Ahora, por lo tanto, yo, George Washington, presidente de los Estados Unidos, en obediencia a ese deber alto e irresistible consignado a mí por la Constitución “para cuidar de que las leyes se ejecuten puntualmente”; deplorando que el nombre americano sea mancillado por las tropelías de los ciudadanos en su propio Gobierno; compadeciéndose como permanecen obstinados del engaño; pero resuelto, en perfecta confianza en que la Providencia amable muestre tan señaladamente su bondad para con este país y reducir el refractario a una debida subordinación a las leyes; por la presente declaro y hago saber, que, con una satisfacción que puede ser igualada solamente por los méritos de la milicia convocada en servicio de los Estados de Nueva Jersey, Pensilvania, Maryland y Virginia, he recibido información de inteligencia de su presteza patriótica, en obedeciendo a la llamada, aunque de dolorosa necesidad sin embargo, al mando; que una fuerza que, según todas las expectativas razonables, es adecuada a la exigencia ya está en movimiento a la escena de la desafección; que aquellos que han confiado o deberán confiar en la protección de Gobierno recibirán completo socorro bajo la norma y las armas de los Estados Unidos; que aquellos que habiendo ofendido en contra de las leyes han puesto a sí mismos con derecho a indemnización, serán tratados con la más liberal buena fe, si no han perdido su derecho por cualquier conducta posterior y que se den instrucciones en consecuencia.
Y yo, por otra parte, exhorto a todos los individuos, oficiales y cuerpos de hombres a contemplar con horror las medidas que conducen directa o indirectamente a esos crímenes, que producen este complejo a la coacción militar; comprobar, en sus respectivos ámbitos, los esfuerzos de los hombres equivocados o que diseñan para sustituir su declaración falsa en el lugar de la verdad, y su descontento en lugar de un gobierno estable; y llamar a la razón, en la medida que al pueblo de los Estados Unidos se le ha permitido, en el marco del favor divino, en la perfecta libertad y previa deliberación solemne, en una época ilustrada, elegir a su propio gobierno, también lo hará su gratitud por esta bendición inestimable será mejor caracterizada por esfuerzos firmes para mantener la Constitución y las leyes.
Y, por último, vuelvo a advertir a todos las personas quienquiera y dondequiera, a no instigar, ayudar, o dar asilo a los insurgentes antes mencionado, ya que es contraproducente a su seguridad; y yo también requiero que todos los funcionarios y otros ciudadanos, según sus varias funciones y por lo que puede estar en su poder, llevar bajo el conocimiento de la ley a todos los delincuentes en la zona.
Original
Now, therefore, I, George Washington, President of the United States, in obedience to that high and irresistible duty, consigned to me by the Constitution, "to take care that the laws be faithfully executed;" deploring that the American name should be sullied by the outrages of citizens on their: own Government; commiserating such as remain obstinate from delusion; but resolved, in perfect reliance on that gracious Providence which so signally displays its goodness towards this country, to reduce the refractory to a due subordination to the laws; do hereby declare and make known, that, with a satisfaction which can be equalled only by the merits of the militia summoned into service from the States of New Jersey, Pennsylvania, Maryland, and Virginia, I have received intelligence of their patriotic alacrity, in obeying the call of the present, though painful, yet commanding necessity; that a force, which, according to every reasonable expectation, is adequate to the exigency, is already in motion to the scene of disaffection; that those who have confided or shall confide in the protection of Government, shall meet full succor under the standard and from the arms of the United States; that those who having offended against the laws have since entitled themselves to indemnity, will be treated with the most liberal good faith, if they shall not have forfeited their claim by any subsequent conduct, and that instructions are given accordingly.
And I do, moreover, exhort all individuals, officers, and bodies of men, to contemplate with abhorrence the measures leading directly or indirectly to those crimes, which produce this resort to military coercion; to check, in their respective spheres, the efforts of misguided or designing men to substitute their misrepresentation in the place of truth, and their discontents in the place of stable government; and to call to mind, that as the people of the United States have been permitted, under the Divine favor, in perfect freedom, after solemn deliberation, in an enlightened age, to elect their own Government, so will their gratitude for this inestimable blessing be best distinguished by firm exertions to maintain the Constitution and the laws.
And, lastly, I again warn all persons, whomsoever and whersoever, not to abet, aid, or comfort the insurgents aforesaid, as they will answer the contrary at their peril; and I do also require all officers and other citizens, according to their several duties, as far as may be in their power, to bring under the cognizance of the law all offenders in the premises.
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