un cautiverio doloroso.
Los últimos consejos de nuestro enviado a la Corte
de Madrid dan, por otra parte, la información agradable que tenía garantías de
una conclusión rápida y satisfactoria de su negociación. Aunque el evento,
dependiendo de los detalles no ajustados no puede considerarse como comprobado,
es suficiente para acariciar la esperanza de un tema que, asegurando los
intereses de manera amistosa y muy esenciales de los Estados Unidos, sentarán
al mismo tiempo, las bases de la armonía duradera con una potencia cuya amistad
uniforme y sinceramente hemos deseado cultivar.
Aunque no antes revelado oficialmente a la Cámara de
Representantes, ustedes, señores, están al tanto de que un tratado de amistad,
comercio y navegación se ha negociado con Gran Bretaña, y que el Senado ha
aconsejado y dado su consentimiento para su ratificación a condición de
exceptuar parte de un artículo. Agradablemente a la misma, y sobre el mejor
juicio que era capaz de formar en interés público previa deliberación plena y
madura, he añadido mi sanción. El resultado por parte de Su Majestad Británica
se desconoce. Cuando se reciba, el sujeto se presentará sin demora ante el
Congreso.
Este interesante resumen de nuestros asuntos con
respecto a las potencias extranjeras, entre las cuales y los Estados Unidos han
subsistido controversias, y en relación también con los de nuestros vecinos
indios con los que hemos estado en un estado de enemistad o malentendido, se
abre un amplio campo para consoladoras y gratificantes reflexiones. Si por la
prudencia y la moderación en todas partes la extinción de todas las causas de
la discordia externa que han amenazados hasta ahora nuestra tranquilidad, en
términos compatibles con nuestros derechos nacionales y el honor, será el
resultado feliz, lo firme y lo precioso habrá sido establecida una fundación para
acelerar la maduración y el establecimiento de la prosperidad de nuestro país.
Contemplando la situación interna, así como las
relaciones exteriores de los Estados Unidos, descubrimos igual motivo de
alegría y satisfacción. Si bien muchas de las naciones de Europa, con sus
dependencias americanas, han participado en un enfrentamiento inusualmente
sangriento, agotador, y calamitoso, en la que los males de la guerra exterior
se han visto agravados por la convulsión interna y la insurrección; en el que
muchas de las artes más útiles a la sociedad han estado expuestas al desaliento
y la decadencia; en el que la escasez de subsistencia ha desembocado en otros
sufrimientos; mientras que incluso las anticipaciones de un retorno de las
bendiciones de la paz y el reposo se alean por el sentido de cargas pesadas y
acumuladas, que presionan a todos los departamentos de la industria y amenazan
con bloquear las futuras fuentes de gobierno, nuestro país favorecido, feliz en
un llamativo contraste, ha disfrutado de tranquilidad; una tranquilidad más
satisfactoria debido a que se mantiene a expensas de ningún derecho. Fiel a
nosotros mismos, que no hemos violado ninguna obligación a los demás.
Nuestra agricultura, comercio y manufacturas prosperan
más allá de ejemplos anteriores, las molestias de nuestro comercio (para evitar
la continuación de la que, sin embargo, se han realizado protestas muy
puntiagudas) está sobre balance de los beneficios agregados de los cuales se
derivan desde una posición neutral. Nuestra población avanza con una celeridad
que, superando los cálculos más optimistas, proporcionalmente aumenta nuestra
fuerza y recursos, y garantiza nuestra seguridad futura.
Con cada parte de la Unión muestra indicios de una
mejoría rápida y diversas; y con cargas tan ligeras que apenas son percibidas,
con recursos totalmente adecuados a nuestras exigencias actuales, con los
gobiernos fundados en los principios genuinos de la libertad racional, y con las
leyes suaves y saludables, ¿Es exagerado decir que nuestro país presenta un
espectáculo de la felicidad nacional nunca superado, siquiera igualado nunca?
Situado en una situación tan auspiciosa, motivos de
fuerza nos impelen con reconocimiento sincero al Cielo y puro amor a nuestro país
a unir nuestros esfuerzos para preservar, prolongar y mejorar nuestras inmensas
ventajas. Cooperar con ustedes en este trabajo deseable es un deseo ferviente y
el favorito de mi corazón.
Es un ingrediente valioso en la estimación general
de nuestro bienestar que la parte de nuestro país, que fue escenario
últimamente de desorden e insurrección ahora disfruta de las bendiciones de la
tranquilidad y el orden. Los engañados han abandonado sus errores, y pagan el
respeto a nuestra Constitución y las leyes que deben partir de los buenos
ciudadanos a las autoridades públicas de la sociedad. Estas circunstancias me
han inducido a perdonar por lo general a los delincuentes que aquí se hace
referencia, y extender el perdón a aquellos que le habían sido adjudicados la
pena capital. Porque aunque siempre pensaré que es un deber sagrado ejercer con
firmeza y energía los poderes constitucionales con los que estoy investido, me
parece no menos consistente con el bien público de lo que es con mis
sentimientos personales mezclados en las operaciones de Gobierno cada grado de moderación
y ternura que la justicia nacional, la dignidad y la seguridad puedan permitir.
Señores: Entre los objetos que reclaman su atención
en el curso de la sesión, una revisión de nuestra institución militar no es el
menos importante. Se pide por los acontecimientos que han cambiado, y se puede
esperar que cambien aún más, la situación relativa de nuestras fronteras. En
esta revisión, se permitirán, sin duda, la debida importancia a las consideraciones
que las cuestiones entre nosotros y ciertas potencias extranjeras aún no se
ajustaron finalmente, que la guerra en Europa aún no está terminada, y que
nuestros mensajes de Occidente, cuando se reciben, exigirán la prestación de
guarniciones y asegurarles. Una declaración de nuestra fuerza militar presente
se presentará ante ustedes por el Departamento de Guerra.
Con el análisis del Ejército se conecta naturalmente
al de la milicia. Será merecedor de investigación las imperfecciones en la
mayor experiencia que el plan existente puede haber desplegado. El tema tiene
tal preocupación para mi como para excitar a una constante solicitud de que el
estudio de la misma podrá ser renovado hasta que se logre la mayor perfección
posible. El tiempo está desgastando algunas ventajas para la consecución del
objeto, mientras que ninguno mejor merece la atención perseverante de los
consejos públicos.
Mientras que nos relajamos ante la satisfacción con
la condición real de nuestras fronteras occidentales tan bien, es necesario que
no debamos perder de vista una verdad importante que recibe continuamente
nuevas confirmaciones, a saber: que las disposiciones hasta ahora hechas con
miras a la protección de los indios de las violencias de la parte ilegal de
nuestros habitantes fronterizos son insuficientes. Está demostrado que estas
violencias ahora pueden ser perpetradas con impunidad, y pueden no necesitar argumento
para demostrar que a menos que el asesinato de los indígenas pueda ser
restringido trayendo a los asesinos al castigo oportuno, todos los esfuerzos
del Gobierno para evitar represalias destructivas por los indios resultarán
estériles y todas nuestras actuales perspectivas agradables ilusorias. La muerte
frecuente de mujeres y niños inocentes, que son principalmente las víctimas de
represalias, debe continuar impactando a la humanidad, y un enorme gasto para
drenar la Tesorería de la Unión.
Para hacer cumplir sobre los indios de la
observancia de la justicia es indispensable que deban arbitrarse los medios
competentes de hacer justicia a ellos. Si estos medios se pueden concebir por
la sabiduría del Congreso, y sobre todo si no se puede añadir una disposición
adecuada para alimentar las necesidades de los indígenas en condiciones
razonables (una medida de la mención de la que yo más fácilmente repito, como
en todas las conferencias con ellos instan con atenta solicitud), no debería
dudar en entretenerme con una fuerte esperanza de hacer nuestra tranquilidad
permanente. Añado con placer que la probabilidad de que incluso su civilización
no se vea disminuida por los experimentos que se han hecho hasta ahora bajo los
auspicios del Gobierno. La realización de este trabajo, si es posible,
reflejará un brillo eterno en nuestro carácter nacional y administrar los
consuelos más agradecidos que las mentes virtuosas puedan conocer.
Señores de la Cámara de Representantes:
El estado de nuestros ingresos, con las sumas que
han sido tomados y reembolsados en virtud de diferentes leyes del Congreso,
se presentará desde el Departamento adecuado, junto con una estimación de los
créditos necesarios para la realización del servicio del año siguiente.
Cualesquier medidas que no sean aconsejable para
reforzar la provisión de la redención de la deuda pública, naturalmente
atraerán su examen. El Congreso han demostrado su sentido de ser, y sería
superfluo repetir el mío, que todo lo que tenderá a acelerar la extinción
honorable de nuestros acuerdos de deuda pública será acorde tanto con el
verdadero interés de nuestro país como el sentido general de nuestros
electores.
Señores del Senado y de la Cámara de Representantes:
Las declaraciones que se establecerán ante ustedes
con respecto a la Casa de la Moneda mostrarán la situación de esa institución y
la necesidad de algunas disposiciones legislativas adicionales para llevar el
negocio de ella de forma más completa a la práctica, y para el control de los
abusos de los cuales parecen iniciarse en regiones particulares.
El progreso en la provisión de materiales para las
fragatas y en la construcción de ellas, el estado de las fortificaciones de
nuestros puertos, las medidas que se han seguido para la obtención de los
sitios adecuados para los arsenales y para la reposición de nuestras existencias
de tiendas militares, y los pasos que se han tomado hacia la ejecución de la
ley para la apertura de un canje con los indios serán igualmente presentados
para información del Congreso.
Una discusión templada de los temas importantes que
puedan surgir en el curso de la sesión y la tolerancia mutua, donde una
diferencia de opinión es demasiado obvia y necesaria para la paz, la felicidad
y el bienestar de nuestro país no necesita recomendación mía.
Original
I trust I do not
deceive myself when I indulge the persuasion that I have never met you at any
period when more than at the present the situation of our public affairs has
afforded just cause for mutual congratulation, and for inviting you to join
with me in profound gratitude to the Author of all Good for the numerous and
extraordinary blessings we enjoy.
The termination
of the long, expensive, and distressing war in which we have been engaged with
certain Indians northwest of the Ohio is placed in the option of the United
States by a treaty which the commander of our army has concluded provisionally
with the hostile tribes in that region.
In the
adjustment of the terms the satisfaction of the Indians was deemed worthy no
less of the policy than of the liberality of the United States as the necessary
basis of durable tranquillity. the object, it is believed, has been fully
attained. The articles agreed upon will immediately be laid before the Senate
for their consideration.
The Creek and
Cherokee Indians, who alone of the Southern tribes had annoyed our frontiers,
have lately confirmed their preexisting treaties with us, and were giving
evidence of a sincere disposition to carry them into effect by the surrender of
the prisoners and property they had taken. But we have to lament that the fair
prospect in this quarter has been once more clouded by wanton murders, which
some citizens of Georgia are represented to have recently perpetrated on
hunting parties of the Creeks, which have again subjected that frontier to
disquietude and danger, which will be productive of further expense, and may
occasion more effusion of blood. Measures are pursuing to prevent or mitigate
the usual consequences of such outrages, and with the hope of their succeeding
at least to avert general hostility.
A letter from
the Emperor of Morocco announces to me his recognition of our treaty made with
his father, the late Emperor, and consequently the continuance of peace with
that power. With peculiar satisfaction I add that information has been received
from an agent deputed on our part to Algiers importing that the terms of the
treaty with the Day and Regency of that country had been adjusted in such a
manner as to authorize the expectation of a speedy peace and the resolution of
our unfortunate fellow citizens from a grievous captivity.
The latest
advices from our envoy at the Court of Madrid give, moreover, the pleasing
information that he had assurances of a speedy and satisfactory conclusion of
his negotiation. While the event depending upon unadjusted particulars can not
be regarded as ascertained, it is agreeable to cherish the expectation of an
issue which, securing amicably very essential interests of the United States,
will at the same time lay the foundation of lasting harmony with a power whose
friendship we have uniformly and sincerely desired to cultivate.
Though not
before officially disclosed to the House of Representatives, you, gentlemen,
are all apprised that a treaty of amity, commerce, and navigation has been
negotiated with Great Britain, and that the Senate have advised and consented
to its ratification upon a condition which excepts part of one article.
Agreeably thereto, and to the best judgment I was able to form of the public
interest after full and mature deliberation, I have added my sanction. The
result on the part of His Britannic Majesty is unknown. When received, the
subject will without delay be placed before Congress.
This interesting
summary of our affairs with regard to the foreign powers between whom and the
United States controversies have subsisted, and with regard also to those of
our Indian neighbors with whom we have been in a state of enmity or
misunderstanding, opens a wide field for consoling and gratifying reflections.
If by prudence and moderation on every side the extinguishment of all the
causes of external discord which have heretofore menaced our tranquillity, on
terms compatible with our national rights and honor, shall be the happy result,
how firm and how precious a foundation will have been laid for accelerating,
maturing, and establishing the prosperity of our country.
Contemplating
the internal situation as well as the external relations of the United States,
we discover equal cause for contentment and satisfaction. While many of the
nations of Europe, with their American dependencies, have been involved in a
contest unusually bloody, exhausting, and calamitous, in which the evils of
foreign war have been aggravated by domestic convulsion and insurrection; in
which many of the arts most useful to society have been exposed to
discouragement and decay; in which scarcity of subsistence has imbittered other
sufferings; while even the anticipations of a return of the blessings of peace
and repose are alloyed by the sense of heavy and accumulating burthens, which
press upon all the departments of industry and threaten to clog the future
springs of government, our favored country, happy in a striking contrast, has
enjoyed tranquillity—a tranquillity the more satisfactory because maintained at
the expense of no duty. Faithful to ourselves, we have violated no obligation
to others.
Our agriculture,
commerce, and manufactures prosper beyond former example, the molestations of
our trade (to prevent a continuance of which, however, very pointed
remonstrances have been made) being overbalanced by the aggregate benefits
which it derives from a neutral position. Our population advances with a
celerity which, exceeding the most sanguine calculations, proportionally
augments our strength and resources, and guarantees our future security.
Every part of
the Union displays indications of rapid and various improvement; and with
burthens so light as scarcely to be perceived, with resources fully adequate to
our present exigencies, with governments founded on the genuine principles of
rational liberty, and with mild and wholesome laws, is it too much to say that
our country exhibits a spectacle of national happiness never surpassed, if ever
before equaled?
Placed in a
situation every way so auspicious, motives of commanding force impel us, with sincere
acknowledgment to Heaven and pure love to our country, to unite our efforts to
preserve, prolong, and improve our immense advantages. To cooperate with you in
this desirable work is a fervent and favorite wish of my heart.
It is a valuable
ingredient in the general estimate of our welfare that the part of our country
which was lately the scene of disorder and insurrection now enjoys the
blessings of quiet and order. The misled have abandoned their errors, and pay
the respect to our Constitution and laws which is due from good citizens to the
public authorities of the society. These circumstances have induced me to
pardon generally the offenders here referred to, and to extend forgiveness to
those who had been adjudged to capital punishment. For though I shall always
think it a sacred duty to exercise with firmness and energy the constitutional
powers with which I am vested, yet it appears to me no less consistent with the
public good than it is with my personal feelings to mingle in the operations of
Government every degree of moderation and tenderness which the national
justice, dignity, and safety may permit.
Gentlemen: Among
the objects which will claim your attention in the course of the session, a
review of our military establishment is not the least important. It is called
for by the events which have changed, and may be expected still further to
change, the relative situation of our frontiers. In this review you will
doubtless allow due weight to the considerations that the questions between us
and certain foreign powers are not yet finally adjusted, that the war in Europe
is not yet terminated, and that our Western posts, when recovered, will demand
provision for garrisoning and securing them. A statement of our present
military force will be laid before you by the Department of War.
With the review
of our Army establishment is naturally connected that of the militia. It will
merit inquiry what imperfections in the existing plan further experience may
have unfolded. The subject is of so much moment in my estimation as to excite a
constant solicitude that the consideration of it may be renewed until the
greatest attainable perfection shall be accomplished. Time is wearing away some
advantages for forwarding the object, while none better deserves the
persevering attention of the public councils.
While we indulge
the satisfaction which the actual condition of our Western borders so well
authorizes, it is necessary that we should not lose sight of an important truth
which continually receives new confirmations, namely, that the provisions
heretofore made with a view to the protection of the Indians from the violences
of the lawless part of our frontier inhabitants are insufficient. It is
demonstrated that these violences can now be perpetrated with impunity, and it
can need no argument to prove that unless the murdering of Indians can be
restrained by bringing the murderers to condign punishment, all the exertions
of the Government to prevent destructive retaliations by the Indians will prove
fruitless and all our present agreeable prospects illusory. The frequent
destruction of innocent women and children, who are chiefly the victims of
retaliation, must continue to shock humanity, and an enormous expense to drain
the Treasury of the Union.
To enforce upon
the Indians the observance of justice it is indispensable that there shall be
competent means of rendering justice to them. If these means can be devised by
the wisdom of Congress, and especially if there can be added an adequate
provision for supplying the necessities of the Indians on reasonable terms (a
measure the mention of which I the more readily repeat, as in all the
conferences with them they urge it with solicitude), I should not hesitate to
entertain a strong hope of rendering our tranquillity permanent. I add with
pleasure that the probability even of their civilization is not diminished by
the experiments which have been thus far made under the auspices of Government.
The accomplishment of this work, if practicable, will reflect undecaying luster
on our national character and administer the most grateful consolations that
virtuous minds can know.
Gentlemen of the
House of Representatives:
The state of our
revenue, with the sums which have been borrowed and reimbursed pursuant to
different acts of Congress, will be submitted from the proper Department,
together with an estimate of the appropriations necessary to be made for the
service of the ensuing year.
Whether measures
may not be advisable to reinforce the provision of the redemption of the public
debt will naturally engage your examination. Congress have demonstrated their
sense to be, and it were superfluous to repeat mine, that whatsoever will tend
to accelerate the honorable extinction of our public debt accords as much with
the true interest of our country as with the general sense of our constituents.
Gentlemen of the
Senate and of the House of Representatives:
The statements
which will be laid before you relative to the Mint will shew the situation of
that institution and the necessity of some further legislative provisions for
carrying the business of it more completely into effect, and for checking
abuses which appear to be arising in particular quarters.
The progress in
providing materials for the frigates and in building them, the state of the
fortifications of our harbors, the measures which have been pursued for
obtaining proper sites for arsenals and for replenishing our magazines with
military stores, and the steps which have been taken toward the execution of
the law for opening a trade with the Indians will likewise be presented for the
information of Congress.
Temperate
discussion of the important subjects which may arise in the course of the
session and mutual forbearance where there is a difference of opinion are too
obvious and necessary for the peace, happiness, and welfare of our country to
need any recommendation of mine.
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